En cuanto lo vi, me pareció un arcángel.
En cuanto lo vi, me pareció un arcángel.
Entonces, mi imaginación siguió su curso: “Qué tal si a Dios se le haya ocurrido mandarnos arcángeles que fungieran como sacerdotes para que, sin defecto alguno, nos evangelizaran?”
Me refiero a que Dios, bien podría recurrir a un instrumento de este tipo para asegurarse que no lo echáramos todo a perder.
Por supuesto, ni los arcángeles sabrían que lo son. Ellos nacerían de mujer y crecerían como niños aunque, probablemente, lo harían en familias elegidas, como para reducir el riesgo.
Me doy cuenta que estaba en misa mientras pensaba en todo esto pero, es que… esto de los “arca-sacerdotes” sería una buena ayuda al desastre que, sin ayuda de nadie, logramos producir.
En fin… el padre Juan (ahora sí, me refiero al sacerdote que presidía la celebración) no me decepcionó.
Si fuera un arcángel, se podría afirmar que su enseñanza es completa y veraz. En la comunicación de la Palabra de Dios nos hace llegar la gracia, y no solo con la Palabra, con las homilías, las confesiones, y hasta con su rostro hace referencia al eterno y sumo sacerdote: “santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos”; tal como dice Pablo a los Hebreos el pasado domingo XXI TO
Aparte de su estatura, que me imagino yo, solo un arcángel podría tener un cuerpo, brazos y piernas tan largos como para que dieran sustento a las grandiosas alas con las que son creados.
Mi considero dichosa por conocer al padre Juan y demás sacerdotes de su congregación. Recién llegaron a mi parroquia y los considero una gracia. Como tantas que recibo sin merecer.
De toda la vida me ha llamado la atención sobre qué será esta forma creativa que tengo para reflexionar y decirme ciertas cosas. Desde que tengo memoria, me lo vengo preguntando. Qué será lo que Dios me ha dado que salgo con estas ideas en cualquier momento y sin razón?
He leído recientemente de nuevas hipótesis y pruebas de laboratorio que pretenden demostrar que existe un proceso de pensamiento llamado “divergente” que resulta ser “el que abre las antenas y trae de fuera (estímulos, imágenes, sensaciones, etcétera) para crear algo nuevo. Es un pensamiento de búsqueda, como de rastreo que se mueve en varias direcciones”. La persona que lo posee, además de ser creativa, tiene sentido del humor, es alegre y optimista desde la niñez. Le molestan los ruidos fuertes y los tumultos.
Precisamente, ¡mi vivo retrato!
Pero, de qué sirve darse cuenta? Sirve de mucho. Primero, para agradecer a Dios, segundo, para comprender las razones por las que a veces nos fue bien pero, también mal, tratándose de relaciones en el estudio y trabajo.
Es muy útil también para aquellos que sean tutores de niños con estas características ya que, de esta manera, los podrán cuidar mejor.
Mi abuela Merce, la materna, nos contaba la historia de la vez que, habiendo enviudado, estaba en el puerto para tomar el barco hacia Estados Unidos con los hijos más pequeños, cuando se le presentó un caballero que tuvo la gentileza de orientarla durante el proceso previo al embarque.
Abuela nos contaba que le había llamado la atención su solicitud y más aún cuando, después de despedirse, alejándose vio que llevaba sandalias doradas en lugar de zapatos. Abuela estaba convencida de que Dios le había mandado un ángel y así nos lo contaba a los nietos.
De abuela y su mamá, abuela Merce, me llegó la fe y quizá también el “pensamiento divergente” que me resulta tan efectivo y agradable para continuar amando y pensando en Dios. Sea bendito.
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NOTA: Soy la primera en pensar acerca de cuál fue la intención de Dios dándome un blog en Infocatólica. Todavía no doy con la razón, por mientras, mejor escribo no sea que nada más que para eso me lo dió. Sea bendito.