El Episcopado Monárquico
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Histórico es el rechazo de parte del protestantismo al episcopado monárquico, lo cual no es sino la constitución jerárquica de la Iglesia en obispos, presbíteros y diáconos. Esta organización tiene su origen en los apóstoles, quienes recibieron de Jesucristo la orden de edificar y gobernar la Iglesia. Esta jerarquía tripartita es por tanto de Institución Divina.
Razones del protestantismo para rechazar el episcopado monárquico
No ha sido fácil para el protestantismo enfrentar el hecho de no contar con una legítima sucesión de obispos que provenga de los apóstoles, así como tampoco el Papado como institución divina a la que someterse. Es por eso que atacando al episcopado monárquico encuentran una justificación a estos problemas.
Según la posición protestante al comienzo las iglesias eran gobernadas por un independiente y democrático colegio de presbíteros (o ancianos) todos con igual autoridad de gobierno. Fue solo a mediados del siglo II (año 150) donde la jerarquía se “organiza” tal cual como la conocemos hoy, imponiéndose el gobierno de un obispo al cual el colegio de presbíteros queda subordinado. De esta manera, sostienen las listas de obispos de Roma (Papas) no son fidedignas, sino que fueron “fabricadas”, “falsificadas” o “inventadas” por cada iglesia y por los Santos Padres (Hegésipo, San Ireneo de Lyon, etc.) para justificar su origen apostólico frente a los herejes gnósticos de la época. Bajo esta hipótesis tendríamos Papas que no fueron realmente Papas y por tanto otros fueron sucesores de Papas que no existieron.