Villancicos: teología popular de la buena en píldoras
Los textos tanto de la Escritura como de la liturgia en estos días de Navidad tienen su profundidad. Quizá los teólogos y los sacerdotes pesquemos la mayoría, pero para la gente del pueblo hay cosas que no son fáciles de entender. Es verdad que uno pone todo su empeño en explicar las lecturas, aunque ese lector que decidió cambiar lo de “habló Dios antiguamente a los padres por los profetas", por un “habló Dios antiguamente a los padres de los profetas” no te lo facilite.
Mucha gente, seamos claros, desconecta en el sermón. Hay que ser muy bueno para acaparar la atención de todos y todo el tiempo. Es igual. La tradición popular se convirtió en teólogo de campanillas capaz de expresar en frases muy cortas la esencia del miisterio de la encarnación. Pura teología popular, fetén, de la buena.
Ayer lo pensaba escuchando una vez más los cantos de la pastorela de Braojos: “Venid pastores, venid a ver, al niño hermoso que hay en Belén…” Y cómo resuenan el cante y el baile al llegar eso de “con el nacimiento del Hijo de Dios…”