(101) La sombra de Lutero en el Sínodo

No se sorprenda el lector. Si ha habido tantos “honorables invitados” a este Sínodo que nos han dejado con la boca abierta, y tantos personajes que uno creería que no podrían haber estado jamás como consejeros papales, y sin embargo, siguen soltando ocurrencias a cuál más mundana sin que se los haya hecho callar, porque lo importante era el diálogo sincero...  Si ni siquiera tuvieron empacho en recibir al Papa en la sala Pablo VI hace unos días,  al son de  “Heal the Word”, (himno de Michael Jackson cuya elocuente letra por un mundo unido pueden ver aquí), ¿cómo y por qué no reconocer entre sus filas, a través de las volutas del humo infernal que ha enrarecido el ambiente, al heresiarca germano, alentando a algunos de sus apadrinados?

Sabemos que lo del “humo de Satanás” no es mera figura retórica, y que indica algo que espesa el entendimiento y por ende las almas, debilitando su posibilidad de ver claramente la realidad. Es expresión de una presencia personal, que bien puede manifestarse a través de la proposición de un modo de pensar que no es el de Cristo, sin perder de vista que “nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales” (Ef.6, 12).

Vale decir que los habitantes del infierno actúan -y mucho- en la historia para procurar la condena de los buenos, y en estas contiendas, el ataque a la Iglesia es de primer orden. Si encima de ello, desde la propia Iglesia se ha atacado nada menos que a su Fuente y Culmen, como es la Eucaristía, posicionando “los cañones” en el seno de la vida misma, como es la Familia, la jugada fue maestra en astucia. Y ya se sabe que “los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz al lidiar con el mundo que los rodea” (Lc.16,8).

A quien crea aventurado sostener que el miserable monje alemán está condenado, que vaya a discutirle a la beata Sor María Serafina Micheli (1849-1911), fundadora del Instituto de las Hermanas de los Ángeles, o al Santo Padre Pío, quienes personalmente, me merecen mucha más credibilidad que ciertos purpurados.

A la Bta. Micheli, cuando pasaba por la ciudad natal de Lutero durante la celebración del IV Centenario de su nacimiento, su ángel de la Guarda le mostró “la visión de un horrible abismo de fuego, en el cual era atormentada una innumerable cantidad de almas. En el fondo vio a un hombre, Martín Lutero, que se distinguía entre los demás condenados pues estaba rodeado de demonios que lo obligaban a estar de rodillas y, armados de martillos, mientras él se esforzaba en vano, le clavaban en la cabeza una gran clavo, por el primer pecado capital, la soberbia, siendo determinantes su conducta, su posición para con la Iglesia y sus herejías para engañar y conducir a muchas almas superficiales e incautas a la perdición eterna.”

Por su parte, el P. Pío advertía que aquellos que creen poder comunicarse directamente con Dios amparándose en su buena conciencia -como Lutero-, también están en camino al infierno. El santo p. Pío refería que el final de Lutero había sido horrible y angustioso, y que quienes lo siguen se arriesgan a ir al infierno como él, por no escuchar las enseñanzas de la Iglesia Católica.

¿Y qué diremos de quienes desde el seno de la misma Iglesia pretenden torcer su luminosa enseñanza, burlándose de ella con subterfugios espiritualoides, tomando el pelo a los hijos de Dios?

En un post anterior, decíamos que nos preocupaba la tremenda confusión de muchos fieles, que al oír algunas declaraciones, y sin contar con una sólida formación, pueden caer en el gravísimo error de pensar que la Iglesia puede cambiar su doctrina, o divorciar de ésta su “praxis” pastoral.

Pero por más que los buenos pastores se empeñen en aclarar lo necesario, lo cierto es que como bien señala Luis Fernando, los medios de comunicación harán el papel de mensajeros -no precisamente celestiales- del humo de azufre con que se quiere oscurecer la luz de la Verdad.

“La Iglesia da un nuevo paso hacia la integración de los divorciados” (en Clarín, donde se apunta más abajo “Un obispo propone que las mujeres sean diáconos y es ovacionado en el sínodo de la familia"); “La Iglesia abre las puertas a los divorciados"; “Firmes en la fe sobre el matrimonio y la familia", “Síndo aprueba el texto sobre el discernimiento para los divorciados en segundas nupcias”, y podemos seguir, comprobando que la mayoría de los titulares no abonan una interpretación muy clara de la cosa. O tal vez sí, pues lo que es cada día más evidente es la confusión de la mayoría de fieles.  

A ellos, que a nuestro juicio son los más pobres -los que arrastrará la corriente-, hay que ayudarles a comprender que la Iglesia permanece idéntica a sí misma, y así como “Dios no se muda”, las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, no, PERO teniendo muy en cuenta que no necesariamente esa permanencia será en una “mayoría” aplaudida o tolerada por el mundo, sino tal vez, en un pequeño resto fiel.  Algún otro día volveremos sobre este tema, pero mientras tanto, traigamos a la memoria el consuelo de Nuestro Señor:

 «No temas, pequeño rebaño, porque el Padre ha tenido a bien daros su Reino» (Lc 12,32).

No nos queda entonces otra alternativa que obedecer al Evangelio:

“…no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. En esto podréis conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo.”(Jn.4,1-3)

 Debemos recordar entonces, serenamente, que aunque este Sínodo se haya celebrado en la Iglesia, no por ello todos sus miembros eran católicos, aunque lleven capelo, ni mucho menos sus dichos y hechos. ¿Y qué son, entonces, todos esos que están entre nosotros, disfrazados?  

Protestantes, pues al fin y al cabo, todos los modernistas son mucho más protestantes que católicos. Y si no tienen la fe verdadera, no hay que prestarles oídos, máxime teniendo en cuenta que lo declarado hasta el momento no forma parte del magisterio.

Y como por el fruto se conoce el árbol, debemos ver cuál es el “aroma” que nos van dejando algunos, para discernir en nuestra marcha lo bueno que debemos tomar, y lo que debemos echar al olvido (que también hay que ver, aunque incomode), aunque el mundo lo recoja -como los perros-…  

Y yo creo que sí; que Lutero ha estado “inspirando” a muchos, más que el Espíritu Santo.(¿Habrá venido el oscuro monje a forzar su “homenaje” en los miembros de la Nueva Iglesia Interreligiosa"?).

Veamos las huellas del heresiarca en este Sínodo, con una llamativa “evolución” en sus principios, para no perderlos de vista, de aquí en más:

a- Sola fides parece haber tomado otra formulación más acorde con los tiempos presentes: “sola misericordia”, sin arrepentimiento, ni obras satisfactorias, ni propósito de enmienda.

-¿Está mal la fe?-En absoluto, pero es necesario que nuestras obras la acompañen (Sant. 2,18).  -¿Está mal confiarnos a la infinita misericordia de Dios? - Claro que no, pero a la misma Santa Faustina, a quien se reveló la Divina Misericordia, le fue mostrado también el infierno adonde van los impenitentes. Ni hablar de la propuesta de Moisés como modelo de misericordia por encima de Nuestro Señor Jesucristo, como hizo días atrás el Card. Lacunza.

Ayer fue el fideísmo…hoy asistimos al misericordiosismo, que habremos de repudiar como un cáncer, pues nada tiene que ver con la misericordia divina.

b- Sola Scriptura, ha dado también “un pasito más", y se ha convertido en “Solo mundo”, porque muchas argumentaciones ni siquiera resisten un vistazo a la Sagrada Escritura (aunque normalmente se recurra a ella para pretextar muchos argumentos “kasperianos"). De “solo mundo” era por ejemplo la definición que daba Mons. Agrelo de la Verdad como un “proceso de aproximación al conocimiento de una realidad en continua transformación” (¡¡!!), y la identificación del pecado original con la “pretensión (??) de conocer realmente la verdad”, embistiendo contra toda la Tradición de la Iglesia.

c-  Libre examen. El relativismo llevado a su máxima expresión (que sobre todo pretende que las propuestas evangélicas “de ayer” -sic- no son del todo viables hoy en día), lógicamente hace que cada uno diga el disparate que se le ocurra torciendo no sólo la Escritura sino la realidad misma, pues la apostasía de la fe verdadera lleva tarde o temprano a un grave debilitamiento de la razón. Así las cosas, la propuesta de Cupich de dar la comunión a quien quiera mientras tenga “buena conciencia", resulta coherente con ese marco. Todo depende del tiempo, del espacio, de la temperatura, del color de ojos y del pronóstico de huracanes -según el medidor que se use, por supuesto-. La interpretación no ya de la Escritura sino de cada dicho y hecho de la Iglesia queda librada “al gusto del consumidor".

Lo que llama la atención es que mientras por una parte esta gente se desentiende de la realidad objetiva (pongamos por caso, un adulterio concreto), apelando a la buena conciencia de cada cual, por otra parte se erigen en defensores de la realidad (que es pura subjetividad), argumentando que quienes defienden la doctrina están muy lejos de ella o no alcanzan a interpretarla cabalmente. Sólo los modernistas interpretan iluminadamente las situaciones concretas de la “realidad” de la familia en el mundo de hoy.

Por eso es muy acertada la denominación que el p. Iraburu ha dado hace poco, como de un “Festival de Pensaciones” para designar a una porción de la asamblea sinodal…¡y eso que no había llegado aún octubre de 2015!. En este Festival, “cada loco con su tema” parece ser la sinfonía de fondo, con este estribillo: “no hay que esperar a Roma, no hay que esperarla, si cada uno se basta para embarrarla…”

d-  Odio al papado: esta es una vuelta de tuerca magistral que ha dado Lutero con sus secuaces: ¿qué mejor ataque, que presentar a la opinión pública una dialéctica entre quienes desean permanecer fieles a la doctrina de la Iglesia como oponentes a quien más debería custodiarla?  Mons. Müller había advertido ya claramente que

«…Todo aquel que permanece fiel a la doctrina de la Iglesia es atacado públicamente e incluso difamado como adversario del Papa, como si el mismo Papa, junto a todos los obispos en comunión con él, no fueran testigos de la Verdad revelada, aquélla que les fue confiada para que la administraran con fidelidad, a fin de que no pudiera ser rebajada por los hombres a la medida humana».

e-  Prescindencia de María Santísima: El broche de oro. Más allá de la encomienda del Sínodo a Ntra. Sra. del Rosario, que el Papa había hecho en su apertura, no parece suficientemente clara la presencia de Nuestra Señora en las argumentaciones presentadas por los padres sinodales…

Ya sabemos que no son las referencias espirituales ni escriturísticas las que han primado ni el año pasado ni en éste, pero…¿no es demasiado estruendoso este tono tan tímido, cuasi silencio, de referencias a la Reina de las Familias- salvo honrosas excepciones, en un Sínodo sobre la Familia?…   ¿Y qué puede suscitar de bueno y santo el Espíritu de Dios, si no es por medio de María, su Esposa?…

¿Es posible que siendo católicos, los padres sinodales pasen por alto las palabras de Fátima, y la urgencia del triunfo del Corazón Inmaculado de María, con todo lo que esto implica?…

Pero los heterodoxos no quieren saber Quién es Ella…

PidamosLe por éstos, y por los que se dejen seducir por ellos en los próximos tiempos.

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