Perlas de un buen Congreso
Desde el lunes hasta ayer miércoles Madrid ha sido testigo de un interesantísimo congreso sobre la Palabra de Dios con motivo de la publicación de la versión oficial de la Biblia en nuestro idioma para la Iglesia en España. Vaya por delante mi felicitación a la Conferencia Episcopal Española por haber llevado a feliz término ese proyecto, que sin duda puede convertirse en una herramienta importante para todo el pueblo de Dios que peregrina en este país. A pesar de que algunos personajes mal intencionados ven motivaciones extrañas y/o perversas en la publicación de una versión oficial, lo cierto es que la misma no desmerece en nada al resto de versiones que se puede comprar en las librerías de este país. Por ejemplo, los kikos van a seguir usando la Biblia de Jerusalén y dudo que la Universidad de Navarra deje de vender su Biblia.
Menudencias mediáticas aparte, al que conoce un poco la historia de la Iglesia, sabe que ha sido habitual la búsqueda de un texto bíblico común para los fieles. La Vulgata es un ejemplo de ello pero no el único. De hecho, en otras confesiones cristianas ocurre lo mismo. La mayoría de los protestantes de lengua inglesa siguen usando la King James Version. Y los que hablan español usan sobre todo la Reina Valera, versión del 1960.
Volviendo al congreso, le he seguido a través de la web dedicada al mismo. Las retransmisiones han gozado de una buena calidad técnica y sin cortes. Además, la oficina de prensa de la CEE nos ha enviado a los medios el texto de la totalidad de las ponencias, aunque se da la circunstancia de que algunos de los conferenciantes no pudieron leer la totalidad de lo que habían preparado por falta de tiempo.
De entre todas las intervenciones que escuché -el resto las pienso leer-, y sin desmerecer al resto, las que más me gustaron fueron las del cardenal Ouellet, la del P. Ignacio Carbajosa, la del P. Juan Miguel Ferrer y la de Mons. Luis Francisco Ladaria.
El Prefecto de la Congregación para los obispos abrió el fuego, nunca mejor dicho, con una intervención sustanciosa y directa. El cardenal canadiense no se anduvo por las ramas. Tras recordar que Europa sufre una crisis marcada por el avance de una laicidad que desprecia las raíces cristianas de nuestra civilización, el prelado aseguró que la crisis ha penetrado también en la Iglesia “ya que una cierta exégesis racionalista se ha apoderado de la Biblia para disecar las diversas etapas y formas de su composición humana, eliminando los prodigios y milagros, multiplicando las hipótesis y sembrando, no pocas veces, la confusión entre los fieles“. En otras palabras, el Prefecto de la Congregación para los obispos advierte que el liberalismo teológico ha dañado a la Iglesia.
Aún mas claro fue, si cabe, al asegurar que “en algunos círculos académicos existe la tentación de practicar la exégesis haciendo abstracción de la fe, en aras de una mayor objetividad científica. Esta actitud es falsa y nociva incluso desde el punto de vista científico, porque no se puede pretender investigar `científicamente´ la Escritura independientemente de la fe de la Iglesia, ya que la Escritura es la expresión histórica y normativa de la fe“. Pues ya saben aquellos a los que en cierta ocasión llamé, exegetas y teólogos de la nada: al que le caiga bien el saco, que se lo ponga. Eso de hacer “ciencia” -histórica o exegética- pasándose por el forro la fe de la Iglesia no cuela. Bueno, más bien no debería colar. Desgraciadamente ha colado. Ojalá cambie, de una vez para siempre, esa situación.
Si he de ser sincero, la intervención que más me impactó fue la del P. Ignacio Carbajosa, profesor de la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid. Yo creí que no vería en esta vida a un teólogo católico decir lo que el P. Carbajosa dijo en este párrafo que a continuación copio (negritas mías):
Ni qué decir tiene que cierta exégesis del AT, que a sí misma se llama “científica”, tiene parte de responsabilidad en la creación de una nueva “barrera” de acceso a los libros y a los relatos de la Vieja Alianza. En efecto, una mirada a los textos que no sea en última instancia “canónica”, es decir, que no considere el papel que un relato juega dentro del todo, no puede decirse “científica”: descuidará siempre un factor que forma parte del mismo texto. Puestos a ligar efectos y causas, este tipo de literatura presuntamente “científica” es uno de los factores que ha determinado que la predicación, en sede litúrgica, “huya” de ciertas narraciones del AT: se tiene la sensación de que se entra en un campo minado, reservado a los especialistas. La actual crisis de la teoría “documentaria” sobre el Pentateuco es muy ilustrativa en este sentido. Yahvista, Elohista, Sacerdotal y Deuteronomista habían pasado a engrosar la lista de los dogmas, también en la Iglesia católica. Hoy los dos primeros, después de una lenta agonía, han muerto y han sido enterrados por la investigación más fiable. A la espera de nuevas certezas algo nos queda como enseñanza: también la investigación “científica” sobre la Biblia es hija de su tiempo y parte de presupuestos y prejuicios que con el tiempo se declaran inadecuados. ¿Se puede llamar científica a esta exégesis?
Sólo por oír que de la famosa JEPD, la J y la E se han ido ya a hacer gárgaras, ya habría merecido la pena este congreso. Sólo por oír a un profesor de una facultad de teología en España preguntarse si se puede llamar científica a ese exégesis, ya habría merecido la pena prestarle atención. Sí, ya sé que la hipótesis documentaria -y la tan cacareada presencia de diversas fuentes en la redacción de textos atribuidos por la propia Biblia y el mismísmo Señor Jesucristo a un solo autor- seguirá presente, pero es bueno que algunos empiecen a intuir y a decir que el rey está desnudo. Y no digo más, que si no va a parecer que paso del optimismo a la utopía.
De hecho, el P. Carbajosa apunta a lo que para mí es una relación que no admite dudas. A saber, la que hay entre la investigación exegética bíblica moderna, nacida de los eruditos protestantes liberales -esto no admite discusión pues es un hecho histórico- y la resurrección del marcionismo en nuestro tiempo:
En estrecha relación con lo anterior, se cae también en la tentación marcionita, dentro de la Iglesia, cuando se resalta la autonomía del AT, su personalidad propia, sin leerlo desde el NT. Ésta es una postura más propia de ambientes “intelectuales” o “académicos”. Normalmente una postura así lleva a considerar subjetiva o exagerada la lectura que los autores del NT hacen del AT. Pero entonces, una vez más, el NT se mutila, porque el anuncio de que en Cristo se han cumplido las Escrituras santas lo atraviesa de arriba abajo. No se puede ser serio y leal con el anuncio del NT y conservar a la vez una postura “neutral”, “científica” ante un texto, el AT, que, se dice, pertenecería a otro pueblo, el judío, que lo lee de forma diferente (“sin adiciones”).
Sinceramente, creo que es muy recomendable para todos leerse entera la ponencia de este joven sacerdote y profesor de San Dámaso, responsable, hasta donde yo sé, del movimiento Comunión y Liberación en España.
Igualmente recomiendo la lectura de la ponencia del P. Juan Miguel Ferrer Grenesche, subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. O sea, el nº 3 del dicasterio al frente del cual está el Cardenal Cañizares, quien obviamente se quiso llevar a este sacerdote de Toledo a Roma. Al que le guste lo litúrgico, disfrutará del texto. Y si alguien quiere saber por qué es la mar de conveniente tener una versión oficial de la Biblia para ser usada, entre otros lugares, en la liturgia, que lea al P. Ferrer.
Sin embargo, como quiera que la cabra tira al monte y yo soy nieto de montañeses cántabros, lo que más me llamó la atención de las palabras del subsecretario del Culto fueron estos dos párrafos.
De hecho, nuevamente la instrucción de enero de 1969, en su número 15, afirmaba: “el empleo de una lengua común no evita la necesidad de una iniciación o catequesis sobre el sentido propiamente bíblico de algunas palabras y frases…"; y proseguía el número 18 diciendo: “Sucede muchas veces que en la lengua vulgar no se encuentra el término cuya significación corresponda enteramente al sentido bíblico y litúrgico de la palabra que se quiere traducir…” Pero la solución se planteaba así en ese mismo número: “Es necesario entonces buscar una palabra que sea suceptible de adquirir progresivamente, mediante el uso repetido en diversos contextos, en la catequesis y en la oración, el sentido cristiano que se pretende…” y seguía, en el mismo sentido, diciendo en su número 19, “En la mayoría de las lenguas modernas que están llegando a ser hoy día medio de comunicación litúrgica será necesario formar progresivamente un lenguaje bíblico y litúrgico adaptado…". Por lo tanto, se insistía en comunicar el “lenguaje de la Fe” y, para ello, en la necesidad de catequizar y explicar y en la de generar nuevas acepciones en el vocabulario de las lenguas populares, pero se daba una cierta alergia a introducir, lo que se denominaban, palabras “raras y técnicas"; es decir, las muchas veces provenientes de la primera evangelización en griego, o las generadas en el debate teológico de la época patrística y de concilios como Nicea, Éfeso, Calcedonia, … o a lo largo del fecundo periodo escolástico, y luego consagradas por el tridentino.
Presentado el toro en las tablas, llega la estocada:
Pero, ¿podían realmente asumir los contenidos y precisiones, que están detrás de esos vocablos de la “jerga de la fe", otras palabras preexistentes de las lenguas vernáculas, nacidas fuera de tal contexto de fe? ¿Porqué esa reticencia a palabras “raras y técnicas", si se ha reconocido la necesidad de iniciar y catequizar aun con textos traducidos de la Biblia y la Oración cristiana? ¿No hemos asimilado, precisamente en estos mismos años, multitud de palabras nuevas, “raras y técnicas", del mundo de las relaciones internacionales, la música contemporánea y, sobretodo, del desarrollo tecnológico? ¿Detrás del cambio de palabras, no puede darse de hecho, más en años de complejo debate teológico, el riesgo de lo que, en el campo de la cultura y la sociedad, el profesor López-Quintás llamó “manipulación a través del lenguaje?
Qué gran verdad. En un mundo donde nos tragamos acríticamente una terminología que nos es ajena, se ve con malos ojos el uso de una terminología catequética que esté empapada de términos que la Iglesia ha “parido” -por decirlo de alguna manera- a lo largo de veinte siglos de historia. En vez de explicar el significado de esos términos, se prefiere usar unos nuevos, supuestamente más asequibles pero que no sirven para definir adecuadamente aquello que forma parte de la fe. ¿Y a qué nos lleva eso?, pregunto yo. Al empobrecimiento de la formación de los fieles. Primero, la de los propios responsables de catequesis. Y a través de ellos, a los catecúmenos.
Una de las intervenciones más esperadas, y sin duda la más aplaudida de los que yo escuché en directo, fue la de Mons. Luis Francisco Ladaria Ferrer, sj, Arzobispo Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Y de qué habló Mons. Ladaria? Pues lógicamente, de la relación entre la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia. Y a fe que lo hizo magistralmente. Yo al menos disfruté como un enano entre tanta referencia a los Padres, Trento, León XIII, Vaticano I y, por supuesto, Vaticano II. Eso sólo puede disgustar a los que ven en el Vaticano II una especie de punto y aparte - sea en el sentido que sea - respecto al resto de la Tradición de la Iglesia.
Sin desmerecer las encíclicas papales posteriores, para mí la Providentíssimus Deus de León XIII es una obra maestra, y yo diría que hasta profética, sobre la cuestión de los estudios bíblicos. Y el nº 2 de la CDF hizo referencia a ella para explicar algo que creo que es de plena actualidad:
El Papa (León XII) recuerda los principios fundamentales para la recta interpretación de la Escritura siguiendo lo establecido en el concilio de Trento que fueron a su vez recogidos en el Vaticano I, es decir que a nadie le es lícito interpretar la Escritura contra el sentido que le ha dado la Iglesia y contra el unánime consenso de los Padres[10]. Dios ha puesto las Escrituras en las manos de la Iglesia, y para su interpretación recibimos de ella una guía infalible. En aquellos en los que se perpetúa la sucesión apostólica tenemos la exposición segura de las Escrituras[11]. Esto no quiere decir que la Iglesia coarte la investigación en la ciencia bíblica, sino que más bien ayuda a su progreso en cuanto la protege del error. El espacio para la labor del estudioso es muy amplio en los campos en los cuales la Iglesia no se ha pronunciado definitivamente y su investigación puede contribuir a que la Iglesia pueda pronunciarse con su autoridad. Por otra parte incluso en aquellos puntos en los que hay un juicio definitivo, cabe también un progreso en cuanto siempre se puede proponer una explicación más clara o más ingeniosa (cf. DH 3282).
Quienes ven la intervención del magisterio como una especie de madrastra mala que coarta la labor de teólogos y exegetas deberían de meditar en lo dicho por Mons. Ladaria. Es más, el buen teólogo y exegeta católico agradecerá de corazón que el Magisterio esté presto a sacarle del error si llega a cometerlo. Eso hará que su labor, sin duda necesaria, sea más fructífera para la Iglesia y los fieles. Por otra parte, parece evidente que quienes se dedican a esos menesteres tienen la suficiente formación como para saber qué campos son aquellos en los que la Iglesia no ha dicho su última palabra y cuáles, por el contrario, no están sujetos a contradicción porque ya han recibido el sello apostólico de doctrinas reveladas. Y aun en esas doctrinas cabe el progreso del que tan maravillosamente se hizo eco el Beato Henry Cardinal Newman. Es más, yo diría que dicho progreso forma parte del ADN espiritual de la Iglesia Católica, a diferencia de lo que ocurre en otras iglesias.
Igualmente me gustó que Mons. Ladaria recordara algo que, por otra parte, nunca debe de ser puesto en duda por quien ha alcanzado la gracia de ser católico:
El valor histórico de la Escritura ha de ser establecido con firmeza, porque a partir de él se puede afirmar con certeza la divinidad de Cristo, su misión, la institución de la Iglesia, el primado de Pedro, etc.[14]. Esta dimensión apologética es por tanto para el papa León XIII de capital importancia.
No es legítimo reducir el ámbito de la inspiración y de la inerrancia de la Escritura a lo que se refiere explícitamente a la fe y las costumbres, dejando de lado todo lo demás. Todos los libros que la Iglesia recibe como sagrados y canónicos, en todas sus partes, “Spiritu Sancto dictante conscripti sunt” (DH 3292), de tal manera que se excluye todo error, ya que Dios, que es la suma verdad, no puede ser autor de ningún error (ib.).
Pura doctrina católica, señores míos. Disfruten de ella.
Luis Fernando Pérez Bustamante
PD:
No descarto escribir un segundo post sobre el Congreso una vez leídas todas las ponencias.
18 comentarios
Pero la china en el zapato es que el nuevo Misal lleve aprobado por la CEE un año durmiendo el sueño de los justos, supuestamente a la espera de este texto, y siga dormidito. Eso sí, con Mons. Camino diciéndonos en navidad que esta Biblia es un gran regalo ideal para regalar y ahora montándose un macrocongreso cuyo recuerdo aún dormirá más profundamente que el Misal.
Vamos, este congreso me suena a lo que siempre se ha dicho: a los católicos la Segunda Venida nos pillará en una reunión.
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LF:
Supongo que en no mucho tiempo tendremos todo tipo de versiones y tamaños de la versión.
Pero lo que no se puede admitir es que tales argumentaciones quiten el valor INSPIRADO del conjunto textual, o "estratifiquen" ese valor de tal modo que se pueda siempre sobrepreciar unos textos anulando el mensaje de otros, para justificar una tesis teológica preconcebida (como hace cierta teología). No debemos tener miedo de los métodos científicos, sino de su uso exclusivo y/o teledirigido ideológicamente.
Agradezco muchísimo este post, y los comentarios que hace LF.
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LF:
Lo de las fuentes dará que hablar en las próximas décadas. Tiempo al tiempo.
Ciertamente "la siesta" del Nuevo Misal debería, por el bien "del enfermo" terminar cuanto antes. La Nueva edición del Misal urge más que el comer...por que el enfermo, además de reposo necesita alimento..
Luis Fernando, tu que tienes mano, buena mano me refiero, a ver si tocas los palillos.., tu me entiendes.., y despertamos al bello durmiente de una vez..
¡Nuevo Misal ya!
¡Bienvenida Nueva edición oficial de la S. Biblia!
Gracias, L. F.
La Bíblia ecumenica que parece más bien la Bíblia de los Protestantes si no fuera que incluye las cartas de Jaime.
Biblia de Montserrat: Muy buena pero con catalán de principio del siglo XX, porque es de esa época la traduccción.
La Biblia dels Claretians: aún más protestante que la ecumenica que ya es decir
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LF:
¿Las cartas de Jaime?
Haber si la CE Tarraconense se pone las pilas!!
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LF:
Sí, pero es que no entiendo. La epístola de Santiago ha estado siempre en todas las Biblias protestantes aunque Lutero no tenía ninguna simpatía por la misma.
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LF:
¿Pero está diciendo que en una versión luterana de la Biblia no estaba esa epístola?
San Jaime o Santiago? No es lo mismo?
Santiago es la contracción de San Jacob, no de San Jaime. En castellano el nombre común de Jacob se convirtió en Yago, de ahí el castellano antiguo Sant Yago > Santiago.
La Paz.
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LF:
Si te refieres a si el texto es mejor o peor que las clásicas, para ello tendría que leerla. Y mi opinión no creo que tuviera demasiado valor. La ventaja es que tratándose de una versión oficial, puede llegar a cuajar y ser la más leída y usada no sólo para la liturgia sino para catequesis, estudios teológicos, etc.
Eso sí, o le dan "vidilla" -y más pronto que tarde- vía versiones multimedia, ediciones baratas, etc, o me huelo que no se ganará gran cosa.
Respecto al Pentateuco y la bizarra teoría de Julius Wellhausen no ha hecho más de perder apoyo desde Cassuto hasta hoy.
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LF:
En realidad Lutero sólo arremetió duramente contra la epístola de Santiago, a la que llamó epístola de paja, aunque no se atrevió a sacarla de "su" Biblia. Tampoco le gustaba el Apocalipsis
Su aversión por la carta de Santiago es lógica. La única vez que aparecen en toda la Biblia las palabras sola y fe es en esa carta. Y es justamente para negar el solafideísmo:
Stg 2,24
Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente.
Con un solo versículo se va a hacer gárgaras uno de los dogmas fundamentales del protestantismo. Pero les da lo mismo claro. Lo siguen manteniendo.
Respecto a Wellhausen y la hipótesis documentaria, me remito a un estudio que escribí cuando todavía protestante y que luego retoqué para reproducirlo en "Cor ad cor loquitur" allá por el año 2007.
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LF:
Pues sí.
"...en el NOM la religión no será por fuerza un mal. Al parecer mucha gente tiene necesidad de una religión con sus mitos y sus misterios, y así se la daremos...será una religión que mezcla muchas religiones actuales en función del proyecto. PARA ESO LA BIBLIA HA DE SER CAMBIADA. PERO NO SERÁ NECESARIO VOLVER A ESCRIBIRLA: BASTARÁ SUSTITUIR POCO A POCO LAS PALABRAS ESENCIALES POR OTRAS, QUE TENGAN OTROS MATICES DE SIGNIFICADO. ESO NOS PERMITIRÁ EMPLEAR LAS VARIACIONES DE SENTIDO COMO INSTRUMENTO PARA CAMBIAR EN SU CONJUNTO EL SIGNIFICADO DE LAS ESCRITURAS, EN EL SENTIDO QUERIDO POR NOSOTROS PERO ACEPTABLE POR LOS SACERDOTES..." (Tomado del articulo de Mauricio Blondet "Y ahora el gobierno mundial" del 10 de Dic. del 2008)
Ya no es un asunto teológico, es un asunto de higiene intelectual.
Al final se hace claro que la mente acaba generando aquello que el corazón desea y esos teólogos han perdido la fe y su mente les da la gasolina que necesitan para saciar su deseo mental de afirmarse en su pérdida. Otros pecan de catetismo y se sienten "elegidos" por acceder a las mamarrachadas varias sólo porque el autor lleva un nombre muy largo e ininteligible y vive por encima de Francia. Solo por eso ya están dispuestos a creerse todo lo que les digan. Si traducen el nombre de algunos de esos autores igual su equivalente es Honorato Rodríguez, de Torrelasviejas, pero como no lo hacen...
A eso se reduce todo el mundo de la "crítica" redaccional e histórica.
Y el que crea que exagero que se pregunte por la honestidad de acallar y silenciar y excluir a todo descubrimiento nuevo con mucho más apoyo científico que sus peregrinas tesis. El papiro 7Q5 es solo un ejemplo de lo que digo , hay muchos más.
Todos esos manuales han infectado los centros de teología y muy contados son los que se salvan. Salamanca no está incluida (para algún despistado/despistada que ande por aquí).
De la primera a la última letra la Santa Biblia es la Palabra escrita de Dios. No sobra ni falta una coma. Todo y sólo lo que ahí está es lo que Dios desde la eternidad quiso que estuviese.
Sumrgirse en la Sagrada Escritura es sumergirse en un mundo infinito de historias, enseñanzas, imágenes, arquetipos, tipos, profecías.. y todo ello interrelacionado y escrito en capas superpuestas, llenas de recovecos, valles y bosques, de tal manera que nunca se acaba de excarvar hacia abajo o de escalar hacia arriba.
Ningún hombre ni en toda su vida podrá vislumbrar si acaso un mínimo de la Luz que desprende la Escritutra.
Por cierto, envuelta en un velo toda ella ocultando que es un regalo de Dios a su Santa Madre ante todo.
En la línea del post, no me gustan esas traducciones que emplean "kilómetros" (realizando el cambio de unidades) en vez de las medidas de distancia de la época, estadios. Así lo hace por ejemplo "La casa de la Biblia".
Por otra parte, creo que los católicos tendríamos que amar y usar la Escritura más que los protestantes, y amar y apreciar la Patrística más de lo que hacen y dicen hacer, los ortodoxos. Creo que así seríamos más ecuménicos.
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LF:
Yo suelo decir deudas. De hecho, es como aprendí el padrenuestro de pequeño.
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