(716) El poder del Maligno es hoy muy grande

Apostasía o Reforma

Nota previa. «El que avisa no es traidor». En este artículo repetiré veinte veces lo que se afirma en el título. Y lo hago precisamente para superar el silenciamiento generalizado acerca de una gran verdad: el poder del Demonio se acrecienta mucho donde la Iglesia se debilita y disminuye mucho. Realidad que se da hoy con frecuencia en Occidente.

Es un silencio que va de la Santa Sede hasta los últimos cristianos. En no pocas naciones occidentales de antigua filiación cristiana, se ignora fríamente esa profunda y extensa apostasía de Cristo y de la Iglesia. Y al mismo tiempo se ignora tranquilamente el poder creciente del Demonio sobre esas naciones. Veinte veces o las que sean insistiré en esa grave verdad. Repetitio est mater studiorum. A ver si la repetición supera al silencio.

Hace quince años inicié este blog con el título Reforma o Apostasía. Y en este tiempo el abandono de la fe y de la vida en la Iglesia se ha acelerado grandemente en Occidente. (Hablo de «Occidente» sin marcar sus límites, porque sería muy difícil hacerlo, si no imposible). En muchas Iglesias locales, por ejemplo, sólo una pequeña minoría de bautizados católicos frecuenta la Misa dominical. Casi todos los matrimonios aceptan la práctica habitual de la anticoncepción, como un progreso al que no deben renunciar los cristianos por serlo. Y en política no se tiene inconveniente en dar el voto a partidos abortistas, divorcistas y adulteristas. No hay apenas vocaciones sacerdotales o religiosas. La llama de la Eucaristía se apaga cada año en muchos altares. Se venden iglesias y conventos…

Todo esto indica que el Poder del Demonio ha crecido mucho, y que el de la Iglesia ha decrecido otro tanto. No son ahora excesivas las palabras de San Juan: «El mundo entero está bajo el Maligno» (1Jn 5,19). Se nos queda atrás el título Reforma o Apostasía, y estamos ya en Apostasía o Reforma.

 –Demonio, mundo y carne

Los tres enemigos del Reino de Cristo en este mundo están unidos entre sí, como los ángulos de un triángulo recto. El Demonio es el jefe del ejército de ángeles caídos, tentadores de los hombres y enemigos de Dios. El mundo es la parte de la humanidad sujeta a él, y ajena, rebelde a Dios. Y la carne es la naturaleza humana caída, herida por el pecado original, el de Adán, pecado prolongado por nuestros pecados personales.

La parábola del sembrador se encuentra en los tres evangelios sinópticos (Mt 13,2-9; Mc 4,1-9 y Lc 8,4-8). Y en la explicación de la parábola (Mt 13,18-23; Mc 4,18-20 y  Lc 8,11-15), enseña Cristo que los tres enemigos de la siembra del Evangelio son el Maligno-Satanás-Diablo + la Carne-debilidad, sin-raíces + el Mundo, las riquezas.

El pecado original «mudó a todo el hombre «en peor», según el cuerpo y el alma» [la carne, el hombre carnal], y esa naturaleza herida –no otra– es la que se ha transmitido a todos los hombres (529, Orange II: Denzinger 371-373). Esta es la doctrina revelada en la Sagrada Escritura y continua en la Tradición. Es la que enseña el concilio de Trento (1546) en el Decreto sobre el pecado original (Denz 1510-1516): Nace el hombre «inclinado al mal», con su imagen nativa de Dios desfigurada, destinado a la muerte y sujeto al poder de aquél «que tiene el imperio de la muerte, es decir, del diablo» (Heb 2,14).

Y solamente Cristo Salvador puede dar al hombre por el Espíritu Santo un nacimiento nuevo, como hijo de Dios, que libera del Maligno: «No hay otro nombre [Jesucristo] bajo el cielo en el que podamos salvarnos» (Hch 4,2).

 

Predominio de Cristo en el mundo medieval

Cristo es el Rey de la Edad Media cristiana. Y como ya expuse [blog 707], lo es por medio de su Iglesia, que impulsa y mantiene la mentalidad religiosa, la sanación de la razón por la fe y de la voluntad por la caridad, la evangelización de todas las costumbres e instituciones fundamentales: el matrimonio, el templo, la escuela, la universidad, el derecho y el deber, el arte en todas sus formas, en liturgia, poesía y música, historia y literatura, vestidos, arquitectura, … Todo estaba marcado por el influjo de Jesucristo Salvador y de su única esposa, la Iglesia católica. Las apariciones de la Virgen son sin lágrimas.

También se cometían pecados, por supuesto, pero se predicaba y se suscitaba el arrepentimiento y el sacramento de la penitencia. Y no se pensaba ni se decía bueno lo que realmente es malo, como, por ejemplo, el aborto o el adulterio. Lo malo se daba escasamente, producía escándalo, y era visto por la sociedad como un pecado.

Ya cité [blog 714] la encíclica Inmortale Dei de León XIII (1885), donde refutó ampliamente la leyenda negra que los enemigos de Cristo habían difundido sobre la Edad Media, caracterizándola como tenebrosa, cruel y falsa. Afirma y demuestra que «hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados… Organizada de este modo la sociedad civil, produjo bienes superiores a toda esperanza» (n. 9)… La Edad Media fue para el Demonio un tiempo muy duro.

Predominio del Demonio en el mundo actual

«No queremos que Él reine sobre nosotros» (Lc 19,14). Pasada la Edad Media y su unidad espiritual católica, el rechazo de Cristo Rey se fue iniciando en el siglo XVI en forma de rechazo de la Iglesia Católica, que es la presencia y autoridad de Cristo en el mundo. Y muy especialmente se realizó en Martín Lutero, que tuvo una poderosa fuerza religiosa e incluso política para afirmar y difundir su rechazo [blog 708]. En diferentes derivaciones religiosas o filosóficas, su espíritu rebelde y herético, fue difundiéndose en los siglos posteriores.

Pero siempre –todavía– la rebeldía anti-Iglesia halló durante siglos resistencia y superación en grandes fuerzas de la Católica: en el concilio de Trento, la Compañía de Jesús [blog 709], la reforma del Carmelo, Santa Teresa y San Juan de la Cruz [blog 710]; en grandes congregaciones religiosas; Obispos y Diócesis y tantos otros Santos y Pastores sagrados.

Los documentos más fuertemente combativos fueron los de los Papas. En artículos anteriores recordé a algunos: el beato Pío IX [blog 713], Qui Pluribus, Cuanta Cura, Syllabus; los de León XIII [blog 714], Divinum Illud Munus, Libertas Praestantissimum, Humanum Genus; y muy especialmente San Pío X [715], Lamentabili, la gran encíclica Pascendi y el Juramento Antimodernista. Otros grandes testigos de Cristo hubo en la Sede de Pedro, en especial Pío XII.

Vuelvo al subtítulo. En el Occidente descristianizado, estando las Iglesias locales en avanzado estado de postración y disminución, el poder del Demonio es el más fuerte en muchas naciones. Su influjo prevalece en casi todos los principales campos: escuelas y universidades, costumbres y leyes –leyes criminales, duramente aplicadas–, prensa y radio, televisión, aborto y eutanasia, divorcio y adulterio, política, espectáculos y modas, negocios, homosexualidad activa y transgénero, etc. Se realiza así en un grado misterioso la afirmación del apóstol San Juan: «El mundo entero está bajo el Maligno» (1Jn 5,19).

 

Hoy son muchos los cristianos «no practicantes», o quizá simplemente «apóstatas». Abandonan a Jesucristo, los sacramentos, los caminos del Evangelio, el seguimiento del Pastor que salva. Quizá porque no creen que haya una cuestión de «salvación» eterna. Y aunque no faltan entre ellos quienes guardan un recuerdo positivo de Cristo, en la realidad, los no-practicantes vienen a asimilarse a los apóstatas.

Muchos de ellos piensan que alejándose de Cristo y de su Iglesia, quedan en «tierra de nadie». Pero están engañados. En realidad, «dejando la senda recta, se extraviaron, y siguieron el camino de Balam» (2Pe 2,15). San Pedro les dedica un tremendo capítulo de su segunda carta. Transcribo unas pocos versículos:

«Si una vez retirados de las corrupciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo se enredan en ellas y se dejan vencer, sus postrimerías se hacen peores que sus principios. Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia, que después de conocerlo, abandonar los santos preceptos que les fueron dados» (20-21).

En el caso de los apóstatas plenos es notable que algunos de ellos muestran un celo difusor de sus diabólicas mentiras bastante superior al empeño que muchos cristianos dedican a la defensa y difusión de la fe. Esto se nota mucho, sobre todo, en la vida política.

Por otra parte, el poder formidable del Demonio en este mundo actual tiene una confirmación indiscutible. Y es que hoy los cristianos constituyen en el mundo el grupo social más perseguido, según afirman Agencias fidedignas. La vinculación a Cristo, Señor del cielo y de la tierra, cuanto más profunda y pública sea en un cristiano, halla hoy en la mayoría de los asuntos de la sociedad actual, más resistencia que ayudas, más rechazo que apoyo social, más desprecio que estima. También se alzará un muro del silencio cuando los cristianos sean perseguidos, asesinados, encarcelados por resistirse a leyes criminales. Todo eso «no es noticia» para los medios apóstatas, bien sujetos al Padre de la Mentira. Es normal… Está claro: del mundo actual postcristiano se puede decir con toda verdad: corruptio optimi pessima (la corrupción de lo mejor es lo peor). Los diagnóstico del apóstol San Juan en el siglo primero hallan hoy también exacto cumplimiento.

«Lo que hay en el mundo –la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la arrogancia del dinero–, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo» (1Jn 2,16). Lo que el mundo actual imprime en nuestro pensamiento y conducta, si no lo evitamos con la gracia de Cristo, «no es la sabiduría que baja de lo alto, sino la terrena, animal y diabólica» (Sant 3,15). «Adúlteros. ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios» (4,4).

* * *

 –Es común en los santos una captación muy viva de los males del mundo. Ellos ven lo que muchos otros cristianos, Pastores o fieles, más o menos mundanizados, no alcanzan a ver. Y si no lo ven, no podrán evitarlo –lo asumen–, ni denunciarlo y combatirlo. Pero el concilio Vaticano II enseñó rectamente que «a través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas» (GS 37b), batalla librada en los últimos veinte siglos por la Iglesia con la fuerza de Cristo. Pero hoy son muy pocos los cristianos conscientes de esa realidad, silenciada notablemente en el Postconcilio. Ni siquiera se han enterado de que estamos en guerra –sobre todo si les va bien en el mundo–. El texto citado por el Vaticano II viene a decir lo de Cristo: «No piensen que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada» (Mt 10,34). Sí, los cristianos estamos en guerra contra el mundo del Demonio.

 

–Recordaré algunos ejemplos de esa santa lucidez de los Santos para reconocer el pecado del mundo, escondido a veces. Y que incluye el lado mundanizado de la Iglesia. Estos santos que cito tenían delante un mundo en el que casi todos eran «cristianos».

 

+Santa Teresa de Jesús (+1582)

Dice que quien llega por gracia de Dios a la contemplación, ve en el mundo innumerables males: «¡Qué señorío tiene un alma que el Señor llega aquí, que lo mira todo sin estar enredada en ello!; ¡qué corrida está del tiempo que lo estuvo, qué espantada de su ceguedad, qué lastimada de los que están en ella, en especial si es gente de oración y a quien Dios ya regala! Querría dar voces para dar a entender qué engañados están… Ve que es grandísima mentira y que todos andamos en ella… No hay ya quien viva, viendo por vista de ojos el gran engaño en que andamos y la ceguedad que traemos… ¡Oh, qué es un alma que se ve aquí, ver esta farsa de esta vida tan mal concertada! Todo la cansa, no sabe cómo huir; vése encadenada y presa; anda como perdida en tierra ajena» (Vida 20,25-26; 21,4.6). Es lo decía San Pedro: vivid en el mundo «como extranjeros y peregrinos» (1Pe 2,11). O San Pablo: «no os configuréis a este mundo» (Rm 12,2).

 

+San Claudio La Colombière (+1682)

«La depravación es hoy mayor que nunca.y nuestro siglo, cada día más refinado, parece también corromperse cada vez más… Existe en medio de nosotros un mundo reprobado y maldito de Dios, un mundo del que Satanás es señor y soberano, un mundo por el cual el Salvador no ha ofrecido oraciones a su Padre, un mundo que Jesucristo ha reprobado y del cual ha sido siempre rechazado… Ese mundo está donde reina la vanidad, el orgullo, la molicie, la impureza, la irreligión. Está allí donde menos se hace caso de las normas del Evangelio, y donde incluso se glorían de seguir otras contrarias». (Fragmentos De la fuite du monde, en Écrites 295-296).

 

+San Luis María Grignion de Montfort (+1716)

«Nunca ha estado el mundo tan corrompido como hoy»… El planteamiento de Monfort, recuerda al de San Ignacio en las dos Banderas. Es el de Cristo. «Ahi tenéis dos bandos, con los que a diario nos encontramos, el de Jesucristo y el del mundo… A la derecha, el de nuestro Salvador: sube por un camino estrecho y angosto como nunca, a causa de la corrupción del mundo» [Mt 25,33; 7,14]… «A la izquierda, el bando del mundo, el del demonio, espléndido y brillante… En él los caminos son anchos y más espaciosos que nunca… [«y llevan a la perdición», Mt 7,13] … Multitudes transitan por ellos… Están sembrados de flores… A la derecha, el pequeño rebaño que sigue a Cristo [Lc 12,32]. Son pocos los que entran por esos caminos angostos, «pues los que son de Jesucristo han crucificado sus bajos instintos con sus pasiones y deseos» [Gal 5,24]; para ser discípulos de Cristo, han de tomar su cruz de cada día y seguirle [Lc 9,23] (Carta a los Amigos de la Cruz, 7).

 

+San Pablo de la Cruz (+1775):

«¿Qué podemos hacer de este mundazo, donde no se respira otra cosa que un aire de pecado que apesta?» (Cta. a hija de Sra. Ercolani 19-VI-1762). «Les recuerdo, y quisiera escribirlo más con lágrimas de sangre que con tinta, que este pobre mundo está inundado casi por todas partes de iniquidad y que Dios se halla sobre manera ofendido [… ] ; se ve tan ofendido, despreciado y ultrajado por la mayor parte de los cristianos» (Cta. a hnas. Valerani 12-VII-1742).

 

+San Antonio María Claret (+1870)

«El mundo siempre ha sido mundo inmundo, pero en el día está asqueroso y puesto en entera malignidad. Nos amenazan grandes calamidades. España está fatal y cada día se pone peor… El carro del mal corre como el vapor [va muy rápido], y el curso del bien está completamente paralizado» (Cta. al P. Galdácano 8-II-1858).

¿Se podrían afirmar actualmente con verdad estos tremendos diagnósticos de nuestro mundo? Si así fuera, que así parece, habría que decirlas, y con urgentes apremios a la conversión. Pues bien, hoy se cumple lo que aquellos Santos dijeron con más verdad que en su tiempo. Y son necesarias palabras muy graves, que susciten muy graves diagnósticos y acciones… A grandes males, graves remedios. Habría que convocar a las Iglesias con urgencia para procurar los remedios de una situación tan mala. (Nota. Pero que la gran reunión no fuera para tratar del posible sacerdocio de las mujeres o de la conveniencia de frenar el clericalismo, el poder de las autoridades eclesiásticas, y otras cuestiones del clima).

Adviértase que todos esos avisos–diagnósticos tan graves de los Santos citados se producen en tiempos de Iglesia relativamente buenos: se vive en esos siglos el Día del Señor, la Misa dominical, la confesión; los catecismos se atreven todavía a enseñar todas las verdades de la fe; los matrimonios perduran, las separaciones o el adulterio son infrecuentes y muy lamentados; hay conciencia unánime en favor del impudor, que todavía escandaliza, como también en contra del aborto, de las doctrinas heréticas, de la pornografía. Son numerosas las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, que sirven al Señor en misiones, en obras de educación, de caridad, etc.

Convendrá, pues, imaginar qué dirían estos Santos si vivieran ahora. Dirían algo así como Rivera.

+Venerable José Rivera (+1991)

Cito fragmentos de algunos escritos suyos publicados por Julio Alonso Ampuero en su excelente libro Un profeta como fuego. Perfil espiritual del Venerable José Rivera (Ed. Anawim, Madrid 2024, 156 pgs).

«El mundo está muy mal y la situación de la Iglesia es muy grave» (pg. 75, Cta. 4-VI-1973). Hoy «no se puede hablar del infierno, ni de la vida eterna, ni de los ángeles, ni del demonio…» (Texto inédito Reflexiones, citado en pg. 119). ¡Ni de casi ninguna de las grandes verdades de la fe!… En sus Cartas: «Urge, urge […] Los hombres se pierden a millares sin Dios» (18-XI-1974). «La situación está muy mal. La gente se empeña en buscar remedios naturales –políticos, sociales, culturales…– y todo eso no es el remedio, aunque algo de todo eso haya que hacer. La raíz del mal enorme que nos tiene invadidos es el pecado»… La salvación «sólo lo arregla el alcanzar gracia de Dios, santidad, caridad… Y todo ello lo consigue la oración, pero necesariamente acompañada de expiación» ( 12-X-1976).

-La Virgen María en sus apariciones, hablando en el nombre de Dios, garantiza la verdad de lo que dicen los Santos

Al leer el testimonio de los Santos citados, podrían algunos lectores pensar que sus diagnósticos sobre el mundo, y de modo indirecto sobre la Iglesia, expresan solamente el sentir de personas pesimistas, agobiadas y neurotizadas por tantos pecados y males de nuestro tiempo. Gente débil, de poca fe, y aún menor esperanza. Esta sospecha es totalmente falsa y ha de ser rechazada por dos razones principales.

1ª) Porque en las apariciones de la Virgen María, precisamente en las habidas en los últimos siglos, expresa Ella juicios gravísimos muy semejantes sobre la situación del mundo y de la Iglesia –aunque a veces no la nombre–, y llama con urgencia a conversión, avisando que si ésta no se da, vendrán sobre la humanidad tremendos castigos medicinales. Dice lo mismo que dijeron y dicen los Autores citados. Y no es cosa de sugerir que esté la Virgen María deprimida y un tanto neurótica con tantos males.

2ª) Porque, al ser especialmente iluminados y purificados por el Espíritu Santo, los santos son los más lúcidos conocedores de su tiempo. Son en sus diagnósticos sobre el presente quienes, viviendo puramente de la fe y asistidos por los dones del Espíritu Santo, más coinciden con «los pensamientos de Dios», que no son los de los hombres (Is 55,8; Mt 16,23); y están más libres de posibles condicionamientos subjetivos de carácter o de apegos temperamentales catastrofistas. Son, como las palabras de la Virgen, una llamada urgente a la conversión, pues el crecimiento de los pecados es ya enorme, y cada vez es más trivializado: se les dice «errores».

+La Virgen de la Salette (1846)

La Virgen María habla a dos niños, pero lo hace para que transmitan al pueblo sus palabras, que dice llorando.

«Si mi pueblo no quiere obedecer, me veo obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y pesado, que no puedo sostenerlo más… Hace tanto tiempo que sufro por vosotros… Y vosotros no hacéis caso»… [blog 711].

+La Virgen de Fátima (1917)

El Angel de la Paz, en (1915), se apareció tres veces a los tres niños de Fátima, como precursor de las apariciones de la Virgen, y les dijo:

«Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos»… «¡Orad! ¡Rezad mucho!… De todo lo que podáis, ofreced un sacrificio, un acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido»… «Jesucristo es horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios».

La Virgen María se aparece a los niños por primera vez el 13 de mayo de 1917, vestida de blanco, en Cova de Iria, y seis meses más en el mismo día 13 [blog 433].

«¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros, en acto de desagravio por los pecados con que es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores? –Sí, queremos»…

(13-VI) Fue entonces cuando la Virgen les hizo ver su corazón, rodeado de espinas. «Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la Humanidad, que pedía reparación»…Al decir estas palabras, abrió las manos… Vimos como un mar de fuego. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas»… (19-VIII) Rezad, rezad mucho, y haced sacrificios por los pecadores, pues van muchas almas al infierno por no tener quien se sacrifique y pida por ellas». (13-X) «No ofendan más a Dios nuestro Señor, que ya está muy ofendido».

+Nuestra Señora de Akita (1973)

Con ese hermoso nombre se llama a la Virgen María que se apareció en 1973 a la Hna. Agnes Katsuko Sasagawa en un convento de Yuzawadai, en la periferia de Akita (Japón). La Hermana era budista, como su familia, y se convirtió a la fe católica en Lourdes. Tres mensajes de la Virgen recibió ante una estatua suya, que parecía llorar, como sucedió también en muchos otros momentos posteriores. En el 1º pide María oraciones para prepararse a «las calamidades que se acercan» (6-VI-1973). En el 2º: «Muchos hombres en este mundo afligen al Señor», y pide oraciones y reparaciones. El 3º el mensaje es largo y apremiante:

«Mi querida hija, escucha bien lo que tengo que decirte (…) Si los hombres no se arrepienten y se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad (…) sin escatimar ni a los sacerdotes ni a los fieles. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muerte. Las únicas armas que quedarán para ti serán el Rosario y la Señal dejada por Mi hijo. Cada día reciten la oración del Rosario, rezando por el papa, los obispos y los sacerdotes. El trabajo del diablo se infiltrará incluso en la Iglesia, de tal manera que se verá a cardenales opuestos a cardenales y obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y rechazados por sus co-hermanos… iglesias y altares saqueados, la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan compromisos, y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas para que abandones el servicio del Señor. (…) Hoy es la última vez que te hablaré con voz viva. De ahora en adelante obedecerás al enviado a ti y a tu superior»…

El Ordinario diocesano del convento, Mons. John Shojiro Ito, Obispo de Nigata, autorizó dentro de su Diócesis «la veneración de la Santa Madre de Akita», mientras se producía «un juicio definitivo» aprobatorio, pronunciado por la Santa Sede. Hasta ahora no se ha producido.

La Hna. Agnes murió hace poco, el 15 de agosto, día de la Asunción, a los 93 años. El culto a la Santa Madre de Akita se mantiene. Su centro está en el Santuario Redemptoris Mater de Nuestra Señora de Akita, en el convento de las Siervas de la Sagrada Eucaristía, en Yuzawadai, Japón.

La beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824), alemana, mística agustina, en su abundante obra escrita, transcrita por Clemens Brentano, coincide con los santos citados.

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 –La debilitación grave de la Iglesia en ciertas naciones de Occidente implica ciertamente un crecimiento en ellas del poder del Demonio. Esto tendría que suscitar, sobre todo en los Obispos y la Santa Sede, grandes alarmas y grandes cambios y mejoras en la predicación del Evangelio y en la acción pastoral, en la oración, en los sacramentos y en la vida de los fieles supervivientes. Pero increíblemente es un enorme dato que se silencia, o que se trata con eufemismos buenistas y nulas medidas reformistas, sustituidas éstas presuntamente por la confianza en la divina Providencia. Esta frialdad inerte ante la sangría tremenda de no-practicantes y apóstatas requiere por sí misma un análisis cuidadoso. Espero hacerlo, si así lo quiere Dios, en próximos artículos.

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Pero ya desde ahora adelanto: Dios providente conserva y gobierna todo lo que ha creado (Vaticano I). No arroja las criaturas en el ser, desentendiéndose luego de ellas. Los males en el mundo y en la Iglesia no pueden darse sino con el permiso de Dios, que quiere suscitar con ocasión de ellos bienes mayores. Oremos y lab-oremos al servicio de Dios y de su Reino. Pero vayan las cosas como vayan, con la gracia de Dios guardemos siempre la paz y la alegría espiritual (Flp 4,4), viviendo en fe, esperanza y caridad. Así iremos siempre conformes con la Providencia divina, tomados de su mano.

José María Iraburu, sacerdote

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