Nada que perder
En El Príncipe, Maquiavelo trata de aconsejar a los gobernantes, desde la experiencia de la historia, sobre cuáles son las actitudes y cualidades que sirven para conservar el poder y hacer frente a los enemigos de un reino. Lo hace desde un pragmatismo muy propio de una época infectada de nominalismo, por lo que no se preocupa de si el gobierno es justo o de si el fin que persigue es el bien común, sino de cómo el príncipe debe evitar que el poder le sea arrebatado. Ante todo, debe evitar el odio del pueblo, y mantener un equilibrio entre ser temido y ser amado. Acerca de lo que hace odioso al príncipe, dice Maquiavelo:
«Hace odioso, sobre todo, como ya he dicho antes, el ser expoliador y el apoderarse de los bienes y de las mujeres de los súbditos, de todo lo cual convendrá abstenerse. Porque la mayoría de los hombres, mientras no se ven privados de sus bienes y de su honor, viven contentos; y el príncipe queda libre para combatir la ambición de los menos que puede cortar fácilmente y de mil maneras distintas».
Es evidente que no comparto en absoluto las ideas de Maquiavelo respecto al gobierno, pero no se le puede dejar de reconocer que, en su pragmatismo, tiene mucha razón en muchas cosas de las que dice. Y los gobernantes que traten de mantener el poder a toda costa, harían bien en hacer caso a sus consejos.
El gobierno de la Iglesia comparte, en muchísimos aspectos, los criterios, virtudes y defectos, de los gobiernos civiles de la época. En una época de buenos gobernantes, es normal que uno tenga buenos pastores (y viceversa). Pero en una época de malos gobernantes… en fin. Dejo al criterio de los lectores juzgar si la época actual lo es de buenos o malos gobernantes.
En otros artículos de esta bitácora me he referido a algunas cuestiones que afectan por igual, a mi juicio, al gobierno civil y al gobierno eclesiástico. Acuñé el concepto de «misericordia represiva», que sería el uso de la misericordia para las posturas tradicionales en la Iglesia, desde el concepto de «tolerancia represiva» de Marcuse; defendí la necesidad de una censura objetiva en la Iglesia como único medio de evitar la autocensura totalitaria, que pretenden normalmente aquellos que desprecian aquella; insistí en que la monarquía eclesiástica debe estar «bien templada», como insiste el P. Mariana, para evitar los males que vienen de un gobierno destemplado.
Nadie dice que el gobernante eclesiástico deba ser un pusilánime y que no usar de la disciplina cuando sea necesario para mantener el orden necesario. En épocas bastante recientes muchos nos hemos quejado de que esa disciplina no se ejerciera con un mínimo de firmeza, o, sobre todo, de que sólo se ejerciera sobre un grupo (siempre el mismo) de súbditos. Pero incluso cuando, persiguiendo el fin que se pretenda, bueno o malo (¿quién soy yo para juzgar?), el gobernante deba reprimir o castigar, ha de hacerlo con una cierta mesura. Y esto desde un punto de vista pragmático, porque, como dice Maquiavelo, «no puede reputarse por fácil el asalto a alguien que tiene su ciudad bien fortificada y no es odiado por el pueblo».
Aquí voy a emitir un juicio particular, opinable, aunque creo que será compartido por bastantes: que en estos últimos años a los gobernantes eclesiásticos se les ha ido la mano a la hora de reprimir a los que consideran contrarios a su gobierno. Y esto es un gran error que se volverá rápidamente en contra de los mismos gobernantes y su gobierno, lo cual, creo yo, será un mal para todos.
Y si uno quiere ver quiénes son considerados como contrarios al gobierno eclesiástico actual, no tiene más que mirar la información religiosa y ver hacia dónde llueven los palos. Hace unos días, el mercenario anti-Iglesia José Manuel Vidal, apuntaba con nombres y apellidos los blancos hacia los que se deberían dirigir los ataques. Esto resultaría inocente si no se tratara de un agente financiado por organismos del gobierno eclesial, lo que hace pensar que posiblemente no escribe sólo desde su propia iniciativa. Yo me mostré indignado de no verme recogido en tan ilustre lista, junto a mis queridos amigos, algo que quedó rápidamente subsanado por nuestro cavernícola residente.
Pero la cosa no queda sólo en insultos, sino que se pasa a la acción. La lista de misericordiados es ya muy larga, pero quizá el caso más sonado últimamente ha sido el de la purga «estalinista» del Instituto Juan Pablo II.
No voy a hacer leña del árbol caído, pero me resulta muy curioso ver que muchos de los misericordiados sólo han empezado a hablar claro después de haber caído en desgracia. ¿Alguno todavía se acuerda de que el Card. Müller (todavía prefecto de la CDF) escribió un prólogo lleno de elogios a un libro que defendía la lectura heterodoxa (ahora oficial) de la Amoris Laetitita? Ojo, entiendo perfectamente la buena voluntad de los que han preferido mantener un silencio «prudente» mientras permanecían en sus cargos, desde los que hacían, indudablemente, un gran bien a la Iglesia. Pero esto, y el hecho de la libertad con la que muchos de ellos han hablado después de recibir una dosis de misericordina, me reafirma en la impresión de que la represión en el gobierno eclesiástico actual, se está excediendo hasta un punto en el que Maquiavelo se echaría a temblar.
El hecho es que los que estamos en la larga lista de los misericordiados (me atrevo a incluirme en ella, sin dar más detalles), no tenemos ya nada o casi nada que perder desde el punto de vista eclesial. Y esto es muy peligroso para el gobierno de la Iglesia, sobre todo si (y digo «si» porque intencionalmente no me pronuncio sobre esto) es un gobierno que pretende imponer su autoridad al margen del bien y la justicia. E insisto en que incluso si dudara de las buenas intenciones de gobierno eclesial (y me refiero a todo gobierno eclesial, no sólo al de más alto grado), pienso que una fractura fatal entre súbditos y gobierno sería un mal para toda la Iglesia, que la dejaría expuesta al asedio de los enemigos.
Como hay quien ha hablado de estalinismo, me ha venido a la cabeza un fragmento de la impactante novela «El primer círculo», de Solzhenitsyn, que creo resume claramente lo que quiero decir. Y el que tenga entendederas para entender, entienda:
«—¡Se equivoca, ciudadano Ministro! Los duros ojos de Bobynin brillaron con odio. ¡No tengo nada, me entiende, nada! Usted no puede poner sus manos sobre mi mujer ni mi hijo, una bomba ya lo hizo antes. Mis padres están ya muertos. Todo cuanto poseo sobre la tierra es mi pañuelo, mi abrigo y mi ropa interior no tienen botones -hizo la demostración descubriéndose el pecho- por orden del gobierno. Ustedes se han apoderado de mi libertad hace mucho, y no tienen poder para devolvérmela porque no la tienen ustedes tampoco. Tengo cuarenta y dos años, y ustedes me han encajado tanto como veinticinco. He estado ya en trabajos forzados, he llevado números en la frente y en el pecho, esposado, con perros de policía, en una brigada de régimen riguroso. ¿Qué otra cosa hay con la que puedan amenazarme? ¿De qué pueden privarme? ¿De mi trabajo como ingeniero? ¡Perderían más que yo! Me voy a fumar un rato. Abakumov abrió una caja de Troikas especiales y se la tendió a Bobynin.
—Sírvase de éstos.
—¡Gracias!, pero no cambio de marca. Esos me hacen toser. —Y tomó un Belomor de su propia cigarrera. —Entienda de una vez, ustedes son poderosos en tanto que no le hayan quitado todo a la gente. Porque la persona a quien le hayan quitado todo, ya no está en poder de ustedes. Es libre otra vez.»
22 comentarios
Es una gran verdad, y eso los hace terriblemente peligrosos para los tiranos, sean laicos o eclesiales.
¡Tiemblen!
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FJD: Ojo, que mi tesis es que la fractura que esto supone en la Iglesia no acabo de ver que pueda ser un bien. Aunque en parte comparto su entusiasmo.
-Es que usted confunde al pueblo sencillo- Ya, seguro.
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FJD: Pues el caso es que yo en esa página en en la única que puedo expresarme con libertad.
Uno de los mayores tiranos de la historia de mi Patria se llamaba Plutarco Elías Calles, que intentó por todos los medios desaparecer la religión católica. Nuestros abuelos intentaron, como buenos cristianos, por medios pacíficos corregir la situación, pero no fue posible y entonces se utilizaron otros medios y se inició la guerra cristera.
No creo que en la Iglesia se llegue a tanto pero si se debe mostrar valor hay muchos obispos que han callado por conveniencia, y han dejado hacer y deshacer a un grupo de traidores a Jesucristo pero llegado el momento se debe tomar una decisión:
¿Vender el alma al diablo por canonjías o permanecer fiel a la religión de mis padres? El sínodo del Amazonas parece un buen momento para decidirse.
Me parece que la pobreza no es solo material, es también espiritual.
Si miramos desde la religión, los pobres son los que no conocen o rechazan a Dios.
Todos estamos llamados a pensar en las cosa de arriba, no solo, en las de la tierra
Que la política necesita esta mirada no hay duda, se le debe advertir en todas estas clases de pobrezas, inmoralidad, impurezas, pasión desordenada, malos deseos, Col 3, 2-3.
Poner sobre los hombros de los políticos la carga de la pobreza por parte de la Iglesia es totalmente injusto, todo debe ser ordenado a un bien común, de lo contrario se apodera, el caos.
Por tanto, no se trata de que los Obispos se hagan más ausentes todavía, si ello es posible, sino de que defiendan lo que tienen que defender.
Porque tampoco se puede en la Iglesia hablar de "gobierno más o menos fuerte", así, sin más, sino que hay que precisar si se es fuerte o no en la defensa de la fe o en el ataque a la misma, es una diferencia muy fundamental y que lamentablemente en estos días es muy actual.
Saludos cordiales.
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FJD: Yo opino, sin embargo, que en la Iglesia ha habido siempre más libertad, y eso permitía que la Iglesia se renovara.
No conozco su caso personal (aunque no me consta que haya tenido que dejar su parroquia o vivir de la caridad familiar, por haberle sido negado el pan y el sustento, como a otros en época de Ratzinger como prefecto de la CDF) pero ¿Defiende usted de verdad que el caso de Muller, que simplemente fue sustituido al acabar su mandato, son los mismos que con Kung, Rahner, Congar, Haromg de Mello, Ranke Heineman, y otr@s?
¿De verdad defiende usted eso sin que se le caiga la cara de vergüenza?
¡Señor, que tropa!
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FJD: ¿Puede usted decir, sin que se le caiga la cara de vergüenza, que alguno de los misericordiados haya sido un hereje de la talla de Küng?
Gracias.
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FJD: La teología moral no es mi área de experiencia, así que no podría responder con precisión. De los autores recientes, suelo recomendar a Pinckaers, que me parece un gran tomista.
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FJD: Dejé un artículo a medio escribir sobre este tema. No desvelo la respuesta.
Estoy de acuerdo. Uno señala los objetivos porque sabe que puede hacerlo, y de paso, por si hubiera algún despitado, es un justificar la apertura de la veda.
"—Entienda de una vez, ustedes son poderosos en tanto que no le hayan quitado todo a la gente. Porque la persona a quien le hayan quitado todo, ya no está en poder de ustedes. Es libre otra vez."
Libres. Del todo.
Si se vieran con los seminarios vacíos, lo mismo reaccionaban. O lo mismo no. Total... dirán "que apechuguen los que vienen detrás".
Dicho lo cual, añado que estoy absolutamente de acuerdo con el párrafo que empieza así: "No voy a hacer leña del árbol caído..."
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FJD: Lo de los seminarios vacíos parece casi parte del plan. Si resulta que unos pocos seminarios sí tuvieran vocaciones y los demás no, resultaría bastante claro quién lo hace bien y quién no. Solución: que estén todos vacíos.
Pero como no lo hicieron, aquellos que destruían y destruyen la fe de millones están hoy encaramados al frente y fumigando a quienes osan plantarles cara.
Ahora bien, los que formáis parte de las hordas de Satanás no prevaleceréis.
Y con la vida relgiosa, idem. No hay más que ver al cardenal brasileño y al arzobispo gallego que se encargan de ese negociado.
Dirán que es el soplo del Espíritu Santo, que quiere dar el protagonismo absoluto a los laicos. Por supuesto, laicos progresistas, modernistas y de izquierdas.
"Represión inmisericorde" que según usted ejercieron San Juan Pablo II y Benedicto XVI, es expresión que suena a folletín romántico.
También se la aplicaban los etarras a sí mismos antes de asesinar; y con la misma clarividencia y exactitud en el juicio.
El segundo paso ha sido ya la pérdida casi total de la confianza de los laicos en sus obispos. La situación ha empeorado porque la Santa Sede no ha cumplido la promesa de publicar la documentación acerca de ex-Cardinal McCarrick, ahora el Sr. McCarrick, y la reunión de obispos celebrada en febrero bajo la dirección del Cardenal Cupich de Chicago muy conocido por su apoyo al tema LGBT, y se atribuye al "clericalismo" el problema y la palabra "homosexualidad" no aparece por ningún lado, aunque es el "elefante en el salón" (como decimos en inglés). El tercer paso es la pérdida de la confianza en el Papa y el aparato del Vaticano. La declaración de Francisco en el avión cuando viajaba a África que le honra que los católicos estadounidenses lo critiquen no ha hecho más que empeorar la situación. También muchos sacerdotes fieles a la doctrina de la Iglesia de siempre se sienten frustrados por ser considerados "rígidos". Uno de ellos publicó una carta abierta al PF.
Creo yo que un paso fundamental para que se supere esta situación es que se reestablezca la justicia en la Iglesia y se tome en serio el Derecho Canónico que a mi parecer se ha convertido en papel mojado. ¿Como es posible que se reduzca a obispos al estado laical con un mero proceso administrativo sin que pudieran defenderse y sin que tuvieran una posibilidad de apelación. Además de McCarrick, hay dos casos en Chile que conozco. Uno que era Arzobispo de La Serena y que lleva 17 años retirado en un monasterio, creo en Alemania, que tiene 86 años y con Alzheimer ha sido reducido al estado laical. Otro, que era Obispo de Iquique, de 54 años le sucedió lo mismo pese a que tanto el tribunal de primera instancia y La Corte de Apelaciones de Iquique hayan sobreseído el caso por falta de pruebas o que se ha demostrado que los hechos denunciados se dieron. Estos han sido "misericordiados" como otros muchos. ¿Desde cuando en la Iglesia se puede reducir al estado lo a un obispo sin que tenga posibilidad de defenderse de las acusaciones? Creo que nunca hasta ahora. Otro caso en Chile: el de Fernando Karadina, que bajo Benedicto XVI fue enviado a un monasterio como castigo y hace unos meses fue destituido del ministerio. Tiene también más de 80 años. ¿Como se puede condenar a uno e imponerle una pena, y luego imponerle otra pena mucho mayor años después mientras cumple la primera y no haya otro delito o denuncia?
En cuanto a los profesores del Instituto Juan Pablo II, su caso se ha publicado por doquier y han recibido mucha simpatía, pero ¿Qué hay de profesores de seminario u otros institutos lejos de Roma que han sido defenestrados sin que se les diera una posibilidad de defenderse de falsas acusaciones? Me consta que no son pocos. ¿No que la tergiversación del lenguaje era costumbre del comunismo? Pues ahora tenemos en la Iglesia lo que se denomina "misericordiar", que es un ejemplo de la práctica de los comunistas con el lenguaje asumido por la Iglesia.
Si no comparte en absoluto las ideas de éste, ¿porqué lo recomienda?
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FJD: Porque Maquiavelo pensaba que lo que está por encima de todo es mantener el poder del príncipe. Yo pienso que por encima de todo está el Bien Común.
Sin embargo, Maquiavelo tiene razón en lo que dice en cuanto a la habilidad de los gobernantes por mantenerse en el poder.
Rodolfo no te da VERGUENZA defendiendo a tanto aglo sajon? otras? cuales otras?
Saludos cordiales.
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