InfoCatólica / Más duro que el pedernal / Categoría: Opinión

27.09.21

Los pequeñuelos que creen

Alguno pensará que tengo algún tipo de manía con el blog de Bruno Moreno, porque ya he respondido a varios de sus artículos. Lo cierto es que, aunque todos los blogs de Infocatólica son excelentes, el blog de Bruno es uno de los mejores e intento no perderme ninguno de sus artículos.

Hoy quiero puntualizar una cosa al último que ha escrito («De la boca de los comentaristas y los niños de pecho»). Había comenzado a escribirlo como comentario, pero he preferido hacerlo como un artículo breve. Al hacerlo así me pongo en una posición difícil, porque es uno de los temas en los que hay que caminar en el filo de la navaja. Con todo, lo he hecho en otras ocasiones y no veo por qué no habría de hacerlo hoy también.

Bruno comenta las palabras del Papa en una reunión con jesuitas en Eslovaquia. Las reproduzco:

«Estoy pensando en el trabajo que se ha realizado —el Padre Spadaro estaba allí— en el Sínodo de la Familia para hacer entender que las parejas en segunda unión no están ya condenadas al infierno.»

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12.08.21

La Misa nueva y la continuidad imposible

Después de la publicación del Motu proprio Traditionis Custodes, la reacción de muchos sacerdotes bienintencionados ha sido insistir en que el camino a seguir es el de la celebración fiel de la Santa Misa según las normas establecidas en el Misal posterior al Concilio Vaticano II. El P. Iraburu ha publicado un estupendo artículo, como todos los suyos, manteniendo esta misma tesis. Él mismo ha anticipado que el artículo tiene dos partes más, por lo que no es mi intención replicarle, puesto que no ha terminado toda su exposición.

Sin embargo, sí me gustaría señalar un problema ante la sugerencia de celebrar la Misa de Pablo VI «como Dios manda» que hace el P. Iraburu y los buenos sacerdotes antes mencionados. El problema es que la Misa de Pablo VI, antes llamada forma ordinaria del Rito Romano y ahora única forma (salvo autorización del obispo) del Rito Romano, no puede entenderse como tal si no es continuidad con la Tradición. Creo que los sacerdotes ante los que levanto esta objeción estarán de acuerdo conmigo. Pero añado: sin la pervivencia y vitalidad de la Liturgia tradicional, tal celebración «como Dios manda», en continuidad con la Tradición, es imposible.

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25.05.21

Necesitamos a San Gregorio VII

La Iglesia ha sufrido muchas crisis a lo largo de la historia. Es algo normal, teniendo en cuenta que, como dice Jesucristo al Padre sobre sus discípulos, la Iglesia no es del mundo, pero está en el mundo. Precisamente muchas de esas crisis han venido por las relaciones entre la Iglesia y el mundo, y esa doble realidad que tiene, de no ser de él, pero estar en él. Y sin duda una de las crisis más profundas fue la que se vivió en el llamado «siglo de hierro», que corresponde, más o menos, con el siglo X d.C., aunque se extiende hacia el XI.

Como no estoy especializado en historia, no entraré en los pormenores de la situación de la Iglesia durante ese siglo. Sólo diré que, simplificando un poco, la profunda crisis que se vivió derivó de la subordinación del poder eclesial, y en particular del papado, a los gobiernos temporales del mundo. Europa vivía una época de fragmentación, tras la caída del imperio carolingio, que llevó a duras luchas de poder entre los señores feudales, los cuales tendían a aumentar su poder de forma ilimitada, sin ningún contrapeso que los frenara. El nacimiento del Sacro Imperio Romano Germánico no solucionó el problema de la incapacidad de la Iglesia para limitar el poder temporal, porque se perdió el equilibrio que se había alcanzado entre el Papa y Carlomagno.

En ese contexto aparece Hildebrando, monje cluniacense que, tras ocupar cargos de gran responsabilidad al servicio de algunos papas, fue elegido por aclamación popular como Romano Pontífice en 1073, llegando a ser Gregorio VII.

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24.05.21

Católicos peruanos piden a los obispos del Perú que recuerden las condenas de la Iglesia al comunismo

AnticomunismoHoy, lunes 24 de mayo, van a ser recibidos en la sede de la Conferencia Episcopal Peruana los dos candidatos para la Presidencia de la República del Perú, que contienden en la segunda vuelta de las elecciones generales que tendrá lugar el próximo 6 de junio.

Ya hicimos mención aquí de la primera vuelta de las elecciones, dedicando además un programa de La Sacristía de la Vendée a este tema. Como sabrán, en la primera vuelta resultaron vencedores Pedro Castillo y Keiko Fujimori. Pedro Castillo es un dirigente sindical con posiciones claramente marxistas, más claras aún en su colaborador más cercano, Vladimir Cerrón. Keiko Fujimori es hija del controvertido expresidente de la República Peruana, Alberto Fujimori, que ha sido candidata en la segunda vuelta de las elecciones generales varias veces, siempre resultando derrotada, aunque con el apoyo de casi la mitad de los electores.

Con ocasión de esta reunión, un grupo de católicos ha publicado una carta, a la que se pueden sumar adhesiones, pidiendo a los obispos peruanos que recuerden el magisterio de la Iglesia sobre el comunismo, que ha sido siempre claramente condenatorio. En la carta hacen una cuidada enumeración de distintos pronunciamientos pontificios y episcopales, desde 1846 hasta el Catecismo actual. Los autores de la carta recuerdan la reciente aprobación del martirio de la religiosa peruana María Agostina Rivas López, que llevará a su próxima beatificación, a manos del grupo terrorista maoísta Sendero Luminoso, con cuyo brazo político mantiene vínculos probados el candidato comunista.

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23.01.21

Ante el terrorismo de blasfemias

Profanaciones en EspañaEn la segunda mitad del s. VII, en pleno esplendor del Reino Visigodo, San Ildefonso de Toledo, Capellán de la Virgen, cuya fiesta litúrgica se celebra hoy, componía el tratado de La Perpetua virginidad de María. En él defendía la fe de la Iglesia, proclamada siempre por los cristianos, de que la Madre de Dios es Virgen antes, durante y después del parto. Esta verdad había sido rechazada por algunos herejes y contra ellos el santo obispo toledano defiende así la virginidad de María en el parto:

«Acaeció una vez ser madre la que era virgen; ocurrió que engendrase la que permanecería no ajada por el modo de engendrar. Aconteció que pariese con una desconocida forma de parto. Sucedió que se mantendría íntegra con el Hijo la que no había experimentado mengua con el esposo. Pero se trata de algo inapreciable, incomprensible, inenarrable, admirable, de algo jamás oído, visto, conocido y anteriormente ocurrido: que la virginidad brille con la concepción, que la virginidad acompañe al parto, que la gestación selle a la virgen, que la virginidad aprecie a la madre y también que la glorifique; que la preñez de la madre honre a la virgen, que la virginidad alcance el honor materno y el honor virginal se conserve en la fecundidad de la madre»

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