Casualidades de la vida (II)
Al volver de Francia este verano, escribí un artículo titulado “Despierta Francia“, en el que me lamentaba por el hecho de que tantas iglesias estén vacías o prácticamente sin culto. Me decidí a escribirlo al ver la enésima iglesia vacía en un pueblo de Lorena, cuyo nombre será mejor omitir.
Como es lógico, seguro que existen muchas y muy complejas causas para la descristianización de Francia, pero a veces encuentra uno pequeños indicios que ayudan a explicar procesos y sucesos muy amplios. Pues bien, no sé que pensarán los lectores, pero yo me planteo la siguiente pregunta: ¿será casualidad que en esa iglesia que ya sólo tenía culto ocasionalmente por falta de sacerdotes se encontrase el siguiente cartel? (que pueden ver en la foto):

He leído un artículo norteamericano sobre arquitectura religiosa que me ha parecido tan interesante que he traducido los primeros párrafos para el blog (y sí, en este caso y sin que sirva de precedente, cuando digo “interesante” quiero decir que expresa a grandes rasgos lo que yo pienso sobre el tema). Si Dios quiere y tengo tiempo, otro día traduciré el resto del texto.
El otro día, al hilo de un artículo en el que se mencionaba la liturgia tradicional, una lectora, Esperanza, preguntaba porqué en la forma extraordinaria del rito latino (lo que la gente suele llamar la “misa antigua en latín") una buena parte de las oraciones las recita el sacerdote en voz baja, de manera que los fieles no las oyen. Probablemente a muchos les sorprenda, pero esto no es algo exclusivo de la liturgia antigua. En la forma ordinaria de la Misa (la liturgia habitual, la de Pablo VI), también hay unas muchas oraciones que el sacerdote dice en voz baja.
Ofrezco hoy el tercer post de la serie que me envió Cristhian, desde El Salvador, sobre el adulterio y la forma de evitarlo o cómo salir de él cuando ya se ha cometido ese pecado. Todo ello visto desde la fe y desde la voluntad de Dios para los esposos, considerando el matrimonio como una verdadera alianza, en la que participan no sólo el marido y la mujer, sino también Dios.
    
            
            
            
            
            
            
            


