(352) Sobre el Nombre de María en los grandes santos y Octavio de Guadalupe

monogMaríaAntes de finalizar este día en Argentina, quiero publicar unas palabras a propósito del Dulce Nombre de María, en una época de tantos nombres vacíos de significado, cuando no verdaderamente feos, o inspirados en puras realidades terrenas. ¡Cuanto hay que decir de la importancia de los nombres, teniendo en cuenta, como señala el Catecismo, que “el nombre es imagen de la persona"!   Ciertamente hay que remozar esta olvidada festividad, recordando lo que algunos grandes santos nos dicen de ella.

San Alfonso, por ejemplo, en su obra Las Glorias de María se refiere a algunos rasgos de este glorioso Nombre, diciendo que “fue elegido por el Cielo y se le impuso por divina disposición”, y relata que “los demonios le temen tanto a María Santísima que huyen despavoridos cuando alguien menciona su Nombre“. 

Hoy muchos testimonios de exorcistas dan fe de ello.

A Santa Brígida, por ejemplo, Nuestra Señora reveló personalmente que

así como se alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María, lo mismo  acuden los ángeles buenos a las almas justas que devotamente la invocan”.

Y porque el poder del Maligno es hoy muy grande, una jaculatoria breve en los peligros, tentaciones y temores, que sería muy oportuno enseñar a los pequeños, es

“María, María, tu nombre es la defensa mía!”

Nuestro gran San Bernardo de Claraval nos legará también el “Mira la Estrella” en medio de una de sus homilías sobre las excelencias de la Virgen María:

El evangelista dice: Y el nombre de la Virgen era María. Digamos algo a propósito de este nombre que, según dicen, significa estrella del mar y que resulta tan adecuado a la Virgen Madre. De manera muy adecuada es comparada con una estrella, porque, así como la estrella emite su rayo sin corromperse, la Virgen también dio a luz al Hijo sin que ella sufriera merma alguna. Ni el rayo disminuyó la luz de la estrella, ni el Hijo la integridad de la Virgen. Ella es la noble estrella nacida de Jacob, cuyo rayo ilumina todo el universo, cuyo esplendor brilla en los cielos, penetra en los infiernos, ilumina la tierra, caldea las mentes más que los cuerpos, fomenta la virtud y quema los vicios. Ella es la preclara y eximia estrella que necesariamente se levanta sobre este mar grande y espacioso: brilla por sus méritos, ilumina con sus ejemplos.

Tú, que piensas estar en el flujo de este mundo entre tormentas y tempestades en lugar de caminar sobre tierra firme, no apartes los ojos del brillo de esta estrella si no quieres naufragar en las tormentas. Si se levantan los vientos de las tentaciones, si te precipitas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María. Si eres zarandeado por las olas de la soberbia o de la ambición o del robo o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira o la avaricia o los halagos de la carne acuden a la navecilla de tu mente, mira a María. Si turbado por la enormidad de tus pecados, confundido por la suciedad de tu conciencia, aterrado por el horror del juicio, comienzas a ser tragado por el abismo de la tristeza, por el precipicio de la desesperación, piensa en María.

En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No la apartes de tu boca, no la apartes de tu corazón y, para conseguir la ayuda de su oración, no te separes del ejemplo de su vida. Si la sigues, no te extraviarás; si le suplicas, no te desesperarás; si piensas en ella, no te equivocarás; si te coges a ella, no te derrumbarás; si te protege, no tendrás miedo; si te guía, no te cansarás; si te es favorable, alcanzarás la meta, y así experimentarás que con razón se dijo: Y el nombre de la Virgen era María.

San Alfonso propone finalmente una preciosa oración para invocarla y pedir la gracia de la fidelidad, que  compartimos aquí:

monogMex¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir. 

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Hay naciones que también, gracias a Dios, en medio de tantísimas infidelidades que las ensombrecen, no olvidan, sin embargo, tener siempre en los labios unas palabras de honra y halago para Su Madre.   

Por eso para los lectores que han llegado hasta aquí, compartimos un precioso testimonio, que hace pocos días, una querida amiga se encontró en una calle de Méjico, con una maravillosa exégesis de la Mujer del Apocalipsis, y que proponemos difundir.

¡Que María Reina lo colme de bendiciones, Octavio!

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1 comentario

  
Pacomio
¡¡ Ave María Purísima !!!
Magnífico.
Felicitaciones.
Dios se lo pague.
13/09/24 7:36 AM

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