Los sacerdotes, el matrimonio y el celibato
En mis dos primeros años de ministerio recibí el encargo de ser profesor de religión en el instituto público. De entre las muchas experiencias desagradables que tuve, una que suelo recordar con frecuencia es la furibunda agresión verbal que me propinó un profesor de filosofía ante una atónita y repleta sala de profesores. Este compañero debió considerar que algo de lo que dije en una conversación de la que él no formaba parte era tan intolerable que ameritaba una reprensión pública. Entre gritos y tartamudeos expresó su odio hacia la Iglesia, los sacerdotes en general y hacia mí en particular, haciendo énfasis en lo detestable que consideraba la sotana que vestía. Una de las cosas en las que incidió fue en lo ofensivo que consideraba que personas célibes hablen sobre el matrimonio.