Empeñarnos en lo que no podemos controlar
La liturgia de los últimos días está siendo terrible. Desde el pasado domingo, la tempestad y la barca que casi se hundía, la casa edificada sobre arena o sobre roca, el destierro a Babilonia, hoy mismo la memoria del mártir san Ireneo. Todo son catástrofes.
Demasiado sencillo concluir diciendo que es que nos atacan por todos lados, aunque pudiera ser verdad, que no lo voy a negar. Parece que todo lo tenemos en contra: una sociedad secularizada, los medios de comunicación, las redes sociales, los políticos, incluso la gente más cercana. Como siempre. Cuando no son los vientos huracanados que encrespan el mar y se lanzan contra la casa, son los perseguidores de la fe, babilonios o autoridades romanas. Una historia muy vieja.
Es el gran lamento. Todo lo que nos pasa es por culpa de los otros que son muy malos. No estoy en absoluto de acuerdo.