Objetivos del Milenio: cuando el aborto no es ya una opción
Li Hongmei, una joven madre de 23 años de Changfeng, China, daba a luz a su primer hijo en junio. No se imaginaba que sería el último, el 15 de julio fue secuestrada y obligada a firmar el consentimiento y esterilizada a la fuerza por los miembros de la «policía para el control de la población».
La madre de Hongmei fue encarcelada durante diez días «por obstaculizar el desempeño de funciones oficiales». El 'grave delito': denunciar la desaparición de su hija recién parida.
La «función oficial» no es más que asegurar que se cumplen los «Programas de Desarrollo Económico» que incluyen tanto la One Child Policy —política de sólo un hijo— como el mantenimiento de cuotas de población por territorio, que no pueden ser sobrepasadas en ningún caso y que facultan para hacer esterilizaciones forzosas (masculinas y femeninas) o abortos, incluso en el noveno mes de embarazo.
Desgraciadamente no es una novela futurista, los ejecutores son terriblemente reales, mucho más que los «bomberos» de Fahrenheti 451, o la «policía del pensamiento» de 1984. Y ahora que se está revisando la consecución de los Objetivos del Milenio en Nueva York, me estremecí recordando la historia.
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