Se agotó la sed de Dios?
Tengo la impresión de que a muchos nos atrajo Joseph Ratzinger porque siempre supo hacerse preguntas difíciles y, responderlas, además.
Porque uno se hace también preguntas difíciles pero, la respuesta, se queda casi siempre en el ámbito del misterio por no poseer conocimiento, no saber cómo adquirirlo o por cualquier otra razón. Sin embargo, yo me fio de la Gracia y por eso, aunque algunas preguntas se queden en el misterio, solo será temporalmente ya que, de alguna forma, tarde o temprano, obtengo respuestas. Así debe suceder a todos los sencillos de este mundo que, por bautizados, compartimos en el Espíritu del Creador.
Las preguntas difíciles que se hizo J. Ratzinger fueron del tipo: “Por qué pertenezco todavía a la Iglesia? Por qué soy todavía cristiano?” lo menciono por hacer alusión al título de uno de sus libros publicado en el año 2005 y que hace tiempo leí.
Las preguntas que me hago no son de ese calibre pero igual, para mi necesitan respuesta. Son del tipo: Cómo explicar que una parroquia distante no más de 500m de una congregación religiosa, no consiga mover a los fieles de la manera en que lo hacen los religiosos? Yo misma, me pregunto: Qué me hace preferir asistir a una misa con canto gregoriano y polifonía (ya que casi no escucho por mi problema de audición) a una celebración con guitarras? Se trata de un afecto desordenado de mi parte o se trata de que –verdaderamente- deseo ofrecer a Dios lo que en justicia merece?
En uno de sus libros Ratzinger mencionaba que la Iglesia se ha venido llenando de estructuras influidas por nuevas formas de pensamiento, tal parece que, lo que se tenía no basta y que falta “hacer algo nuevo”. Sin embargo, cambian, introducen, modifican, remodelan y todo sigue varado, más lo “de antes” o “de siempre” se mantiene firme, mueve a conversión y a perseverancia. Miren nada más lo que se viene haciendo en el Santuario Nacional Catedral Metropolitana y que mencioné en el artículo anterior.
Como les digo, yo no sé dar respuesta, por eso, solo observo y espero.
Lo que me entusiasma es observar. Observo cómo el padre Jorge González Guadalix aborda el desafío de ser párroco rural y de muchos adultos mayores. Observo cómo el carisma del Camino Neocatecumenal nos ha dado familias numerosas colmadas de fe; observo al Opus Dei, también a los Legionarios de Cristo, y a todos aquellos de los que recibo destellos de lo bello, bueno y verdadero. Mucho de ello, también lo observo en personas que andan por la calle, me refiero a bautizados como cualquiera de nosotros, de los que recibo el impacto de actos de misericordia extraordinarios. Auténtica gracia.
Y, me pregunto también, qué fue lo que pasó que ya no parece imprescindible hablar de la Gracia de Dios? Ni tampoco confesar con mayor frecuencia y generosidad. Casi nadie menciona lo determinante para nuestro destino final el vivir en pecado? Ya no tememos al infierno? Suponemos, quizá, que por negarlo ya no existe? Porque somos “almas” con cuerpo, como dijo un autor católico alguna vez. El cuerpo es un accidente, nuestra alma es eterna. Sea eterna para la vida o para la muerte.
El caso es que dicha alma tiene sed de respuestas. Esa sed es de Dios por lo que es una sed infinita.
Me aproximo a lo que llaman la “vejez”, o sea, a los 65. Eso me hace feliz porque en este país, bendito Dios, el Estado se esfuerza en tratarnos bien. Me felicito también porque cada día me aproximo a mi destino.
Es curioso, han visto cómo la pupila humana se asemeja en forma y funcionamiento a un agujero negro en el espacio? En efecto, lo que entra por la pupila es procesado de cierta manera por el cerebro pero, lo que por ahí entra, no sale jamás, como en los agujeros negros.
Yo digo que es maravilloso haber llegado a comprender un poco cómo funcionan ambos ya nos permite pensar que nuestra alma, como en un agujero negro, entra a participar de Dios para siempre. Nuestra alma, así como la luz a través de nuestra pupila entra a participar de un proceso de vida diferente.
Como dije al principio, J. Ratzinger nos atrajo por su atrevimiento al pensar acerca de Dios, la fe y el ser humano. De él también me atrajo lo que dijo sobre Liturgia así como lo que indicó en Summorum Pontificum, por lo que –con algunas personas y por gracia de Dios- procuré darlo a conocer. Sin embargo, como en otros ámbitos, lo pastoral se impuso a lo teológico. Por qué se impuso? Porque lo que dijo también el amado teólogo: en la Iglesia “hemos dejado que nos conduzcan nuestra ideas”. Si esto es así, me pregunto: Será que a muchos se les agotó la sed de Dios?
Esto es todo por hoy.
Nos vemos la próxima semana.
Procuremos vivir con mucho cariño y gratitud el Adviento.
Dios los bendiga.