Como murciélagos
En el último artículo, hubo un comentario interesantísimo, al que no contesté inmediatamente, porque preferí quedarme pensando sobre el tema. Feri del Carpio decía que estaba cansado de tantas cosas que hace la jerarquía, en particular el Papa, y que llevan a una Iglesia cada vez con menos fe y más indistinguible del mundo (“masonificación” de la Iglesia, era el término que empleaba). También señalaba que, salvo milagro, veía difícil que viniera un buen Papa y que, desgraciadamente, con un Papa que no fuera bueno previsiblemente los obispos tampoco lo serían.
El comentario me llamó la atención porque refleja muy bien el estado de ánimo de una gran cantidad de creyentes (y cuando digo creyentes, me refiero a los que creen de verdad, a los que mantienen la fe, porque los que no la mantienen viven, más bien, en la indiferencia). Es un estado de ánimo que se caracteriza sobre todo por el cansancio. Cualquier católico que tenga ojos en la cara sabe que las razones para indignarse en la Iglesia abundan hoy, pero la indignación es un sentimiento fuerte e intenso que no se puede mantener mucho tiempo y, cuando se prolonga, termina casi necesariamente por dar lugar al cansancio y al desinterés. Varias personas dedicadas a la información religiosa, por ejemplo, me han dicho también que estaban cansadas y que su trabajo de informar se había convertido en un sacrificio, porque la necesidad de estar al día de tantísimas malas noticias eclesiales les resultaba muy penosa.
El comentario de Feri del Carpio es ciertísimo en el sentido de que manifiesta lo que tantos sentimos, incluido yo mismo muchas veces. En cierto modo, es testimonio de que hemos caído en una trampa de la que no se puede escapar, porque, si no nos indignamos ante los dolores y sufrimientos de nuestra madre la Iglesia, es que somos unos miserables descastados. Y, si nos indignamos y seguimos indignándonos un año tras otro, parece que, a la larga, necesariamente tenemos que terminar cansados y hartos de cualquier cosa que tenga que ver con la Iglesia. ¿Cómo no sentir cansancio? Todo lo que dice Feri es cierto y yo lo comparto, pero no puedo evitar sospechar que hay algo que se nos escapa en todo esto, que de alguna forma los árboles no nos dejan ver el bosque.
A veces pienso que los animales a los que más nos parecemos los seres humanos son los murciélagos y topos, porque somos cortos de vista como ellos. Nuestra miopía no nos deja ver el mundo como es en realidad y tenemos que ir a tientas. A menudo, huimos de la luz y nos refugiamos en la cómoda y agradable oscuridad. Incluso los cristianos, que hemos recibido la Luz de Cristo, nos asemejamos a aquel ciego a quien el Señor curó y que, al principio, decía: veo hombres, son como árboles que caminan. Jesús tuvo que poner de nuevo las manos sobre él para que fuera curado del todo y pudiera ver con claridad. Muchos de nosotros aún estamos en la etapa de vislumbrar sombras que se mueven, sin enterarnos mucho de nada, y a menudo esas sombras nos asustan. Vemos más cosas que los paganos, pero no entendemos bien lo que vemos y eso nos inquieta. Porque tenemos fe, somos capaces de ver los grandes problemas que hoy tiene la Iglesia, pero no entendemos por qué Dios permite esos grandes problemas y nos angustiamos.
Quizá el indicio más claro de que hay algo que no estamos viendo con claridad lo que sucede sea que nuestra situación actual, lejos de ser un indicio de abandono de Dios o una incitación a la duda y la desesperación, es la respuesta a la que probablemente sea nuestra oración más frecuente: hágase tu voluntad. Esa petición no es simplemente un murmullo más dicho sin pensar, sino algo peligrosísimo: es un cajón de dinamita, envuelto en una capa de plutonio y rociado generosamente con nitroglicerina. Cuando pronunciamos esas palabras, lo que estamos pidiendo no es otra cosa que estar con Cristo cuando Él las pronunció: en Getsemaní y en el Calvario, en la agonía del huerto y en la agonía de la cruz. ¿Y qué ha hecho Dios, a quien tanto se lo hemos pedido? Concedérnoslo.
A otras generaciones Dios las eligió para subir al Tabor, para que vivieran en tiempos de triunfo de la Iglesia y de manifestación clara del poder de Dios. También tuvieron dificultades y sufrimientos, claro está, porque vivimos en un valle de lágrimas, pero al menos podían cobrar ánimos al contemplar a la Iglesia como un ejército victorioso que luchaba contra el mal bajo el estandarte de la fe. Aunque muchos de sus compañeros de armas fueran tibios, porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos, podían mirar a su alrededor y encontrar pastores santos que los guiaban con sabiduría, grandes doctores que les enseñaban los misterios de la fe y religiosos humildes y castos que les hablaban del cielo.
A nosotros, en cambio, nos ha llamado para subir al Calvario, para velar en el huerto y para seguirle en oscuridad y en tiempos de apostasía generalizada en los que quizá esos pastores santos, esos doctores sabios y esas victorias escaseen más. Y nuestra bendición es quizá mayor por ello, porque no hay camino más directo para la intimidad con Cristo que estar con Él en la cruz. Ella es, en palabras de una antigua homilía, el “lecho de amor donde nos ha desposado el Señor”. Cristo nos ha elegido para estar con Él y para que eso suceda casi a solas, cuando los hombres le abandonan por millones. ¿También vosotros queréis marcharnos?, nos pregunta, con una ternura que rompe el corazón en mil pedazos. Es esa misma ternura la que nos ha concedido el regalo inigualable de poder amarle a Él y a su esposa la Iglesia en tiempos de derrota y desolación.
En cierto modo y por continuar con el símil militar, podríamos decir que Cristo rey nos ha elegido para el inmenso honor de ser su guardia. En la antigüedad, la guardia del rey estaba formada por los hombres que se consideraban más fieles y dignos de confianza, los que rodeaban al monarca en la batalla e iban siempre con él. Os pondréis en círculo alrededor del rey, cada uno con las armas en la mano. Permaneced junto al rey dondequiera que vaya. Eran aquellos en los que se podía confiar cuando todo estaba perdido, cuando el propio rey estaba amenazado, porque estaban dispuestos a caer en el combate por él o junto a él. Es decir, como señalaba el comentarista, en el momento actual de derrota y desolación. Ante ese honor, ¿qué podemos decir, sino vamos también nosotros a morir con él? ¿Qué más podemos desear? ¿Hay algún lugar de la tierra o de la historia mejor que el de estar a la derecha de nuestro Señor cuando las tinieblas crecen y todos huyen?
En cuanto uno lo piensa, se da cuenta de que esto es un misterio: ¿cómo es posible que Dios haya elegido para el momento decisivo, para acompañarle en las circunstancias más difíciles y para el puesto de mayor honor en la batalla a alguien como yo? ¿A mí, que soy más fanfarrón que Pedro, más bocazas que Felipe, más sinvergüenza como David y más blandito y apegado a las comodidades que el joven rico? Y, sin embargo, conociendo mejor que yo mismo la mezquindad y la roña de mis pecados, me ha elegido para estar a su lado y beber de su mismo cáliz.
Nada importan papas, obispos sin fe, teólogos heterodoxos, gobiernos ateos, políticos venales, cristianos traidores o multitudes tornadizas, porque no son más que personajes secundarios en este drama, en el que solo hay dos protagonistas: mi Señor y yo (y este último, por pura gracia). A la hora de la verdad, estamos a solas con el Solo. Él mismo y no otro, si le dejo, hará el milagro de darme la gracia que necesito para ser fiel cuando, evidentemente, no tengo fuerzas para serlo y todo parece estar en mi contra. No estamos hablando de un milagrito, un juego de manos de los que quería ver Herodes, sino de un auténtico milagrazo, porque es mucho más espectacular conseguir que un cobarde sin apenas fe como yo le sea fiel en estos tiempos de desolación que transformar el agua en vino. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
Todo esto no quiere decir que estos momentos de crisis tan dolorosa se vayan a volver mágicamente un lecho de rosas. La realidad es que la Iglesia pasa por un momento muy difícil y que Cristo nos ha llamado al combate, no a la comodidad. Los verdaderos honores siempre se aceptan como una carga y solo resultan llevaderos por ser signo de la confianza de quien los otorga. El sufrimiento no deja de ser sufrimiento, pero queda transfigurado cuando descubrimos que estamos sufriendo por Cristo, con Él y en Él. De alguna forma, el sufrimiento pierde su aguijón, que es la desesperanza. La salida de la trampa de la indignación y el cansancio solo puede estar en la esperanza sobrenatural, que es la menos predicada de las tres virtudes teologales. Sufrir con esperanza es completamente distinto.
En la pasión, reconozcámoslo, las cosas estaban bastante peor que ahora: toda la jerarquía de la Iglesia naciente había huido y negado a Cristo (con la excepción a ratos de San Juan), el mundo entero simbolizado en judíos y romanos estaba contra Él, incluso la gente sencilla se había transformado en una turba que exigía su muerte. Solo unas pocas mujeres había a su lado y un ladrón, que no podían hacer más que acompañarle temblando en el camino hacia el fracaso inminente, cruel, sangriento y definitivo. Y sin embargo, todo eso era parte del plan divino. Dios sabía lo que hacía y esa pasión era, en realidad, el camino hacia la Resurrección y la entrega de la vida eterna a todos los hombres. Aquellos primeros cristianos no lo sabían, ¡pero nosotros sí! A la pasión sigue la resurrección. Esa es nuestra esperanza, que lo cambia todo.
Podemos engañarnos diciéndonos que la causa de nuestro desánimo y nuestra acedia está en los obispos, el papa, los curas o quien sea, pero lo cierto es que somos nosotros los que no queremos ir con Cristo a su pasión. La culpa es de nuestra desesperanza y no de otros. ¿Y dónde podemos aprender esa esperanza unos cobardes como nosotros? En la mejor escuela de esperanza que existe en el universo, la de la madre y maestra, la de nuestra Señora de la Esperanza, que estuvo junto a la cruz y vio después a Cristo resucitado. ¿No se han preguntado nunca por qué San Juan fue el único de los apóstoles que permaneció con Cristo en el Calvario, mientras el valiente Pedro, el otro Boanerges y los demás se escondían como cobardones? Porque Juan fue allí de la mano de nuestra Señora, la llena de gracia y de esperanza: hijo, ahí tienes a tu Madre. Nuestra “solución” es la misma que él encontró: apretar la mano de nuestra Madre y saber que, con ella, no nos perderemos.
Ella nos guiará, aunque nosotros vayamos a ciegas y sin entender nada. Ella será la estrella que nos oriente en este mar tempestuoso que nos ha tocado, hasta que Jesucristo termine de sanar nuestra cortedad de vista, se nos abran los ojos y podamos contemplar, asombrados, las maravillas y los prodigios que hoy sigue haciendo ante nosotros, sin que casi nadie se dé cuenta. Vita, dulcedo et spes nostra, salve.
70 comentarios
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil,
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Habacuc 3, 17-19
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.
Porque hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abrahán, tu amigo;
por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.
Que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Daniel 3, 26-29.34.41
Pareces un Padre de la Iglesia. 😉
... mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.
Lucas 18, 8
Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
2 Tesalonicenses 2,3
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición
Mateo 24, 22
Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados
Dios le pague Bruno por éste Artículo que nos recuerda cómo encontrar ánimos para hoy y para el resto de tiempo que nos quede en este valle de lágrimas. Pero, sobre todo, muchas gracias por el honor que le hace a la mejor compañía que podemos tener y en la que radica totalmente nuestra esperanza, La Madre: “ Ella nos guiará, aunque nosotros vayamos a ciegas y sin entender nada.”
Que el Señor nos dé fe y valor para que cuando llegue el momento de la cruz, no estemos como Pedro -huido y llorando porque su cobardía le negó-, sino con Juan y la madre del Señor al pie de la cruz.
«la iglesia por tanto no tiene malos tiempo, si no, malos pastores, que son los menos y si muchos buenos pastores que luchan sin descanso por el triunfo del reino de Cristo.
Dios concede a cada persona un camino que sólo ella ha de recorrer. Es el proyecto que Dios pensó para cada uno. No hay dos caminos iguales, como no hay dos corazones iguales o dos formas de abrirse a su acción. En efecto, ese camino discurre fundamentalmente por las diversas experiencias de la cruz o las cruces que Él nos ha asignado. No estoy nada seguro que nosotros seamos quienes le acompañamos (y esto lo dice un adorador). Es más bien al contrario: es Él quien no se aparta de nuestro lado, a pesar de todas nuestras traiciones, caídas, olvidos y hasta desafíos. Además, ¿quiénes somos nosotros para acompañarle? Es una dignidad que nos excede. Como el oficial romano, soy muy consciente de que no soy digno de que entre en mi casa. Ha de bastarme su palabra para salvarme.
Como vengo de donde vengo, de lejos de Dios; y como me gusta lo que me gusta, sigo sintiendo predilección por los que buscan la Verdad sin saber bien lo que buscan, sin saber dónde buscar, pero sintiendo muy profundamente la necesidad de encontrarla, porque saben sin saber aquello que les daría plenitud. Yo suelo buscar todo esto en la poesía. Y como compartimos esta debilidad, o tentación tal vez, quiero copiar aquí un poema, con el mismo objetivo de ofrecer un cierto consuelo (y la belleza siempre lo es). Es de Francisco Brines, al que acaban de concederle el Premio Cervantes. Brines no es católico que yo sepa, aunque como todo español de su generación (nació en 1932), recibió una extensa y rica educación religiosa, de la que no sé hasta qué punto renegó. Extraigo el poema de la edición de su obra poética completa (1960-1997), titulada Ensayo de una despedida, editada por Tusquets (colección Fábula), en Barcelona, septiembre de 2011. La composición pertenece al último poemario suyo, La última costa, publicado en 1995. Estamos, pues, ante un poema de su etapa final, cuando el poeta se encamina hacia su ancianidad.
LA DESPEDIDA DE LA LUZ
Vente, luz, a mis ojos,
descansa tu fatiga
en ellos, tan cansados,
alíviame, y acábate
en el amor del hombre.
Antes que se dilate
la sombra de la noche
en que habrás de morir
y yo morirme,
álzame tu pañuelo
que, tras las montañas,
es un fuego de rosas,
y dime que la vida
fue un día fiel, y largo,
que supo de mi amor,
y amaré este cansancio.
Pd. He leído el soneto del artículo al que nos remite e igualmente me quedo admirado por su belleza poética. Gracias.
[2]Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche.
[3]Cuando digan: «Paz y seguridad», entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta; y no escaparán.
Porque no me resigno a ser un murciélago (especialidad gastronómica de Wuhan) ni un topo, me esforzaré dentro de mis posibilidades a intentar ver lo mejor posible.
Ciertamente, como en todas las grandes catástrofes sociales, la culpa es comunitaria y no vale buscar una cabeza de turco para descansar tranquilos a la noche.
Si en una cadena de transmisión los eslabones se autodestruyen achacando la culpa al motor o quejándose porque no han visto el proyecto del ingeniero, jamás funcionará.
Historia. Aprovechando todo lo que no querría que sucediera para su plan de salvación. Todo el pecado del mundo, toda la rebeldía contra Dios, todas las infidelidades de su Pueblo no son nada en
comparación con su Amor. No quiere positivamente muchas cosas, pero las permite. No para que alabemos el pecado o la rebeldía que tolera, si no para que libremente decidamos luchar contra el pecado y ser fieles hijos Suyos y de la Iglesia.
El Catecismo habla del fin de los tiempos de una forma misteriosa. Una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. Una gran apostasía, una última prueba en la que la Iglesia acompañará a su Señor en su muerte y su Resurrección. Muchos cuando miran el Occidente antes cristiano ven sin equivocación una Gran Apostasía. Por los que abandonaron la fe y se alejaron de Dios, colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías y por los que, dentro de la Iglesia, cooperan en su demolición interna, con sus graves y escandalosos pecados, con su rebeldía.
Podría ser que Dios no hubiera deseado el último concilio en el momento en que se produjo, es sólo una posibilidad, pero lo que es seguro, es que nada de lo que ha sucedido desde entonces, está dejado de su Mano. Puede que no quisiera la reforma litúrgica del post-concilio, pero es seguro que su Providencia actúa para sacar buenos frutos. La historia humana demuestra como cuando uno no se quiere contentar, dan igual todas las concesiones, siempre exigirá más. Un día pide una cosa y si lo consigue, pide la siguiente. El rebelde, cuando no quiere, no cesa en su rebeldía. No sirve para pararle la policía ni la cárcel. Volverá a su rebelión cuando pueda. Si esa es la naturaleza del rebelde, ¿merece la pena oponérsele siempre?
Pablo VI dijo aquella famosa frase de que se había colado el humo de satanás en la Iglesia. Dios no lo quería seguro, pero lo ha consentido. Desde entonces, muchos sacerdotes, obispos y cardenales se rebelan contra el Papa, contra los cánones, contra el mismo Concilio Vaticano II que incluso usan como justificación de cualquier posición contraria al propio Concilio. Si hay rebeldes dentro de la Iglesia, ¿no tiene acaso sentido que los Papas hayan dejado margen? ¿Oponerse a ellos no tendría iguales o peores consecuencias?
Llegado el momento, dejará a todos elegir su camino. Elegirle a Él o a uno mismo. Dejará a los rebeldes dentro de la Iglesia demolerla hasta sus cimientos. Dejará y suscitará almas fieles que se opongan a tanta rebeldía, pero no les dará el triunfo. Consentirá la Gran Apostasía y la última gran prueba de la Iglesia. La Esposa será crucificada, ¿pero lo consentirá el Esposo? No, se levantará triunfante ante todos los rebeldes, de dentro y de fuera de la Iglesia. ¿Quedará alguien con fe cuando vuelva el Hijo de Dios?
Misteriosa pregunta. Mi convicción es que sí, que Dios suscitará santos anónimos que se mantengan fieles hasta el final. Rézalo. Pídele al Señor la Gracia de estar entre sus elegidos, fiel a su Palabra y a su
Iglesia.
La Jerusalén celestial viene de arriba.
"pero ciertamente qué dolor y tristeza hasta ese instante"
Sin duda, el dolor no nos lo quita nadie. El mismo Cristo, como un signo para nosotros, renunció a beber el vino mezclado con mirra que le daban para atenuar los dolores de la cruz.
"parece ser que usted quiere estar a la derecha del Señor, y algo por el estilo pidió la madre de los zebedeos"
Je, je. Todos queremos estar a la derecha del Señor y el que no lo quiera no es cristiano: Mt 25,31-46.
El problema de los Zebedeos era querer la gloria y el honor, pero sin la carga que conllevan (cosa muy comprensible, por otro lado). Por eso el Señor les prometió que llevarían la carga y beberían el cáliz.
"También me ha parecido que se ha contagiado, como el papa reinante, de autorreferencialidad"
Bueno, yo no me cito como autoridad a mí mismo, al menos todavía, pero estoy considerando la posibilidad de pagar a unos cuantos lectores para que me elogien exageradamente de forma habitual, de modo que yo pueda desestimar modestamente sus elogios.
Fuera de bromas, creo que es algo bueno poner un enlace a posts anteriores donde se explican conceptos que salen en este, para no tener que explicarlos cada vez que aparecen de nuevo, ¿no?
"Aunque la higuera no echa yemas..."
A mí, personalmente, el rezo de la liturgia de las hora es una de las cosas que más me consuelan.
Tan cansados que ya sólo apetece decir ¿Quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, así como hizo Elías?
En fin, supongo que la elección de Judas Iscariote fue para lección nuestra de cómo vivir con un traidor en la paciencia y esperanza............lo malo que los que padecemos en el 2020 no se cuelgan ni comprándoles la cuerda.
"lo malo que..."
Ni en broma debe desearse el suicidio de nadie. No juguemos con fuego.
"Ánimo a todos, si yo he aguantado 50 años, ustedes también lo harán"
Amén.
"sin embargo, la Iglesia Católica no es suya, es de todos"
Mejor aún, es de Cristo, su esposa santa, católica y apostólica, y Él sabe cuidar de ella mucho mejor que nosotros.
Muchas gracias, me ha arrojado mucha luz en un momento de debilidad.
Gracias, gracias de nuevo.
Con todo el respeto un saludo en Cristo.
Para Munilla, el problema de la Iglesia no es la apostasía patente de buena parte de la jerarquía sino el misticismo exacerbado, al que desacertadamente llama "Iluminismo", sin reparar que esa palabra tiene una acepción aceptada que es muy definida y muy diferente.
Para solucionar tal "problema", no se le ocurre mejor cosa que exhortar a la obediencia a dicha jerarquía apóstata. Sin quizás advertir, que el misticismo que tanto le preocupa, pueda ser una reacción ante la apostasía jerárquica.
La gente anda desesperada y busca explicaciones. Y si no las encuentra, se las inventa. Pero el rey, os guste o no, no sólo está desnudo sino que es un exhibicionista.
¡Muchas gracias por estas palabras!
En el Señor.
Va a haber un cisma. Pero ningún obispo se rebelará publicamente, ni clavará 100 tesis en la puerta de su categral, sino que será un cisma de hecho. Realmente, pienso que lo ha habido ya. Cardenales, obispos y sacerdotes quedan ya lejos del cristiano. Por supuesto hay excepciones, que brillan como faros en la tiniebla.
No se agobien, todo llegará. Hay que purgar 60 años, y eso no se hace en un día. El "hecho biológico" está en contra del progresismo eclesial (¿quién querría ser sacerdote de la Iglesia de la Pachamama?).
Lo dicho, todos en nuestros puestos y paciencia.
Apoyemos a quien hay que apoyar y no apoyemos a quien no lo merece. Moralmente, socialmente y económicamente. Tampoco es tan dificil.
Más arriba hay comentarios con citas a la BIblia más que suficientes.
"Muchas gracias, me ha arrojado mucha luz en un momento de debilidad"
Me alegro de que le haya servido. Si he escrito estas cosas es porque comparto esa debilidad y necesito la misma luz.
Gracias por su comentario. Tengo que señalarle, sin embargo, que la idea es hablar sobre los temas tratados. Venir a criticar las "actitudes" de los blogueros y comentaristas no sirve de nada. En primer lugar, porque a nadie le importa lo bueno o malo que sea yo, por ejemplo. No es un tema de interés público. Y segundo, porque esas afirmaciones son poco más que un desahogo. Del mismo modo podría decir yo, por ejemplo, que en su comentario se trasluce una actitud obsesionada por mantener a toda costa la ficción de que todo es estupendo, causada por el miedo a la inseguridad y por la necesidad sectaria y contraria a la fe de la Iglesia de defender que los líderes lo hacen todo bien. ¿Aportaría algo un comentario así? Nada. Más bien se trataría de un insulto que otra cosa. Para desahogos de ese tipo, mejor hacerlos en casa o con un amigo tomando un café. En cualquier caso, este no es el lugar.
Si a usted el tema tratado (a saber, la sensación de cansancio y desánimo ante las continuas causas de indignación que se encuentran en la Iglesia) no le interesa, entonces con no comentar todo arreglado.
Aparte de eso, creo que conviene que se dé cuenta de que lo que decía en su comentario es lo que los ingleses llaman un strawman, un hombre de paja, que consiste en atribuir a los contrarios una postura ridícula que en realidad no defienden, para luego refutarla victoriosamente. ¿De dónde saca que en este artículo se vea el presente "oscurantistamente" (creo que no entiende bien lo que significa la palabra) y triunfalistamente el pasado? Lo único que se dice en el artículo que pueda tener una lejana relación es señalar que estamos en un momento muy difícil y de crisis de la Iglesia y que ha habido otros momentos en que no había esa crisis (y otros momentos del pasado con crisis enormes también). Nada de triunfalismos ni "oscurantismos". Al contrario, hasta donde puedo ver, que vivimos en un tiempo de crisis es algo tan evidente que nadie lo puede negar.
En América, las apostasías y conversiones al cristianismo, se cuentan por millones y millones. Varios países que eran católicos se han convertido en países de mayoría protestante y otros van camino de ello. En Europa, las apostasías no son menos numerosas, solo que hacia el agnosticismo y el ateísmo. Y la gran mayoría de los católicos que quedan no creen en la fe de la Iglesia ni tampoco en sus grandes preceptos morales, como se puede ver inmediatamente preguntando a la salida de cualquier Misa o (más tristemente aún), preguntando a los catequistas de infinidad de parroquias. En España, hace tan poco tiempo regada con la sangre de los mártires, todos los indicadores de catolicismo están por los suelos: los bautizos, las bodas por la Iglesia (que ya son casi irrelevantes desde el punto de vista estadístico), la asistencia a Misa, etc., por no hablar de que los "católicos" votan a partidos inmorales prácticamente en la misma proporción que los no católicos, se divorcian igual y viven inmoralmente de mil maneras igual y lo mismo sucede, mutatis mutandis, en casi todos los otros países católicos. En toda Europa y Norteamérica han tenido que fusionarse y se siguen fusionando todos los años cientos y cientos de parroquias porque están vacías. Las vocaciones sacerdotales y religiosas nunca en la historia habían sido tan escasas e, incluso entre los que las abrazan, los porcentajes de abandono son aterradores. Yo en persona he conocido decenas y decenas, muy probablemente cientos de sacerdotes que no creían en la fe de la Iglesia y he leído las declaraciones de otros muchísimos, que siguen en sus puestos inculcando esa falta de fe (y en algunos casos su odio a la Iglesia) a los fieles. Incluso muchos obispos dan a entender frecuentemente que no creen esa fe, a veces indirectamente pero otras con toda claridad. Los obispos alemanes han declarado sin lugar a dudas, seguidos por la mayoría de sus fieles, que rechazan frontalmente la moral de la Iglesia y lo mismo hicieron, públicamente durante los sínodos de la familia otros muchos obispos, incluidos obispos españoles, sin la menor consecuencia. El arzobispo de Washington, que acaba de ser nombrado cardenal, ha declarado públicamente que dará la comunión a Joe Biden, a pesar de su terrible papel a favor del aborto y las más graves inmoralidades. El mismo Papa ha aprobado que los adúlteros públicos, sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda, comulguen el Cuerpo de Cristo y ha afirmado que Dios en ocasiones quiere que pequemos o que no recibimos suficiente gracia para dejar de pecar, además de ofuscar o negar la doctrina sobre la pena de muerte y la guerra justa, rehacer la Pontificia Academia para la Vida llenándola de miembros abortistas y contrarios a la moral de la Iglesia, presidir una oración en torno a los ídolos en el propio Vaticano, hacer multitud de afirmaciones escandalosas, igualar asombrosamente la fe cristiana y los errores de los musulmanes, criticar una y otra vez a los malvados proselitistas que predican el Evangelio, desear "buena onda" a la gente en vez de bendecirles o dedicar su tiempo a hablar de todo menos de anunciar a Jesucristo.
Ningún católico puede negar que estamos en una crisis terrible. Solo el empeño de cerrar los ojos ante lo evidente, una gran ignorancia sobre la situación de la Iglesia o la falta de fe podrían llevar a que alguien lo negara.
Que haya habido otras épocas muy duras en la Iglesia (algo que todo el mundo sabe) no le quita ni un ápice de gravedad a esta terrible crisis que atravesamos. Y decir que las crisis son crisis no es contemplar el presente "oscurantistamente". Ese argumento es como decir que los Evangelistas miraban su presente oscurantistamente y el pasado triunfalistamente porque resaltaron lo terrible que era la Pasión. Sería absurdo afirmar algo así. Al relatar la vida pública contaron los momentos difíciles y los de triunfo, porque hubo ambas cosas. Y al contar la Pasión, contaron la Pasión como fue, terrible. Precisamente por eso pudieron alegrarse con la Resurrección.
¿Fueron culpables de mirar su presente "oscurantistamente" San Atanasio, Santa Catalina de Siena, San Pedro Damián y un largo etcétera de santos que criticaron durísimamente las causas de las crisis que sufría la Iglesia en sus épocas respectivas? La verdad es la verdad y cuando la verdad es dura, las palabras que la describen deben serlo también.
Un saludo.
Hasta donde puedo ver, el comentarista que escribe como "Don Minutella" no es el P. Minutella famoso, sino uno de los variados trolls que escriben para intentar crear confusión. Me temo que a los trolls hay que o bien borrarles o refutarles con contundencia, para que no confundan a los lectores de buena fe.
Saludos.
Recordé que en tiempos anteriores al Vat II un santo predicador como lo fué el Cardenal colombiano, Monseñor Aníbal Muñoz Duque, misionero de Yarumal, dijo algo que le capté y seguí escudriñando a fin de ser capaz de perdonar... en el silencio: pedir ¡La Venganza del Espíritu Santo!
Es la respuesta que se me ocurre, a tanta "desesperanza" en la iglesia de hoy... de la mano de Nuestra Señora de La Esperanza!
Se refería Monseñor, a que Dios llamó a Saulo y le dió una vuelta de 180° y lo convirtió en San Pablo!
Es lo que nos queda ante tanta tibieza... y desinfle de la catolicidad por el momento duro que nos toca vivir.
Pedir ¡La Venganza Del ESPÍRITU SANTO! Para que llene de Su Espíritu de Amor toda la tierra! "El mundo muere de frío... la Tierra sin Paz no ve ... "
¡Ven, Señor! digámosle, con Amor en el Adviento que comienza. Y sintamos la Presencia del Amor en Su Respuesta Navideña.
Es cuestión de amarle en el Amor de María, la Llena de Gracia! No, no es "referencialidad... ni otras cosas..." es :
Es un acto más de Fe - Esperanza- Caridad que Él se goza en pedirnos hoy. ¡ Gocémonos en Su Querer y divina Voluntad!
Un sacerdote guía del MCC movimiento Cursillos de Cristiandad se burlaba de ésta frase de la Salve Regina. Luego se pasó a guiar un Grupo de Emaús...
No sé en la actualidad... pues le escuché predicar años más tarde en un humilde pueblo, donde todos quedaron escandalizados: "El sexo no es pecado" sin dar más explicaciones al respecto, y se refería a que no era necesario el Matrimonio Sacramental para regularlo.
Por supuesto que le escribí unas palabras y no contestó ni se dio por aludido... ¡Qué mal se ha hecho a la moral católica en la Iglesia!
No serás profeta ni hijo de profeta, pero, gloria Dios, bien que denuncias y bien que anuncias. Junto con otros hermanos de este portal.
Non praevalebunt...
"Ustedes se pondrán en círculo alrededor del rey, cada uno con las armas en la mano. Cualquiera que intente forzar las filas morirá. Permanezcan junto al rey dondequiera que vaya» (2Reyes, 8).
Gracias Bruno...como siempre esperanza y tranquilidad en el núcleo de la tormenta.
+
vendavales, por los que anda pasando la barca de Pedro, sin que su actual
timonel, sepa el rumbo a seguir o lo desvíe una y otra vez.
Artículo para nada pesimista, sino como buen médico, que no engatusa con
falsos diagnósticos, cuando lo más saludable consiste en comprobar lo grave de la situación.
Excelente no menos el nutrido comentario a Andrés.
Que nuestra Madre dolorida en el Calvario, nos reciba a todos como a Juan y que sepamos acogerla en nuestras vidas.
Reiteradas gracias.
Idolatrar a la jerarquía haga lo que haga no me parece muy cristiano. No se, P. Iramburu que pensará. Pero en ese particular, hoy sabemos que la comisión episcopal fue un fraude.
Y, finalmente, recomiendo también la teología del Cardenal Tomas Spidlik.
Creo que, de vez en cuando, conviene dejarnos "resetear" a fondo por el Espíritu Santo.
“la esperanza sobrenatural, que es la menos predicada de las tres virtudes teologales”.
“La culpa es de nuestra desesperanza y no de otros. ¿Y dónde podemos aprender esa esperanza unos cobardes como nosotros? En la mejor escuela de esperanza que existe en el universo, la de la madre y maestra, la de nuestra Señora de la Esperanza, que estuvo junto a la cruz y vio después a Cristo resucitado”.
“Porque Juan fue allí de la mano de nuestra Señora, la llena de gracia y de esperanza: hijo, ahí tienes a tu Madre. Nuestra “solución” es la misma que él encontró: apretar la mano de nuestra Madre y saber que, con ella, no nos perderemos”
“Ella nos guiará, aunque nosotros vayamos a ciegas y sin entender nada. Ella será la estrella que nos oriente en este mar tempestuoso que nos ha tocado, hasta que Jesucristo termine de sanar nuestra cortedad de vista, se nos abran los ojos y podamos contemplar, asombrados, las maravillas y los prodigios que hoy sigue haciendo ante nosotros, sin que casi nadie se dé cuenta. Vita, dulcedo et spes nostra, salve”.
Palabras sabias, Bruno, que he citado por separado para subrayarlas mejor.
Ciertamente estamos en un mar embravecido y en plena oscuridad. Debemos confiar que María nos ilumine con su Aurora, y nos permita ver que el Cielo convive con la tierra, porque Cristo ha querido enviarnos su Luz en estos tiempos de extremas tinieblas. La Virgen es algo así como una Galaxia que nos envuelve a nosotros, a los ángeles, y al universo todo. Es un MISTERIO, la Obra por excelencia de Dios (S.L. de Montfort), en la cual culmina toda perfección divina ad extra, fuera de Él. No fue suficiente la Creación que nos presenta el relato del Génesis, para colmar el AMOR CREADOR INFINITO de Dios. NECESITÓ crear a María a fin de saciar su Sabiduría, Amor y Poder creadores, que no podían agotar los coros de los ángeles. Por ello, cuando Cristo ASUME TODO LO CREADO sobre Sí, “todo subsiste en Él” (Col 1, 17), ), “reuniendo todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra, en Él” (Ef 1, 10) lo hace MEDIANTE la intervención de María, quién le ofrece su Corazón Inmaculado, ante todo, y luego su Seno Virginal, a fin de que haciéndose Hombre-Dios ASUMIERA LA HUMANIDAD y la CREACIÓN TODA. Porque ningún ser creado, ángel , ni hombre, ofrecían la dignidad, pureza y plenitud de gracia, que permitieran al VERBO asumirlos de modo inmediato, sino que fue necesaria la MEDIACIÓN de María a fin de que por medio de Ella, Cristo, como HOMBRE, entrara en posesión de “las cosas de los cielos y de las de la tierra” (Ef. Id.), esto es, de los ángeles, de los hombres y del cosmos. Así, la Aurora de María tiene la Misión de MEDIAR ENTRE Cristo y la humanidad, iluminando el Cielo y la tierra de modo de disponer el tramo del camino que hoy conduce a la Parusía del Señor. En el Cielo, María alista las cortes celestiales; en la tierra prepara a la Iglesia y a los hombres a trabajar bajo su Conducción. Esta es la REALIDAD DE NUESTRO TIEMPO, la que IMPORTA conocer y vivir en ESPERANZA ARDIENTE, seguros de que la cizaña que hoy nos daña y hace sufrir, está siendo arrancada por los ángeles en manojos para el fuego, mientras el TRIGO es guardado en el granero del Señor.
Bruno he de decir que me parece que el que acaba de deformar su propio artículo es usted. Habla de que he manipulado su discurso al hablar de triunfalismo del pasado, frente a oscurantismo del presente, y lo único que he hecho es referir lo que usted dice textualmente a continuación.
A otras generaciones Dios las eligió para subir al Tabor, para que vivieran en tiempos de triunfo de la Iglesia y de manifestación clara del poder de Dios.
A nosotros, en cambio, nos ha llamado para subir al Calvario, para velar en el huerto y para seguirle en oscuridad y en tiempos de apostasía generalizada en los que quizá esos pastores santos, esos doctores sabios y esas victorias escaseen más.
Quizá le haya entendido mal, pero no me puede negar que de sus palabras se puede interpretar por lo menos, una visión cercana a pensar que actualmente estamos en los últimos tiempos, o que vivimos el tiempo de la apostasía profetizado....
Es verdad que matiza diciendo que también tuvieron complicaciones, pero
Por otro lado este papa también tiene cosas buenas por mucho que ustedes se nieguen en decirlo. Su exhortación a la pobreza evangélica, a evitar la hipocresía cristiana o el fariseísmo, el deseo de que exista una verdadera cercanía entre pastores y fieles o el énfasis en el kerigma y en la misericordia divina como la esencia de la fe me parece que son cosas muy positivas, y enraizadas en el evangelio.
¿Cómo puedo hacer para convencer a un católico despistado de que la Iglesia está en crisis, pero sin escandalizarlo?
Saludos cordiales.
"Creo que, de vez en cuando, conviene dejarnos "resetear" a fondo por el Espíritu Santo"
Yo diría que eso no significa nada. Y si significa algo me temo que es la enseñanza herética de Joaquín de Fiore. El Espíritu Santo no resetea nada, sino que, al contrario, afirma lo que hemos recibido. Si no lo hace, es que no es el Espíritu Santo, sino otro espíritu mucho menos recomendable.
"¿Cómo puedo hacer para convencer a un católico despistado de que la Iglesia está en crisis, pero sin escandalizarlo?"
Yo diría que aun católico despistado hay que convencerle de que se tome el catolicismo en serio, crea la fe con todas sus consecuencias, practique la moral católica para emular a Cristo aunque sea contra el viento y la marea del mundo, ame sobre todas las cosas a Dios trino y uno y sea fiel caballero de nuestra Señora, pida la intercesión de los santos, lea sus escritos, medite la Escritura, haga oración, aprecie el gran tesoro que es la Tradición de los Apóstoles, ame a la Iglesia, se esfuerce por practicar la virtud, ame a sus enemigos y bendiga a los que lo maldicen. O al menos quiera hacer todo eso, con la gracia de Dios y dentro de su fragilidad. Si se le convence de estas cosas, no hará la falta convencerle de que la Iglesia está en crisis, porque antes o después lo verá él solito y tendrá las armas para no escandalizarse.
"Bruno, Luis Fernando no se dan cuenta de que por un lado me dicen que yo estoy juzgando sus actitudes"
Nadie le ha dicho eso, como puede comprobar fácilmente. Lo que le he dicho es que no desvíe el tema desde lo que estamos discutiendo, que es algo que interesa a todo el mundo (la crisis de la Iglesia y cómo encararla), hacia algo que no interesa a nadie (si yo soy muy bueno o muy malo). Creo que está claro.
"a la vez que hablan genéricamente de jerarquía apostata. No se dan cuenta de que llamar a alguien apostata es decir que el en el fondo del corazón ha renegado de Dios, algo que solo realmente Dios puede saber, y ustedes lo dicen con una ligereza impresionante"
Confunde usted dos cosas muy distintas. Si alguien públicamente niega la fe de la Iglesia... es que no cree en la fe de la Iglesia. No hace falta razonar mucho para verlo. Algo muy diferente es la culpabilidad subjetiva que pueda tener esa persona y que solo conoce del todo Dios, porque quizá actuó por ignorancia, tuvo malos profesores, es muy débil o cualquier otra cosa que solo Dios sabe. Pero la cuestión objetiva de que niega la fe católica está ahí para que todos la vean y no es algo que solo Dios pueda saber. En la historia de la Iglesia se ha hablado de la apostasía de muchísimas personas.
"Bruno he de decir que me parece que el que acaba de deformar su propio artículo es usted. Habla de que he manipulado su discurso al hablar de triunfalismo del pasado, frente a oscurantismo del presente, y lo único que he hecho es referir lo que usted dice textualmente a continuación"
Eso es evidentemente falso. En su comentario anterior usted solo ha dado su propia interpretación (disparatada) de lo que he dicho.
"A otras generaciones Dios las eligió para subir al Tabor, para que vivieran en tiempos de triunfo de la Iglesia y de manifestación clara del poder de Dios. A nosotros, en cambio, nos ha llamado para subir al Calvario, para velar en el huerto y para seguirle en oscuridad y en tiempos de apostasía generalizada en los que quizá esos pastores santos, esos doctores sabios y esas victorias escaseen más"
Si lee su propia cita textual verá que no hay ni "oscurantismos" ni triunfalismos. Solo una constatación evidente para cualquiera: vivimos en un tiempo de crisis y ha habido épocas en la Iglesia en las que no había crisis como esta. Esto es algo innegable. ¿O es que usted lo niega?
"Quizá le haya entendido mal, pero no me puede negar que de sus palabras se puede interpretar por lo menos, una visión cercana a pensar que actualmente estamos en los últimos tiempos, o que vivimos el tiempo de la apostasía profetizado...."
Esto es pura invención. Da usted una cita en la que no aparecen ni triunfalismos, ni "oscurantismos", ni últimos tiempos, ni nada que se le parezca... y pretende deducir todo eso. Eso no es ni siquiera entender mal, es prescindir por completo de lo que digo y atribuirme cualquier cosa que a usted se le ocurra. Así no se puede argumentar, porque es un diálogo de sordos, ya que no lee nada de lo que le digo.
No tengo ni la más remota idea de si vivimos en los últimos tiempos o no. Aunque tampoco entiendo qué problema habría en creerlo.
"Por otro lado este papa también tiene cosas buenas por mucho que ustedes se nieguen en decirlo"
¿Quién ha negado eso? Sería absurdo negarlo, porque todo el mundo, absolutamente todo el mundo, tiene cosas buenas. No existe el mal absoluto. De nuevo, nos atribuye usted algo completamente inventado y además absurdo. ¿De verdad no ve que esa forma de actuar impide discutir racionalmente?
"Su exhortación a la pobreza evangélica, a evitar la hipocresía cristiana o el fariseísmo, el deseo de que exista una verdadera cercanía entre pastores y fieles o el énfasis en el kerigma y en la misericordia divina como la esencia de la fe me parece que son cosas muy positivas, y enraizadas en el evangelio"
Si lo piensa un poco, verá que no basta con que un Papa o un obispo "también tengan cosas buenas", porque, como le decía, todo el mundo tiene cosas buenas. De un Papa o un obispo se tiene derecho a exigir que lo que enseñen sea siempre acorde con la doctrina de la Iglesia. No solo a veces, sino siempre. Y, como le mostraba antes, eso hoy muchas veces no sucede y por eso (entre otras cosas) estamos en una crisis terrible.
Por otra parte, nuestro Papa actual, que como usted dice tiene innegables cosas buenas, no se caracteriza precisamente por el anuncio del kerigma, sino más bien por evitar ese anuncio a los que no creen y criticar el proselitismo. Y me gustaría recordar que la misericordia divina no es la esencia de la fe (si lo fuera, tendríamos la misma fe que los musulmanes); la esencia de la fe es el credo.
Saludos.
"Y las instrucciones son claras para la guardia personal del Rey"
¡Muy buenas la cita! Voy a añadirla al cuerpo del artículo.
Aprecio también que digas que tú mismo escribes desde la oscuridad, pidiendo luz, porque nos invita con más fuerza a reconocer en nosotros también esa oscuridad y a pedir esa luz, como ese ciego Bartimeo en las afueras de Jericó, que clamaba "¡Jesús, hijo de David, ten piedad mí!". Recién escuché el comentario de que la pregunta de Jesús "¿Qué quieres que haga por ti?" aparentemente estaba demás, pues era evidente que el hombre estaba ciego, y necesitaba recobrar la vista, pero que tal vez le hizo la pregunta para que nosotros al leer o escuchar ese Evangelio, pudiéramos hacer nuestras las palabras de su repuesta: "Maestro, que yo pueda ver."
En mi caso, pienso que la principal causa de mi ceguera hacia las realidades exteriores es mi ceguera hacia el interior: veo solo borrosamente los obstáculos que por mi ego pongo para ese cajón de dinamita envuelto con plutonio y rociado con nitroglicerina pueda explotar, no veo con claridad mi rechazo a la voluntad de Dios, mi falta de sinceridad cuando digo: "hágase tu voluntad", por estimarme más de lo que conviene, o sea por estimarme un dios, y no criatura, y más aún, hijo del Dios Vivo, y por eso no puedo ponerme en sintonía con la voluntad de Dios en todos los acontecimientos, lo que me permitiría entrar en la realidad de la vida cristiana como la describe San Pablo en su carta a los romanos (Rm 12,9-12): podría amar con sinceridad, tener horror al mal y pasión por el bien, amar cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos, con solicitud incansable y fervor de espíritu servir al Señor, alegrarme en la esperanza, ser paciente en la tribulación y perseverante en la oración.
Es muy cierto eso que dices de que la esperanza es la menos predicada de las tres virtudes. Siempre escucho hablar a los predicadores que la espiritualidad cristiana consiste en unirnos a Dios por el conocimiento (fe) y el amor (caridad), pero no suelo escuchar que para atrevernos siquiera a recibir esos dones de conocimiento y amor que sobrepasan nuestra naturaleza, necesitamos de la esperanza. Pienso que la Virgen María Santísima es madre de nuestra esperanza, no solo por ser la Madre de Cristo, que es una esperanza, ni tampoco solamente por haber sido ella la que estuvo firme al pie de la cruz animando y recibiendo como hijo al único discípulo que fue capaz de llegar a la cruz, sino que estos dos motivos son de ciertamente consecuencia de uno previo: en María Dios ya ha realizado la victoria que en nosotros está solo en esperanza. María, libre de toda mancha de pecado, llena de gracia, es el jardín donde se ha hecho visible la victoria de Dios, es la que ha podido rezar con completa sinceridad: "hágase tu voluntad" y "se alegra mi espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humillación de su esclava".
Según Soloviev la presencia del Espíritu Santo en el ser humano es una presencia de Amor, que no pide nada para sí y no intenta realizarse según ninguna forma particular de existencia. No quiere autoafirmarse, sino simplemente dar la vida, vivificar. No necesita de ninguna fuerza superior ni de talentos externos porque no actúa para sí y no realiza lo suyo, sino que su tarea es solo comunicar el contenido divino.
Sin el Espíritu Santo que da el Amor, todo está vacío, mudo y destinado a morir. Podemos incluso construir, podemos llegar a ser poderosos, grandes, consolidados, pero la vida se nos va de las manos y nosotros, a su vez, resbalamos dentro de una existencia triste.
Le miró y le amó
Todo hombre anhela
no los ojos, sino la mirada
que como beso
hace pasar el soplo de la vida
como el viento del sur
que lleva lluvia y calor del sol
y hace florecer los desiertos
en las estancias de nuestra carne
su mirada en nuestras venas
derrama el cáliz de sangre
que primero llena de Espíritu Santo
y nuestros ojos se encienden
en mirada en que los ojos hambrientos
hacen pasar esa aurora
que a nuestros cuerpos no deja tramontar.
Sí podríamos estar viviendo los últimos tiempos y la gran Apostasía.
Como dice Bruno, no lo sabemos por adelantado. Alguien, o nosotros o nuestros descendientes, verán eso. Creer lo contrario es contrario a la fe de la Iglesia.
Ciao
Por otro lado viendo sus artículos, usted incide recurre mente en la crisis de la iglesia actual de una manera continua hablando de los errores de la conferencia episcopal, o del papa, o de tal obispo... Bien usted hace mucho énfasis en ello, no me dirá que no, y hombre a mi me parece que muchas cosas que se dicen del papa o de los obispos son matizables, y creo que se habla de manera poco prudente. Es por esto que me parece que critica mucho a nuestra actual iglesia, mientras que otras veces habla de gloriosos doctores o de grandes santos que hacían brillar la iglesia. Actualmente también se dan, y por otro lado no me parece ni apostata, ni hereje el actual papa, cosa que aquí se dice continuamente, criticando todo magisterio reciente de forma continuada.
Respecto a la crisis de la iglesia, mire solo puedo decir que sí, el mundo actual no es favorable, que hay muchos problemas para creer en la actualidad para la gente, que nos falta valor, que nos falta fe, bueno realmente algo que merece la pena decir es que los cristianos nunca tenemos razones reales para desanimarnos, porque no hay nada realmente en esta vida que pueda separarnos del amor de Cristo como dice San Pablo, y por tanto mientras estemos con el, nada realmente nos puede hacer temblar ni desanimar en lo profundo de nuestro corazón.
Por cierto para los musulmanes que yo sepa creo que la esencia de su religión no es la misericordia. De hecho en ellos no hay redención al modo cristiano, ni mucho menos, lo que tienen es predestinación, tu me dirás que misericordia es esa.
"Yo digo que una actitud demasiado beligerante con el papa o la jerarquía acaba siendo contraproducente".
La pregunta sería, cuando Wilton Gregory, recién ordenado cardenal por el Papa, dice publicamente, que el le va a dar la comunión a Biden, que a su vez ha declarado publicamente, no solo que está a favor del aborto, sino que va a obligar a financiarlo en el caso de trabajadores a su cargo, o a cooperar en otras circunstancias, asi como con la ideólogia de genero, ¿cual cree que debe ser la postura del seglar fiel ?:
1.- Callar
2.- Corregirle privadamente, el acceso es dificil.
3.- Corregirle publicamente, al ser su declaración pública
4.- Escribirle al Papa, que a pesar de saber de sus declaraciones, le ha nombrado cardenal
Por supuesto rezar por él, pero es que la Iglesia es de todos, no solo de la jerarquia, cuando defendemos la doctrina de la Iglesia estamos defendiendo a Cristo.
Muchas veces nos da la sensación de que nos están robando la Iglesia Católica y la están convirtiendo en un escaparate del mundo, con aspecto religioso.
El caso del cardenal Wilton Gregory, no es un caso aislado, entre los cardenales recien nombrados, también esta Grech, que recientemente ha sido nombrado secretario general del sínodo de los obispos, que tiene un documento firmado por él cuando era obispo de Malta, en el que declara que deben ser los propios divorciados vueltos a casar con relaciones, los que deben decidir si pueden comulgar.
Esto es un goteo continuo de desafueros, o connivencias con la ideologia del momento.
La Iglesia es de Cristo, y no de estos señores, la beligerancia es muy poca, porque ahi siguen tan panchos, nadie les llama la atención, y son la jerarquia, pero no son Dios.
Jesus ya predijo que iba a haber malos pastores, a los cuales les iban a arrebatar las ovejas el lobo, pues habrá que reunirse las ovejas e intentar que el resto del rebaño no sea engañado y caiga en las garras del lobo.
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