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1.07.13

De nuevo en Lourdes con nuestra Madre

Tres veces en mi vida he estado en el Santuario de Lourdes. La primera fue esencial para mi regreso a la Iglesia Católica. Allí llegué con una madre y salí con dos.

La segunda ocasión fue pocos meses después de que mi esposa estuviera a punto de morir por una hemorragia interna. Unos hermanos religiosos nos regalaron unos días allá. Ella se bañó en las piscinas y aunque su enfermedad crónica sigue ahí, no ha vuelto a tener ningún percance grave.

Hace un par de meses, el P. Pedro Estaún, sacerdote de la prelatura del Opus Dei que realiza su labor aquí en Huesca, se ofreció a llevarnos a Lourdes para pasar un día allá. La idea era salir temprano por la mañana y llegar de noche. Se suponía que en este tercer viaje al santuario iríamos sabiendo cuál es “apellido” de la enfermedad degenerativa que padezco, pero la biopsia a la que me sometí en abril no ha valido para nada. Toca hacerme más pruebas.

Además del sacerdote, vino con nosotros Munia, que junto con su marido es delegada diocesana de la pastoral juvenil de Huesca. Lo bueno de ir en coche con un sacerdote y dos mujeres que saben de cosas del Señor y de la Iglesia, es que la conversación suele ser sustanciosa. Así que las dos horas y media de ida se pasaron rápidamente.

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22.06.13

Para ser un buen obispo

En el día de ayer, a eso de las nueve de la mañana, hora española, acabé de escribir un post que empezaba de la siguiente manera:

Ahora que todo el mundo espera a saber por dónde irá la reforma de la Curia anunciada por el papa Francisco, me parece oportuno apuntar lo que el Santo Padre, y la Iglesia con él, cree que debe ser un buen candidato para ser obispo.

Finalmente decidí no publicarlo porque creí que me dejaba muchas cosas en el tintero y, sobre todo, porque me parecía un poco aventurado adelantar lo que el Papa podría querer en esa cuestión. Poco sabía entonces que el Santo Padre iba a tratar precisamente de ese tema en su encuentro con los Nuncios

Copio el resto del post y al final añado y comento lo que el Concilio Vaticano II explica sobre el papel de los obispos.

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17.06.13

La Iglesia que ellos sueñan

Dicen que quieren una Iglesia samaritana, dialogante, abierta, acogedora, democrática, sin apenas dogmas, que regrese a sus orígenes etc.

En realidad lo que quiere es:

1- Una Iglesia que rompa con 20 siglos de Tradición. Que reciba el aplauso del mundo y no de los santos y mártires en el cielo.

2- Una Iglesia que adapte sus enseñanzas a las ideas morales dominantes en la sociedad en cada momento. Es decir, que apruebe el matrimonio homosexual, que asuma que los fieles se pueden divorciar y volver a casar, que no sea muy estricta en su condena del aborto, que acepte sin rechistar cualquier ley que emane de un parlamento independientemente de que crea que supone un ataque al bien común, que aplauda la ideología de género, etc.

3- Una Iglesia donde los pastores sean animadores sociales y poco más.

4- Una Iglesia en la que los párrocos consensúen con los fieles los cambios litúrgicos que se crean oportunos.

5- Una Iglesia en la que bajo la excusa de atender a los pobres, se arremeta contra gran parte de su corpus doctrinal.

6- Una Iglesia en la que el Papa sea como ellos desean y, de no ser así, mejor no tener Papa.

7- Una Iglesia sin Credo para que quepan en ella todos los que simplemente dicen creer en Cristo, independientemente del concepto de Cristo que se tenga.

8- Una Iglesia en la que no tengan lugar los que quieran que siga siendo lo que siempre ha sido. Es decir, caben todos menos ellos, porque si siguen dentro, lo mismo logran que se dé marcha atrás.

9- Una Iglesia en la que las prácticas piadosas de la piedad popular sean aparcadas, menospreciadas y desechadas por ser residuo de una espiritualidad medieval y oscura.

10. Una Iglesia, en definitiva, de rosquillas de Entrevías, de Tamayos, Pagolas, Forcadesas, Masiás, Boffs, Küngs, etc.

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16.06.13

Ser católico es algo más simple de lo que parece

Es habitual que aquellos que tienen un problema existencial consistente en que no aceptan el magisterio de la Iglesia, me acusan de querer echarles de ella. A decir verdad me importa relativamente poco que se me acuse de inquisitorial, fundamentalista, ultraconservador -los lefebvrianos me llaman liberal-, talibán, etc. Ya lo dijo, entre otros, San Pío Pietralcina: “El mundo os llamará fanáticos, locos y creaturas miserables; amenazarán haceros vacilar en vuestra constancia con su elocuencia engañosa“.

En realidad, todo gira alrededor de una pregunta bien sencilla: ¿en qué consiste ser católico? Mi respuesta es simple: en creer todo lo que la Iglesia enseña. Y rápidamente me repreguntarán: ¿solo en eso? ¿de verdad crees que ser católico consiste solo en adherirse a un corpus doctrinal? A lo que respondo: Obviamente NO. Ser cristiano y católico es un encuentro con Dios que va más allá de repetir el credo o de saberse “de pé a pá” el Catecismo. Pero no se puede ser católico si uno vive en constante rebeldía contra la autoridad doctrinal de la Iglesia.

Ahora soy yo el que pregunta: ¿en qué sentido puede considerarse (concretamente católicorromano) quien no cree lo que la Iglesia Católica enseña? ¿Hay alguien que me pueda defender la idea de que uno puede ser católico y no profesar la fe católica?

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30.05.13

Pagola el imán

Hace un par de días, el sacerdote y teólogo vasco José Antonio Pagola se dio un baño de multitudes en el coelgio mayor Chaminade -marianistas- de Madrid. 600 personas dicen en RD, aunque otros aseguran que en el lugar donde pronunció su charla solo caben la mitad. En todo caso aquello estaba lleno.

Lo bueno del discurso de Pagola es que sirve para constatar de nuevo que este teólogo tiene un problema serio de compresión en una cuestión de suma importancia para cualquiera que pretenda llamarse cristiano. A saber, ¿quién es Jesucristo? Como ustedes comprenderán, si la visión que se tiene sobre Cristo no es la de la Iglesia, difícilmente puede considerarse católico. Ni siquiera cristiano, aunque siempre habrá algún grupo protestante liberal o secta rara dispuestos a acoger a quien profese tesis que se acercan o incluso sobrepasan la herejía arriana.

Dijo Pagola lo siguiente:

“…es preciso retornar a entender a Jesús no como un Padre o como un Rey, sino fundamentalmente como lo que fue: un Profeta".

Me imagino que si entre los asistentes había algún musulmán, irrumpiría en aplausos emocionados ante semejante declaración. No porque los cristianos no creamos que Cristo no fuera un profeta, que sin duda lo fue, sino porque no hay manera de ser cristiano sin creer que Cristo es Dios -y por tanto comparte con las otras dos personas de la Trinidad la condición de Padre- y Rey de Reyes y Señor de señores.

Para Pagola Cristo es sobre todo, y por encima de todo, profeta. O también podría decirse que no es más que un profeta. Pero profetas han habido y habrá muchos. Por el contrario, Dios hecho carne solo uno: El Hijo de Dios, Hijo de María, verdadero Dios, verdadero hombre, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido del Padre antes de todos los siglos, engendrado y no creado, por quien todo fue hecho. Esta es la fe de la Iglesia.

En esta ocasión no nos vale la absurda excusa de que estaba escribiendo una aproximación histórica sobre Jesucristo. Sus palabras fueron las que fueron. Y él dijo lo que dijo. Pagola tiene una visión sobre Cristo que ni siquiera se acerca a la de los arrianos, ya que estos al menos consideraban que el Señor era divino, aunque no de la misma naturaleza que el Padre. Para Pagola, Cristo es un profeta y punto. Tú no puedes hablar del “Dios encarnado en Jesús” (Pagola dixit) y a continuación quitar a ese Dios su condición de Padre y Rey. Porque entonces, el problema que tienes no es ya con la idea de Cristo, sino con la propia idea de Dios. Que para los musulmanes, como bien sabemos, no es padre. Para los musulmanes, como para Pagola, Jesús fue un profeta, un gran profeta.

Por eso no es de extrañar que el teólogo vasco soltara otra perla de esas que muestra bien a las claras ante quién nos encontramos Negritas mías:

“Hay que reformar la Curia, claro que sí, y cambiar la doctrina, pero antes hay que volver a Jesús. Invocar un clima más humilde, más gozoso, porque si no seremos cada vez una institución más decadente, más sectaria, más rara, más triste, más alejada de lo que quiso Jesús”

¿Lo vieron ustedes? Que hay que reformar la Curia es algo en lo que prácticamente todos estamos de acuerdo, pero ¿qué es eso de cambiar la doctrina? ¿Desde cuándo la Iglesia tiene autoridad para cambiar lo que forma parte del depósito de la fe? Y luego está el mantra progre-eclesial de “lo que quiso Jesús". ¿Y quién determina lo que quiso Jesús? ¿Pagola? ¿Es él el profeta vasco quien interpreta los deseos del profeta judío?

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