Rafaela y la sonrisa del obispo
Con carita de “a ver por dónde me sale este” se quedó Rafaela cuando le dije que tenía que preguntarle una cosa. Facilita, no se me asuste. A ver, Rafaela: ¿tú crees que es importante que el cura sea simpático?
“¿Y a mí qué me importa?” Respondió sin vacilar. Lo de ser más o menos simpático va en carácter y cada cual es como es. Si el cura tuviera que contar chistes, pues cuanto más simpático mejor, pero no es el caso. Lo que se necesita es un cura que celebre la misa, confiese, enseñe a rezar, enseñe el catecismo a los niños y los no tan niños, esté cerca de la gente, ayude a los necesitados. Y que lo haga como lo manda la Iglesia. Si además se ríe mejor, y si no, pues tampoco pasa nada.