Cristina, el Papa y el Orgullo Gay

Un buen amigo me dijo hace unos días que le había escandalizado un artículo de Cristina López Schlichting en el diario La Razón. Como quiera que yo estaba en mi primer periodo vacacional, le dije que no tenía gana alguna de leer nada que tuviera que ver directa o indirectamente con mi trabajo. Pero una vez regresado, le pedí que me mandara el artículo de la locutora de Cope. Lo pueden leer ustedes encima de estas palabras y en tamaño más grande en este enlace.

Como quiera que no es la primera ni la segunda vez que escribo sobre doña Cristina, vaya por delante que no tengo nada personal contra ella. Si no fuera porque trabaja en la cadena propiedad de los obispos españoles, y tiene una audiencia importante en su programa de los fines de semana, seguramente no le dedicaría ningún post, pero me preocupa que alguien que parece no tener las cosas claras sobre la fe católica pueda conducir a algunos de sus oyentes por el camino del error.

Vaya también por delante que tengo el convencimiento de que López Schlichting es una víctima más de la confusión que hoy reina en la Iglesia. Lo que ella llama zona de confort no es otra cosa que la fe de nuestros padres. Si esa fe es hoy puesta en duda o es abiertamente cuestionada, la consencuencia no es que “llega uno más sabio y te pone en su sitio” sino que llega uno que te saca del sitio del que no debes moverte porque es el que la Revelación y el Magisterio han marcado desde hace siglos.

Cristina parece confundir el hecho de que el Papa afirme que no se debe juzgar a la persona homosexual con la idea de que no debemos juzgar y rechazar las leyes inicuas que ha impuesto la izquierda y mantenido la derecha de este país. O que no debemos dar una opinión sobre ese engendro de mal gusto y obscenidad que suponen los desfiles de Orgullo Gay.

Dice Cristina que le parece muy mal que antes la gente tuviera vergüenza de casarse embarazada. Y digo yo, ¿será mejor la situación actual, en la que lo más “normal” es que la gente ni siquiera se case aun teniendo hijos? ¿Puede un católico estar más conforme con lo que ocurre ahora que con lo que ocurría hace 30-40 años? 

Dice Cristina que ya no es tiempo de la doctrina impuesta sino del abrazo. Oiga, es que a mí la doctrina me dice que tengo que amar al prójimo. Y dentro de ese amor va el mostrarle el camino de la salvación, que pasa por dejar la vida de pecado, para lo cual disponemos de la gracia de Dios que nos transforma, nos limpia, nos santifica, nos hace a imagen de Cristo, nos librera de todo pecado. La sana doctrina no es un obstáculo para la caridad, sino camino indispensable para que dicha caridad sea verdadera. Y una caridad falsa, una caridad que deja a la gente en su miseria espiritual y moral, no es caridad cristiana. 

Es muy fácil ir a favor de la corriente del mundo. Lo que el mundo quiere es la aceptación acrítica de las relaciones homosexuales, de las relaciones prematrimoniales, de las relaciones extramaritales, del adulterio, de la disolución de la familia natural y tradicional, de etc. Mientras algunos pastores reciben el odio del mundo por predicar la verdad, otros reciben el aplauso populista por dar carnaza al lobby gay. Yo no sé con quién quiere estar Cristina. Yo, si Dios me lo concede, prefiero estar con Cristo y los pastores fieles a Él.

Luis Fernando Pérez Bustamante