18.11.09

De la Cruz a tu cruz tras dejarlo todo en manos de Dios

Hace un rato he visto el vídeo que abre este post. Es ciertamente impresionante. Nick, un minusválido sin manos y sin piernas, explica a un grupo de jóvenes que lo peor cuando uno se encuentra en una situación desesperada no es la situación en sí, sino el rendirse y no luchar por salir de ella. Ciertamente hay muchas personas que tienen una especie de capacidad natural o adquirida para salir con la cabeza bien alta de casi todo tipo de problemas y desgracias. Ahora bien, ni todo el mundo puede hacer tal cosa ni el mero esfuerzo humano vale para saltar el abismo que separa la felicidad de la vida desdichada.

La tentación pelagiana es muy fuerte, no sólo para el incrédulo, que a falta de Dios queda a merced de sí mismo, sino también para muchos que se dicen cristianos. Cuando Abraham quiso “ayudar” a Dios a cumplir su promesa de tener un hijo a una edad muy avanzada y con una esposa ya estéril, el resultado no pudo ser más desastroso. Cuando Pedro quiso ayudar a Cristo a no sufrir, se encontró con una respuesta dura de su Señor y luego pudo comprobar su propia incapacidad para ser fiel a quien tanto quería. En definitiva, cuando el hombre quiere ocupar el lugar que sólo corresponde a Dios, acaba fracasando.

Hay situaciones en la vida en las que sólo Dios puede dar la salida, la respuesta adecuada, las fuerzas para salir adelante. Tan cierto como que el hombre no puede por sí solo salir de sus abismos es que no hay abismo lo suficientemente profundo del que Dios no pueda sacarnos. La gracia es mucho más que un concepto teológico que aparece en la Biblia y sobre el que han escrito santos y doctores de la Iglesia. Es, ni más ni menos, que el motor que da vida al que cree. Es Dios mismo actuando en nuestras vidas para llevarnos a Él, aunque para ello haya que pasar por mil y uno peligros. Tanto si nos encontramos debajo de una losa que amenaza con acabar con todo aquello a lo que amamos, como si se nos pone delante una tarea para la que sabemos que no tenemos fuerza para afrontarla, Dios viene en ayuda nuestra. Es más, quiere que pongamos en sus manos todo, porque no es Él quien necesita de nosotros sino nosotros de Él. Y todo tiene además sentido, pues cuando eres consciente de que Dios te ha levantado del fango, te resulta más fácil amarle y darle las gracias. Ay de aquellos que no se dejan ayudar por Dios y que confían sólo en sus propias fuerzas para salir adelante. Difícilmente podrán alcanzar un buen grado de comunión con el Señor.

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16.11.09

Pepiño tiene parte de razón

Don José Blanco, ministro de Fomento y uno de los socialistas más dicharacheros de los últimos años, ha hablado sobre la relación entre la Iglesia y el Partido Popular en relación con el aborto. No es la primera vez que lo dice, pero ahora lo ha escrito en su blog:

Pero como católico lo que más me irrita no es la deriva autoritaria de quienes pretenden que sus creencias sean ley. Lo que más me irrita es la hipocresía episcopal.

Porque si el aborto es un crimen que tiene que ser perseguido, lo será de igual manera con la ley que está en vigor desde hace más de veinte años que con la que ahora propone el Gobierno. Se trataría del mismo crimen cuando gobernaba el PP y se practicaban en España más de medio millón de abortos legales que cuando gobierna Zapatero. Habrá que denigrar y excomulgar no sólo a los socialistas españoles, sino a los conservadores de todos los gobiernos europeos que han promulgado leyes de plazos iguales a la que vamos a votar en España. Habrá que organizar manifestaciones no sólo en Madrid sino en París, en Londres, en Berlín, en Amsterdam…

Pero nada de eso sucede. Nadie llamó asesino a José María Aznar, que gobernó ocho años con una ley que bajo el coladero del “daño psicológico” para la madre permite abortos prácticamente sin límite y sin control.

Pepiño tiene parte de razón. Pero sólo parte. No es cierto que la Iglesia no haya dicho nada sobre el aborto en tiempos del gobierno de Aznar. Lo hizo con motivo de la aprobación de la píldora abortiva RU-486 y con la conocida como píldora del día después. Los documentos pueden leerse en la web de la Conferencia Episcopal y el enlace a los mismos figura en el blog del padre Tomás de la Torre. Por tanto, miente quien diga que la Iglesia calló cuando Aznar dio pasos a favor de la cultura de la muerte. Pero no miente quien dice que la Iglesia no fue entonces tan radical como lo está siendo ahora, cuando recuerda que votar a favor de la ley del aborto es incompatible con comulgar en misa. José Blanco es de los que no es capaz de distinguir entre esa medida y la pena canónica de la excomunión, pero en relación a este tema eso es ya casi lo de menos.

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15.11.09

Los protestantes alemanes y Hitler

Hoy publicamos la noticia de una peculiar teoría del historiador José Andrés Gallego acerca de la oposición de los obispos españoles al nazismo. Según la misma, entre las razones para dicha oposición figura la del temor a que el triunfo del nazismo supusiera un avance del protestantismo. La verdad es que no conozco los detalles por las que Gallego sostiene esa tesis, pero de ser cierta, creo que es oportuno decir que los obispos quizás no se equivocaron. El triunfo del nazismo no habría traído el avance del protestantismo genuino pero sí el de una versión bastarda, yo diría incluso que blasfema, del mismo. Dicho lo cual, conviene saber que el protestantismo alemán tuvo dos actitudes muy diferentes en relación a Hitler y su régimen. Por una parte, la iglesia oficial, que se entregó en manos de la bestia con gran alegría y por otra la llamada “iglesia confesante” (Bekennende Kirche), que dio verdaderos “mártires protestantes” como Dietrich Bonhoeffer.

El “problema” es que la oficial era la mayoritaria mientras que la confesante contaba con pocos fieles. No lo digo yo. Lo dijo alguien tan poco sospechoso de animadversión hacia el protestantismo como el más destacado teólogo protestante del siglo XX y mimebro de dicha “iglesia confesante", Karl Barth, quien llegó a declarar que “La Iglesia evangélica casi unánimemente dio la bienvenida al régimen de Hitler, con auténtica confianza, incluso con las más altas esperanzas". Pero ni siquiera habría hecho falta que Barth afirmara tal cosa. He aquí una colección de textos impresionantes sobre esta cuestión:

“Para un alemán, la Iglesia es la comunidad de los creyentes que están obligados a luchar por una Alemania cristiana… El Estado de Adolfo Hitler apela a al Iglesia: la Iglesia debe responder a la llamada".
(Resolución de la primera Conferencia Nacional del Movimiento de la Fe [protestante] 3/4/1933)

“Hitler, el redentor de la historia de los alemanes… la ventana a través de la cual la luz se proyecta sobre la historia del cristianismo".
(Del manifiesto de los Cristianos Alemanes de Turingia [Iglesia evangélica]).

“La esvástica en nuestros pechos, la cruz en nuestros corazones".
(Lema de los Deutschen Christen o cristianos alemanes protestantes).

“Hitler y los nazis son regalo de Dios".
(Del discurso de aceptación del título de obispo del Reich, recibido por el pastor Ludwig Muller de manos del propio Führer. Durante la misma ceremonia, el pastor Leutheuser cantó: “Cristo ha venido a nosotros a través de Adolfo Hitler… Hoy sabemos que el Salvador ha llegado… Tenemos una sola tarea, ser alemán, no ser cristiano")

“La Iglesia evangélica alemana se compromete a afirmar unánimente su lealtad incondicional al Tercer Reich y a su jefe. Condenamos en los términos más enérgicos la intriga o la crítica contra el Estado, el pueblo o el movimiento [nazi], formas destinadas a amenazar al Tercer Reich. Sobre todo deploramos las actividades de la prensa extranjera que intenta falsamente representar las discusiones en el seno de la Iglesia como un conflicto contra el Estado".
(Comunicado de 12 jefes evangélicos tras haber sido recibidos oficialmente por Hitler en enero de 1934)

Este tipo de citas suelen servir para callar la boca a todos esos apologetas evangélicos anticatólicos que llenan la web de acusaciones al Vaticano por haber firmado el concordato con la Alemania de Hitler. Por más que se busque, jamás se encontrará en boca de un obispo declaraciones tan entusiastas hacia el nazismo como la de los pastores protestantes arriba citados. Además, hay otro hecho ciertamente interesante. Miren estos dos mapas:

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14.11.09

La Iglesia, los políticos y el aborto

Siguen produciéndose reacciones airadas a las declaraciones de monseñor Martínez Camino sobre la situación eclesial de aquellos políticos que, considerándose a sí mismos católicos, votarán a favor de la nueva ley del aborto. Hasta ahora, la única corrección recibida por el portavoz de la CEE de parte de uno de sus compañeros de episcopado ha venido del arzobispo de Burgos, monseñor Gil Hellín, quien aunque afirma que Camino tiene razón en lo que afirma sobre la negación de la comunión a los políticos pro-abortistas, manifiesta no estar de acuerdo con el calificativo de herejía. No entraré en ese jardín aunque parece claro que si a esos políticos se les pudiera calificar de herejes, entonces la pena canónica sería la excomunión. Y la pena de excomunión va mucho más allá de la prohibición de comulgar, porque se extiende hacia el resto de sacramentos. Es más, un excomulgado no puede recibir siquiera sepultura cristiana. Que la inmensa mayoría de los medios ignoren ese hecho no es óbice para que los que nos dedicamos al negociado de la información socio-religiosa sí tengamos la obligación de saberlo y decirlo.

El caso es que un mes antes de que Martínez Camino dijera lo que ha dicho, en InfoCatólica publicamos un artículo -vuelve a estar en portada- de monseñor Demetrio Fernández, obispo de Tarazona, en el que llegaba a la misma conclusión. Cito del mismo:

¿Pueden acercarse a comulgar quienes defienden el aborto?
–No. Uno no puede acercarse a comulgar si defiende el aborto en cualquiera de sus formas, porque está en oposición frontal con la enseñanza y la disciplina de la Iglesia, que defiende la vida en todas sus etapas.

Nótese que la pregunta y su respuesta se refieren no sólo a los políticos sino a cualquiera que defienda el aborto. Por ejemplo, eso incluye a los pocos eclesiásticos que se han mostrado a favor de la legitimidad del aborto en cualquiera etapa a partir de la fecundación. Y eso me vale para decir que si un sacerdote se manifieste a favor de cualquier tipo de legislación pro-abortista, no tiene la menor lógica que pueda celebrar misa si no puede comulgar. Pero eso es, de momento, tema aparte.

Tanto monseñor Demetrio Fernández como monseñor Martínez Camino no hacen sino seguir las indicaciones que el Papa Benedicto XVI dio en la Sacramentum Caritatis. El punto 83 de dicha exhortación apostólica dice así:

Coherencia eucarística
83. Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.

Es decir, don Demetrio y don Juan Antonio han cumplido con su deber. En todo caso habría que preguntarse por qué el resto de los obispos no hacen lo mismo cada uno en su diócesis. Es decir, lo ideal sería que todos los prelados escribieran una carta dirigida a los fieles en términos similares a los expuestos por el auxiliar de Madrid y el ordinario de Tarazona. Sé que unos cuantos se han manifestado en estos días, pero no creo que sea mucho pedir que lo hagan de forma concreta en sus propias diócesis.

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13.11.09

El padre Elías, secretario de la CONFER

En la Iglesia española hay un sector empeñado en llevar la contraria a los obispos y al magisterio por sistema. Y de entre todos los obispos, es el cardenal Rouco el más odiado y despreciado por ellos. Eso lleva a que cualquier otro prelado al que consideren “rouquista” es, como mínimo, visto con sospecha. Es el caso de quien -aunque ya por muy poco tiempo- todavía es mi obispo, monseñor Jesús Sanz Montes, ofm. El multiusos del episcopado español -ningún otro tiene tantas y tan varias responsabilidades eclesiales como él- lleva encargándose del negociado de los religiosos en la CEE desde hace unos cuantos años. En otras palabras, le ha tocado bailar con la más fea. Bueno, no con la más fea. Más bien con la más desmadrada.

En efecto, la presidencia en la CONFER del mercedario Alejandro Fernández Barrajón ha sido como un dolor de muelas constante para el episcopado español, salvo para los buenistas a los que todo les parece bien. Hubo veces en que parecía que la misión de Barrajón era poner la nota discordante a la línea marcada desde Añastro sobre cualquier tema. La idea que se lanzaba a la sociedad española era evidente. Los obispos son esa jerarquía mala, preconciliar, encerrada en sí misma, etc, mientras que los religiosos son la voz profética, guay, cercana al pueblo y la sociedad, chachi-piruli chupiti-mangui. Es más, el sector progre de la Iglesia tiene como manía obsesiva el aplicar el calificativo de profeta a cualquiera que, sobre todo si es ya entrado en años, se manifieste en contra del Papa, de los obispos y de la doctrina de la Iglesia. Hasta ahora los profetas eran los que llevaban al pueblo de Dios a la verdad. Con estos son los que hacen todo lo posible para que el mismo pueblo se aparte de la misma. Es lo que tiene estar poseído del espíritu de Coré.

Dado que en la Iglesia Católica, por razones pastorales e históricas que creo que deberían ser revisadas cuanto antes, existe una gran independencia de las órdenes religiosas respecto a la autoridad episcopal, salvo la del Papa, los obispos pueden hacer relativamente poco cuando frailes, monjas y demás miembros de la vida consagrada deciden ir por libre. Y lo que pueden casi nunca lo hacen, supongo que por evitarse jaleos. En Estados Unidos la cosa se puso tan mal que Roma decidió realizar una visita apostólica a las órdenes femeninas, buscando sin duda crear el efecto “cuando las barbas de tu vecino veas cortar". Veremos en qué queda dicha visita. No olvidemos que en el país norteamericano se produjo una escisión en el seno de su CONFER. Los religiosos fieles a la Iglesia decidieron ir por libre y alejarse de los “profetas". Aquí en España no se va a llegar a tanto, aunque falta a la verdad quien diga que no se ha pensado alguna vez en dicha posibilidad.

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