Elías deseó morir y Job no haber nacido
1 Reyes 19,4
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Yavé, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
Job 3,11-13
¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?
¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase?
Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría. Dormiría, y entonces tendría descanso.
Desde luego la situación de Elías y de Job era diferente. El primero acababa de asistir, como protagonista principal, a la demostración de que Yavé era Dios y Baal un simple ídolo ciego, sordo y mudo. Job acababa de perderlo todo. El profeta quería morirse y el justo no haber nacido. En cualquier caso, a diferencia de Jonás, que quería morirse porque el bien y la misericordia había triunfado sobre el pecado y la destrucción (Jon 4,8), no parece que ninguno de los dos se hubiera ganado a pulso el llegar a una situación desesperada, pero ante ella se encontraban y reaccionaron como tantos otros lo han hecho.