Las aproximaciones históricas como arma contra la fe
La polémica en torno al libro “Jesús. Aproximación histórica” de José Antonio Pagola ha servido para poner de manifiesto una de las, en mi opinión, más graves lacras con que cuenta la teología ¿católica? de las últimas décadas. Me refiero al uso y abuso de la ciencia histórica como instrumento en contra de la fe de la Iglesia. Desde las más diversas aproximaciones históricas en mayor o menor medida deudoras de la obra y la metodología del protestante liberal Rudolf Bultmann -precisamente las más difundidas-, no ha habido un solo aspecto de la dogmática cristológica que no haya sido puesto en duda. Como no podía ser de otra manera, lo mismo le ha ocurrido a las doctrinas católicas sobre la Virgen María.
La estrategia de los autores dedicados a esa tarea es clara: la investigación histórica no tiene por qué tener en cuenta la fe. Por tanto, si a través de la misma se llega a conclusiones diferentes al dogma, pues habrá que relativizar éste o replantearlo de manera que encaje con aquello que nosotros hemos investigado. Y al que le pique, que se arrasque. Y el que no se lo quiera creer, que reviente.
O sea, si a uno de estos investigadores, no se sabe muy bien cómo ni por qué, le da por decir que Cristo tuvo fe en Dios, que no sabía a qué había venido a este mundo y que en realidad su muerte en la cruz fue más bien causada por su rebelión contra el sistema y no por la necesidad de proveer un sacrificio expiatorio para nuestra salvación, pues parece que hay que decir sí y amén. Es más, como el teólogo-historiador de turno sea famoso, lo más probable es que miles de fieles poco formados, bienintencionados o simplemente despistados se sientan “ayudados en su fe” por la obra de dicho personaje. Por supuesto, cabe preguntar de qué fe hablan. Sin duda no es de la fe católica, pero a estas alturas parece que eso importa poco.