(NCRegister/InfoCatólica) El proyecto de ley sobre el acompañamiento de los enfermos y el final de la vida fue presentado inicialmente ante el Consejo de Ministros el 10 de abril de 2024 y debatido en la Asamblea Nacional el 27 de mayo. La propuesta incluía dos aspectos clave: el refuerzo de los cuidados paliativos y la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido para pacientes con enfermedades incurables o dolores insoportables.
Uno de los puntos más controvertidos del texto permitía que la sustancia letal pudiera ser administrada no solo por un médico o un enfermero, sino también por un familiar o una persona voluntaria designada por el paciente.
Antes de la disolución de la Asamblea Nacional en junio de 2024, el presidente Emmanuel Macron había presentado esta reforma como una de las medidas emblemáticas de su segundo mandato, junto con la inclusión del derecho al aborto en la Constitución francesa. La iniciativa respondía a la demanda de su base electoral progresista, mayoritariamente favorable a la eutanasia.
Sin embargo, la decisión de Bayrou de dividir el proyecto en dos textos ha alterado el equilibrio político en el seno del Ejecutivo. «Es imprescindible que podamos votar de manera diferenciada sobre cada una de estas cuestiones», argumentó el primer ministro, asegurando que no pretende retrasar la tramitación parlamentaria.
Cuidados paliativos versus eutanasia
Para los críticos de la eutanasia, la medida responde a la incompatibilidad entre los cuidados paliativos y la muerte inducida. Laurent Frémont, profesor en Sciences Po París y cofundador de la asociación Démocratie, éthique et solidarités, señaló que la versión original del proyecto habría convertido a Francia en «uno de los países con la legislación más extrema del mundo», al permitir que un familiar llevara a cabo el acto letal y al imponer una fuerte presión sobre los profesionales sanitarios.
Por otro lado, los defensores de la asistencia activa para morir han acusado a Bayrou de intentar posponer el debate de manera indefinida y de actuar guiado por sus creencias religiosas. La Asociación Francesa por el Derecho a Morir con Dignidad le comparó con «el predicador de una congregación religiosa» y le instó a «anteponer el interés general de los ciudadanos».
En medio de la polémica, algunos analistas destacan la estrategia política del primer ministro. Según el columnista Guillaume Tabard, Bayrou ha maniobrado hábilmente para evitar la presión de la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, y desactivar un debate altamente polarizado sin enterrarlo.
Por el momento, el Gobierno tiene previsto retomar la discusión parlamentaria a principios de febrero. La separación de los dos proyectos de ley, según Frémont, permitirá que los cuidados paliativos no sean utilizados como pretexto para legalizar la eutanasia en Francia.