(CatholicLeader/InfoCatólica) Los datos recién publicados del segundo informe anual de la Junta de Revisión de la Muerte Voluntaria Asistida, organismo independiente del estado, muestran que cientos de ciudadanos de Queensland han optado por poner fin a sus vidas con sustancias letales.
Según el informe: 1.560 personas iniciaron el proceso, 1456 personas fueron evaluadas como elegibles, 976 personas recibieron una sustancia para la muerte asistida voluntaria, y 793 personas murieron por la administración de una sustancia para la muerte asistida voluntaria.
El obispo de Townsville, Tim Harris, dijo que las cifras eran «desgarradoras» y que estaba consternado al conocer el alcance del programa.
«Dice algo sobre las prioridades del gobierno del estado de Queensland», afirmó. «Un régimen de cuidados paliativos totalmente financiado, de haberse aplicado, habría frenado estas cifras».
De las 793 personas fallecidas en el último periodo analizado, el 33% murió tras la autoadministración de una sustancia para la muerte asistida voluntaria y el 67% tras la administración de una sustancia para la muerte asistida voluntaria por parte de un profesional.
El informe mostraba un amplio abanico de grupos de edad que accedían al programa, con personas de entre 18 y 107 años. La edad media era de 74 años. Alrededor del 58% de las personas eran hombres y dos tercios habían recibido un diagnóstico de cáncer.
Aproximadamente la mitad (47%) vivía en zonas urbanas importantes. Otro 26% vivía en zonas del interior de la región y un 27% en zonas del exterior, remotas o muy remotas.
El informe destaca la eficacia del programa, ya que todos los casos de muerte asistida voluntaria se suministran en un plazo de cuatro días laborables a partir de la recepción de la solicitud de suministro y de una receta válida.
«En el sudeste de Queensland, todas las solicitudes se atendieron en un plazo de tres días laborables», decía el informe.
Mons. Harris afirmó que la muerte asistida no era necesaria y nunca lo sería: «acompañar a las personas sí lo es». «Estas cifras me dicen que los gobiernos han renunciado a ocuparse de los moribundos», afirmó.
«Han renunciado a atender a las personas de la forma holística que ofrecen los verdaderos cuidados paliativos. Estamos hablando de seres humanos en su momento más vulnerable y lo único que podemos ofrecerles es la muerte».
«Los VAD no son cuidados al final de la vida. No son cuidados en absoluto. A una sociedad se la juzga por cómo 'cuidamos' los unos de los otros. Los seres humanos merecen los mejores cuidados. El DVA no cuida a las personas, las mata».
El informe de la junta de revisión llega tras la publicación este mes de un informe forense sobre la muerte de un hombre que se suicidó utilizando sustancias eutanásicas suministradas a su esposa.
El forense hizo recomendaciones a la legislación vigente tras detectar importantes fallos en la gestión del plan.