Amare nesciri
El cristianismo no es de este mundo, por eso el mundo no lo puede entender. Cuando lo odia, lo odia sin saber bien lo que odia; cuando lo anhela, lo hace como quien sueña con algo que apenas puede vislumbrar desde muy lejos. Ser cristiano no consiste, como repiten tantos predicadores algo paganuelos y pelagianillos, en ser “un poquito mejor cada día”. Es nacer de nuevo, como una criatura nueva. Es decir, ser recreado por Dios, creado otra vez a imagen, nada más y nada menos, que del Hijo de Dios, el Santo, el Eterno, el que todo lo hizo bien. Ser cristiano es necesariamente un milagro y por eso a ratos fascina y a ratos enfurece a los que no creen en los milagros.
Un ejemplo de esa diferencia radical entre el cristianismo y el mundo es el título de este post: amare nesciri. Esta frase, que era una de las favoritas de San Felipe Neri, significa “amar no ser conocido”. Es una frase impresionante. Si uno la repite despacio, se queda asombrado: amar no ser conocido. A diferencia de los maestros, sabios y entendidos del mundo, San Felipe enseñaba a sus discípulos, con palabras y con su propio ejemplo, el gusto por pasar inadvertidos, por resultar insignificantes a los ojos de todos. Nada tiene esto que ver con ser insociable ni mucho menos con el masoquismo, la mezquindad o el apocamiento, sino que es, más bien, el gusto por Belén, por Nazaret, por la Cruz y por la latens Deitas de la Eucaristía.
Del mismo modo que el pequeño Nazaret, del que no puede salir nada bueno, hoy es más recordado que Babilonia o que Tebas, y que todas las generaciones bendecirán la humildad de la esclava del Señor, el amare nesciri no produce su aparentemente lógica consecuencia de pasividad, desinterés o indiferencia. Curiosamente, sucede todo lo contrario: el amar no ser conocido es casi una condición necesaria para entender la verdadera magnanimidad y el magis de San Ignacio. Los que han buscado no ser conocidos son los mismos que conquistaron el mundo para Cristo, construyeron catedrales, erigieron universidades, escribieron grandes filosofías, escalaron las alturas de la mística, hicieron milagros y amaron más de lo que nadie podría haber imaginado. A San Felipe Neri también le gustaba decir que “el amor de Dios nos hace hacer cosas grandes". Y una cosa no quitaba la otra ni la otra la una.
Pensando en estos temas, le daba gracias a Dios por haber mantenido pobre a InfoCatólica, dándonos lo necesario para sobrevivir y nada más. Lo imprescindible y, a veces, algo menos de lo imprescindible. Esa pobreza, unida a nuestras evidentes limitaciones humanas, hacen que más que avanzar, a menudo cojeemos y en vez de un portal informativo, seamos todo lo más un portalito insignificante, una hormiga entre los elefantes de la comunicación. Esa insignificancia, paradójicamente, preserva de muchos males y, en lugar de frustración, produce una gran alegría, que es un eco de la alegría mucho mayor de Belén. Dios no necesita nada de nosotros, pero se complace en utilizar nuestra debilidad y nuestra pequeñez: llevamos este tesoro en vasos de barro, para que se manifieste que una fuerza tan extraordinaria viene de Dios y no viene de nosotros.
Es una paradoja, sí, porque en toda obra cristiana se mezclan lo humano y lo divino, la naturaleza y la gracia, la tierra y el cielo, el pecado del hombre y la redención de Dios. En esta vida, esa mezcla a veces resulta desgarradora, como lo fue en el Calvario, y en otras ocasiones embriagadora, como en la Transfiguración, pero siempre es un milagro. Y, para ser sincero, eso asusta bastante, porque los milagros no son controlables, destruyen nuestros planes, a menudo nos dejan sin un duro y nos llevan a donde no sabemos por donde no sabemos: Aslan no es un león domesticado y es terrible caer en manos del Dios vivo. Terrible, pero lo único que de verdad merece la pena.
Reconozco que amare nesciri es una forma extraña de entender un medio de comunicación, que, por naturaleza, está destinado a llegar a los lectores y, por lo tanto, a ser conocido. Como todas las cosas de Dios, es algo que me supera, así que no pretendo ser capaz de explicarlo bien, pero sí me atrevo a decir que todo lo que merezca la pena conocer de InfoCatólica viene precisamente, de alguna forma, de ese amare nesciri.
A fin de cuentas, ¿a quién le puede interesar la opinión de cuatro espontáneos que escriben malamente sus ocurrencias en un blog o cuentan noticias del mundo? A nadie, a no ser que no hablen de sí mismos, sino de Otro de quien sí merece la pena oír hablar y de quien, Deo volente, no nos cansaremos de hablar en el cielo hasta la consumación de los siglos. ¿Y quién sería tan tonto como para pensar que, cuando habla del Deseado de las naciones, el más hermoso de los hombres, el Rey de reyes y Señor de los señores, lo que importa es la belleza de unas frases, la agudeza de un ingenio, el número de lectores o la popularidad de un blog? San Pablo lo entendió perfectamente (¡y era San Pablo!): me propuse no saber nada entre vosotros, excepto a Jesucristo y este, crucificado. Quizá escritores y lectores podamos aprender a imitarle repitiendo a menudo, y con tranquilidad, la paradoja de amare nesciri, amar no ser conocido.
62 comentarios
"esta WEB esta inquietamente callada"
Supongo que como todos los meses de agosto. No sé cómo será en otras ciudades, pero Madrid en agosto se parece bastante a esas películas en las que ha desparecido todo el mundo de las que habla.
"Me ha impresionado encontrarme de repente con la frase tantas veces oída en la niñez: "Ante Dios no hay héroe anónimo". Me lo repitieron hasta que se me quedó grabada"
Ahora a los niños les repiten "si eso es lo que sientes, está bien", "hagas lo que hagas, yo te apoyo", "lo importante es que seas feliz" o "cada uno tiene su verdad".
Por un momento he pensado que sería interesante hacer un experimento para ver los resultados de ambas enseñanzas, pero lo cierto es que ya se ha hecho el experimento: vivimos en él.
Acaba de morir un sacerdote en Francia del que sabemos que estaba acogiendo a una persona inestable porque él lo ha matado, si no fuera así no lo sabríamos. ¿Cuántos casos más habrá que no conocemos?
El Padre Olivier Maire era un héroe anónimo y no nos habíamos enterado.
"Esta web está inquietantemente callada"
No se preocupe usted:
El mejor escribano echa un borrón.
San Felipe Neri, con el amare nesciri, creo que se incluía a él mismo, es decir, que no lo supiera o recordase ni él mismo.
Quizá escritores y lectores podamos aprender a imitarle repitiendo a menudo, y con tranquilidad, la paradoja de amare nesciri, amar no ser conocido.Concuerdo. Como yo lo veo, conlleva el buscar la gloria de Dios y no la propia, la que viene de los hombres. Como dice la Escritura:
¿Cómo podéis vosotros creer, si admitís alabanza los unos de los otros, y la gloria que viene del único Dios no la buscáis?Y realmente me cuesta imaginar a alguien que busque la gloria de Dios sin que ame el ser desconocido.
—Jn 5:44
Quien habla por su propia cuenta, busca su propia gloria; pero quien busca la gloria del que lo envió, ese es veraz, y no hay en él injusticia
—Jn 7:18
Que hoy haya escrito el padre Pedro Pablo de Schola Veritatis, relacionado en gran medida con lo que comentas tú, me ha resultado providencial. Pidamos a la Virgen María poder cantar con verdad, el Magníficat y la necesidad de abajarse para que Dios nos bendiga y podamos por su gracia, alabarle, dar a conocer su Nombre y su amor a quienes no le conocen y, en definitiva, que se haga su Voluntad en nosotros y en nuestras familias.
Escribano: ¿El silencio que percibes es real o es el que te gustaría a ti que hubiera? Esta página es de ayer por la noche, llevamos 14 comentarios. El anterior tuvo más de 100. Que el lobo enseñe la patita no engañó al cabritillo ¿te acuerdas?
Hace muchos años escribiste un (otro) magnífico artículo en el que comparabas a los cristianos con esos carteles de carretera que señalan una dirección hacia la que ir. Todos los leemos para poder encontrar el destino, pero apenas nos acordamos de cómo era el cartel una vez lo hemos empleado. Y eso exactamente lo que los cristianos somos: no somos el fin, somos una mera humilde señal que apunta hacia Dios y ayuda a los demás a encontrarlos. Quienes llegan a Dios no deben reconocer en nosotros ningún otro mérito intrínseco que ese, pero Dios emplea los carteles para que le encuentren, y esa es nuestra utilidad y nuestra gloria, ser un pálido reflejo suyo.
¿Qué importa si el cartel es grande, o hermoso, o pequeño, si la caligrafía es pura o torcida, o si está bien pintado y delineado o no? Sólo importa si lleva correctamente al destino. Si el viajante se queda fascinado por el cartel y se para a sentarse a contemplarlo, ese cartel no sirve para nada práctico
Siervos inútiles somos, hemos cumplido nuestro deber. Vasijas de barro, pero Dios, no sólo quiso hacernos la Gracia de emplearnos para el Bien (suficiente honor), sino que nos promete que si lo hacemos como conviene, compartiremos su morada por el fin de los tiempos, veremos su rostro cara a cara sin velos, entraremos en el banquete de bodas del Cordero.
Ante Dios nunca será un héroe anónimo. vale para cualquier cristiano de cualquier tiempo como valió para los requetés.
"pero ha habido épocas (demasiadas) en que sus propios abades o priores se labraban ostentosos panteones.."
Ha habido de todo, como en botica. De todas maneras, antes de criticar tendríamos que ver si nosotros hacemos una mínima parte de las penitencias, austeridades y renuncias que hacían esos mismos abades de las tumbas ostentosas. No vaya a ser que la viga esté en el ojo de nuestra época y nos dediquemos a ver las pajitas de las demás.
"Y en lo que respecta a esta web, a la que sigo desde hace como una década, fue otrora para mi como esa suave brisa y causa, aunque no única, de una conversión"
Bendito sea Dios, fuente de todas las bendiciones, y gracias por contarlo.
"creo que si el diablo no puede entrar por una ventana busca otra"
Eso sucede con todo lo bueno, porque el diablo no puede crear, solo pervertir lo bueno y creado por Dios. Y de todas las perversiones y tentaciones, la más sibilina es la soberbia. Tanto, que cayeron en ella los ángeles.
"San Felipe Neri, con el amare nesciri, creo que se incluía a él mismo, es decir, que no lo supiera o recordase ni él mismo"
Sí, la solución siempre, siempre está en mirar más a Dios y mirarnos menos el ombligo.
Es un requisito imprescindible el amare nesceri para quien tiene la misión, juaninabautística, como infocatolica, de gritar en el desierto ¡allanad los caminos del Señor! No es casualidad que el Bautista se va al desierto, y dice que es necesario que disminuya para que Él crezca, el cordero de Dios que no viene a animarnos la fiesta para pasarla un poco mejor en esta vida caduca, sino que viene a quitar el pecado del mundo para hacernos hijos de Dios por toda la eternidad.
Hablando de san Felipe Neri, escuché a un padre comentar que es impresionante la cantidad de santos que salieron del Oratorio, a pesar de ser una congregación pequeña. De eso se trata. No es casualidad que tal vez las mayores gestas de la Iglesia fueron efectuadas por monjes... y todavía hay cristianos que no entienden en qué consiste la opción benedictina, que creo que se podría resumir en amare nesceri, soli Deo.
Confiemos en Él y busquemos su reino. Y todo lo demás se nos dará por añadidura.
La vanidad, el orgullo, los celos, la envidia, la acedia, la desesperanza, la presunción, la ira, la pereza, la ambición y etc., etc. son cosas con las que siempre nos está tentando el Maligno.
Es bueno recordar la oración de renuncia.
Puedes hacer la voluntad de Dios con menos interferencias, aunque siempre hay algunas, porque el diablo suele meter la patita.
Si metes la pata lo saben menos personas, y haces menos daño.
Si de verdad fueramos conocidos, la mayoria de nosotros, bajariamos de categoria ante los demás. Y aunque de vez en cuando viene bien una humillación, hay que ser muy santo para llevar bien todas las que tendriamos que sufrir.
Cuando solo se ve la mano de Dios, todo es más bello, convence más, y da una perfecta alegria.
Había dos grandes sopranos en la misma época: María Callas y Renata Tebaldi, la segunda no podía ser anónima por su gran voz pero ya ha sido olvidada, mientras que la vida tormentosa de la primera hace que todavía se puedan ver reportajes sobre ella en las televisiones. Es decir, tener una vida no escandalosa no ayuda para fijar la atención del público.
Desde luego el anonimato evita el escándalo y también el conocimiento de las buenas obras, pero no todo el mundo lo soporta. Hay quién mata por un momento de "gloria" y una predisposición en el ser humano que le lleva a destacarse sobre los demás a como dé lugar.
El anónimo suele ser confundido con el mediocre y así lo interpretaron las feministas ante el papel de las amas de casa, que suelen ser anónimas por el tipo de trabajo que hacen y, sin embargo, hacen un papel fundamental tanto social como familiar.
Estar de acuerdo con el anonimato, y más aún buscarlo, corresponde a un modo de pensar particularmente cristiano e incluso hay personas que no pueden ser anónimas por tener un gran talento, pero hacen lo posible por conservar su privacidad, como fue el caso de la Tebaldi y solo se acuerdan de ella los melómanos, pero para acordarse de María Callas no hace falta ser particularmente aficionado al bel canto.
En la película "Un hombre para la eternidad" Moro aconsejó a una persona, abogado creo, que se hiciera maestro para evitar precisamente que se catapultara en la corte por ser un individuo de moral dudosa; naturalmente su consejo cayó en saco roto y aquel individuo subió a costa del perjurio.
Sí, de la manera como lo redacté parecería que insinúo que los oratorianos son monjes benedictinos o algo similar. Lo que quiero decir es que, los oratorianos, especialmente los fieles a su carisma fundador y conocedores e imitadores de San Felipe Neri, aún no siendo monjes, siguen la espiritualidad monástica. Como digo en mi comentario, ese amare nesciri tan repetido y practicado por el "Apóstol de Roma" no es más que el corazón de la espiritualidad monástica: vivir escondido con Dios y para Dios; pocas o más bien una sola cosa es necesaria, y todo lo demás viene por añadidura.
Cuando se piensa en espiritualidad monástica, se piensa en estar dentro de un monasterio rezando y el resto del mundo que se pudra. Pues no es esa la realidad, porque los monjes al unirse de una manera más intensa y pura con Dios, comienzan a ser instrumentos divinos para salvar el mundo, y por eso se observa la aparente contradicción de que fueron precisamente los monjes quienes construyeron la civilización occidental, la cristiandad. Quien no entiende esto, no logra entender lo que realmente es la "opción benedictina", y la importancia y relevancia que tiene hoy para los cristianos.
San Felipe Neri fue fuertemente influenciado por el monasterio de Montecasino, y fue precisamente en estrecho contacto y convivencia con estos monjes cuando descubrió su vocación religiosa. Luego iría a Roma, y siempre mantendría una espiritualidad monástica en su estilo de vida. De hecho, hay una anécdota reveladora a este respecto según la cual San Felipe fue preguntado por uno de sus discípulos sobre los monjes del desierto, cómo vivían, a lo que el santo respondió: vivían como vivo yo.
Puesto que así, podríamos mantenernos en contacto con usted a todas horas. Sería un gran servicio.
Pueden escribirme a:
espadadoblefilo @ hotmail.com
(sin los espacios)
Saludos.
Yo querría que me cantase usted habaneras, pero no a todas horas, sino a las 11 de la noche que ya estoy en la cama. Le mando mi número de teléfono por el correo.
El caso de los blogueros de Infocatólica es diferente porque ellos ya saben que no son San Felipe Neri, pero con el mismo celo predican a Jesucristo y eso es lo que vale.
Es importante saber quién es uno y quién no es, mas todos estamos llamados a ser confesores de la Fe con los talentos que hemos recibido. Es indudable que San Felipe Neri recibió muchos e hizo buen uso de ellos, pero al que reciba menos se le exigirá según lo recibido, no más.
El Ministerio de la Igualdad no existe en el Cielo.
De todas maneras, conociendo a los oratorianos de aquí de Mallorca, que resisten en la capital y en el interior y por los que siento un gran aprecio, no diría yo que son de una espiritualidad monástica. Me recuerdan más, sinceramente, a los jesuitas, como creo que debe de ser. Sin ser jesuitas, desde luego. La diferencia que da vivir en el mundo y el hacerlo al margen se siente siempre.
Sin pertenecer tampoco a esa espiritualidad, y por terciar de paso en la propuesta de Bruno, me gustaría recordar a nuestro gran san Juan de Ávila, tan poco leído como practicado, y sus grados de humildad, donde sube la apuesta: el más alto es “que de todo corazón desee uno ser menospreciado de todos”. Amare omnibus contemni, que diríamos imitando a san Felipe. Y así completamos la frase del Kempis del que éste la sacó (Imitatio Christi III,15).
Desde luego, un convento es buen lugar donde forjar ese amor por el olvido de todos, pero el amor del desprecio (que no tiene nada que ver con la abyección, pues radica en un profundo conocimiento de sí) de todos sólo puede forjarse en el mundo. La espiritualidad del curita de pueblo o de ciudad, y a los que tanto enseñaría nuestro san Juan, san Felipe y el Kempis si quisieran.
En el humanismo el cristocentrismo no desapareció, pero sufrió importantes ataques y erosiones. Y cuando uno lee la biografía de esos artistas advierte lo penetrados que estaban de fe. Creo que es más bien la visión posterior la que ha hecho que esos nombres signifiquen para nosotros por encima de su fe y de la que reflejan sus obras, tan mal entendidas desde el punto de visto espiritual. No dejamos de conocer el nombre de Duccio o Giotto, por ejemplo, que eran contemporáneos de los grandes teólogos medievales. Y conocemos a éstos por sus nombres, no como anónimos. El romanticismo y la ilustración, esos dos focos de ignorancia, han hecho mucho mal a la verdad.
En cuanto a los artistas no tengo ni idea de cuál era su fe porque no he leído sus biografías, el hecho de que no fueran anónimos no quita para que la tuvieran.
Es más, yo diría que el tal Pico della Mirandola podría pasar por un postmodernista perfectamente.
San Juan Pablo II le tenia mucho aprecio a la Catedral de Washington DC y al apóstol Mateo y celebró allí la Santa Misa.
Señor Bruno, muy agradecido.
Otra cosa es Maquiavelo, que no está en estas cosas. Que encontró un tiempo preñado para sus ocurrencias.
Le regalo una de las rimas más conocidas de Miguelángel:
Vorrei voler, Signor, quel ch’io non voglio:
tra ’l foco e ’l cor di ghiaccia un vel s’asconde
che ’l foco ammorza, onde non corrisponde
la penna all’opre, e fa bugiardo ’l foglio.
I’ t’amo con la lingua, e poi mi doglio
c’amor non giunge al cor; né so ben onde
apra l’uscio alla grazia che s’infonde
nel cor, che scacci ogni spietato orgoglio.
Squarcia ’l vel tu, Signor, rompi quel muro
che con la suo durezza ne ritarda
il sol della tuo luce, al mondo spenta!
Manda ’l preditto lume a noi venturo,
alla tuo bella sposa, acciò ch’io arda
il cor senz’alcun dubbio, e te sol senta.
Estremecedor, ¿no le parece, África? Creo que más de uno podríamos recitarlo con verdad.
Lo que ocurre, hasta donde he podido leer, es que al comienzo de la aparición de nuevas órdenes religiosas (siglos 12 al 16), todas tenían una espiritualidad monástica, sí, inclusive los jesuitas eran una especie de monjes misioneros al comienzo, como lo fueron, con sus respectivas diferencias, los monjes irlandeses en otra época, o los benedictinos que evangelizaron tantos lugares de Europa.. Y eso no es diferente en el caso de los oratorianos de aquella época, que buscaban seguir de cerca el ejemplo de su fundador, que llevaba un estilo de vida monástico. Con el tiempo, religiosos de vida apostólica fueron abandonando las costumbres de mayor tono monástico, tanto por el estilo de convivencia como por el estilo de rezo de la liturgia, y por otro lado, los monjes fueron abandonando su componente apostólico-misionera.
Hasta aquellos siglos 15 o 16, a pesar de las crisis, era normal en el clero llevar una espiritualidad monástica, como se ve en los canónigos regulares que mencionas. De hecho, era tan fuerte el impacto de los monasterios en la vida de los pueblos que se formaban a su entorno, que hasta los laicos tenían de cierto modo un estilo monacalizado de practicar y entender la espiritualidad cristiana. Pienso que fue el proceso paulatino de desmonacalización en la Iglesia lo que nos ha ido alejando poco a poco de las fuentes evangélicas a la hora de vivir nuestro cristianismo. Y por eso pienso que una remonacalización en el estilo de vida, oración y espiritualidad en toda la Iglesia, con sus matices dependiendo de la misión de cada quien, sería la clave para reformar la Iglesia, y volver de una manera real, encarnada, al Evangelio como lo vivían los apóstoles, que por cierto, pasaron 3 años (y algunos un tiempo más anteriormente con San Juan Bautista) digamos que monacalizándose con nuestro Señor. De hecho, el paradigma de la vida monástica es la Sagrada Familia en Nazaret (y también en Egipto).
Lo que cuentas de San Juan de Ávila me hizo recordar el célebre pasaje de la "alegría perfecta" de San Francisco, recogido en las Florecillas.
Como los extremos se tocan resulta que, de otra manera, también Moctezuma Xocoyontzin le daba a lo mismo sin necesidad de acudir a Platón, a la antigüedad clásica ni a la cábala. Los que contrastan con eso son las realistas tropas castellanas.
Y luego está la relación con el mundo. Y ahí la diferencia entre frailes y monjes creo que es innegable. Incluso palpable en sus escritos. Y también te la señalan ellos mismos.
La regla y los votos, desde luego, como elemento común, unifican a los tres. Y los distinguen tanto de laicos como del clero secular. O los distinguía, dada la mundanización y laicización del clero.
También estaban los terciarios, una rama muy importante de la vida de las órdenes religiosas que hoy parece olvidada (salvo en franciscanos y carmelitas descalzos, quizá). Y que nadie parece interesado por avivar. Hay alternativas a las abadías del siglo XII o XIII, donde un abad se las podía tener tiesas (o serle de gran ayuda) con un duque e incluso con un rey. No sé si es tiempo de abades o de terciarios como santa Catalina de Siena.
Hoy estas distinciones nos parecen finuras y todo lo vemos igual, monacato, pero le aseguro que tratando a unos y a otros, la diferencia, aun en estos tiempos, respira por algún poro, por debajo de todas las capas que el tiempo ha depositado encima. Fray Nelson se ve tan fraile, para lo bueno y lo malo, como los oratorianos de aquí se ven clero regular o los benedictinos del Valle monjes. Y para alimentar el espíritu unos y otros toman de aquí y de allá: san Bernardo fue un best seller para la reforma de las órdenes en España en el XVI, pero los jesuitas eran confesores preferidos por las carmelitas teresianas, y éstos aprendían de los autores de las órdenes mendicantes...
La adivinación, como hoy, era un instrumento popular para gestionar las inseguridades y el hambre de infinito de ciertas personas alejadas de o poco fieles a la Verdad suministrado por una casta dentro del saber popular (la formada por magos, brujas, nigromantes...) con una cierta técnica y con una utilidad (supuesta) práctica e inmediata. Por lo menos, para el que la echaba (la buenaventura, que ha mantenido su tradición entre los gitanos). No desconocida tampoco entre las clases pudientes, dentro de las que no faltaban quienes sabían hacerte una carta con el destino de sus familiares y amigos, o quienes buscaban a los mejores adivinos y los elevaban de categoría social (Nostradamus, Dee).
Que se cruzaran en algunos momentos no los hace equiparables. Y se cruzan siempre, por así decirlo, por arriba, no por abajo (el cabalismo de entonces era una especulación eruditísima): Ficino publicará un conocido refrito de textos mágicos que venían con los manuscritos platónicos. No obstante lo cual su discípulo Pico, más aficionado que Ficino a la cábala y él mismo especulador de la cábala cristiana, defenderá la verdad católica sobre la imagen de Cristo en su Apologia y se opondrá a las artes adivinatorias en sus Disputationes. Por eso le decía que la evolución de Pico no iba en el sentido de la Oratio, sino de la mayor ortodoxia.
Nada de rencor por mi parte.
Y tras un jejeje, acaba con que “La envidia es mala”. Como soy bastante lento, tardo en entenderlo, pero al rato pienso que se puede referir a mí, aunque no se dirige a mi persona. Vamos a lo de la envidia. Yo podría, Dios no lo quiera, envidiar la belleza de alguien, pero como me sobra, no hay de qué. O un chalé en la sierra y un cortijo en Granada o mucho dinero, pero no los quiero.
Yo, sin envidias, deseo para mí algo de la exquisita educación y la preclara inteligencia de los que la poseen y procuro aprender de ellos. Pero a quien se pica, se siente aludido por una broma a Bruno, envidia ninguna. Que lea las normas de uso de los comentarios y las cumpla y se porte decentemente, como un caballero: no insultéis, no ofendáis, vamos a tratarnos bien, no faltéis al respeto.
Yo lamento más ver que este blog incluye algún comentario faltón que el hecho de que el comentario vaya contra mí. El comentario mancha el buen clima que hay casi siempre aquí, desde que a Bruno dejaron de enviarle insultos salvajes que nada tenía que ver con el artículo. También me dolían, me quejaba, y Bruno no solía borrarlos. Me mencionó a uno que insultaba al rey David y aparece en 2 Samuel, 16.
Dios te bendiga!
¡Te equivocas! Aunque hay muchos errores e ignorancia en el texto (que condeno, la oportunidad y las alianzas ...), no es cierto que el mensaje diga construir sobre arena en lugar de roca ... ¡al contrario! ... Desafortunadamente, envié un mensaje crítico confiando en esta idea que, después de todo, fue malinterpretada por usted ... ¡a menos que la haya cambiado mientras tanto!
El mensaje ahí es:
"Si nos advierte que no debemos adoptar soluciones a corto plazo y aparentemente baratas para construir en la arena, en lugar de construir sobre la roca para que nuestra casa común pueda resistir las tormentas ..."
..NO deberíamos adoptar!
¡Debe rectificarse! ...
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