(Kath/KAP/InfoCatólica) La Iglesia católica ha emprendido un camino, «y este camino continuará, independientemente de lo que ocurra de forma concreta», dijo Lacnker el sábado en una entrevista con la agencia de noticias Kathpress. La ocasión fue un taller de trabajo de tres días para los participantes europeos del sínodo, que tuvo lugar de jueves a sábado en el Seminario de Linz.
Así como el Papa Francisco es una sorpresa para la Iglesia, los procesos que él ha introducido también son sorprendentes para muchos, «y las sorpresas no se detendrán», comentó el prelado, quien describió su postura básica hacia el tema con el «principio de esperanza: La esperanza es la creencia en lo que aún no se ve. Esto también se aplica a la propia Iglesia».
Sin embargo, indicó, para avanzar es necesario tener una «visión realista», por lo que en Austria, en algunos casos, una expectativa inicial demasiado alta «algo que llegó a ser impulsado» ha dado lugar a desilusión y frustración. Esto se debe, en parte, a que ciertos temas fueron retirados del sínodo por el Papa y delegados a grupos de trabajo, excluyéndose también del documento de trabajo -ndr:Instrumentum laboris-. Esto debe respetarse, «pero me gustaría saber cómo se desarrollará», añadió el arzobispo.
Pradera florida en lugar de monocultivo
El documento de trabajo presentado en julio es «realmente bueno», opinó Lackner, quien destacó especialmente el capítulo sobre es discernimioento La Iglesia ha aprendido mucho en términos de «discernir», como también confirmaron los encuentros y sesiones del taller en Linz. En esencia, el paso requerido por el Papa Francisco implica ver, antes de tomar decisiones, que «no solo hay un sí o un no, sino que también se deben ver y hacer brillar las diferencias. Las diferencias constituyen la diversidad, que, en términos figurativos, es una pradera florida, no un monocultivo». El presidente de los obispos austriacos no explicó cómo encajar la diversidad en asuntos doctrinales puede conciliarse con el hecho de que la fe deber ser la misma en todas partes.
La diversidad se expresó claramente en Linz, señaló el arzobispo. «Eso es importante, porque es peligroso cuando las personas simplemente guardan silencio». Lackner también valoró que en Linz se logró un diálogo abierto y sincero, que también debería practicarse en el sínodo mundial en octubre, así como en todos los niveles inferiores. En términos figurativos, la sinodalidad debe «comenzar en la cáscara de nuez» y resistir la tentación de querer pasar siempre al siguiente nivel, añadió el presidente de la Conferencia Episcopal.
El propio arzobispo de Salzburgo compartió en las discusiones en Linz sus experiencias con jóvenes. A menudo, en los encuentros, sus preguntas lo «bombardean» y él intenta responder, aunque nunca lo logra del todo. Sin embargo, también él formuló una pregunta: «¿Cómo están realmente?». En el silencio que siguió, preguntó a sus jóvenes invitados qué debería hacer la Iglesia por la juventud. El tono de la conversación que surgió a partir de entonces fue: «La Iglesia debe ser un lugar donde uno pueda expresarse, donde lo dicho no se difunda de inmediato, como suele ocurrir en internet».
Entender la secularización de manera positiva
Lackner demostró ser un firme partidario de la herejía pelagiana cuando destacó que la Iglesia en Europa occidental debe aportar un «concepto positivo de un mundo secular». «La secularización no es solo un subproducto. El ser humano ha alcanzado una grandeza que le permite hacer el bien por sí mismo (ndr:herejía pelagiana). Esta es una experiencia que vivimos como Iglesia cuando tenemos que decir: Ya no recibimos un trato preferencial, hay otros también. Nosotros, los creyentes, hacemos el bien por una buena razón, ya que Dios es bueno, pero el ser humano, por su propia naturaleza, tiene la capacidad de ser bueno (ndr:nuevamente herejía pelagiana), lo que se manifiesta en la secularidad». Evidentemente el arzobispo negó con sus palabras la doctrina católica sobre los efectos de la caída del hombre.
El presidente de la Conferencia Episcopal, que pertenece a la Orden Franciscana, también señaló la comprensión de que «nosotros, los occidentales, debemos venir con las manos vacías». Europa ha liderado la teología durante siglos, pero eso ahora ha terminado. Lo cual es cierto, tal y como se ha visto recientemente en la oposición de la Iglesia en África a la bendición de las parejas homosexuales. «Creo que debemos seguir nuestro camino, esforzarnos, dar pasos y atrevernos, pero ya no debemos llegar y decirle al mundo cómo hacerlo». La «vaciedad» debe entenderse de manera positiva, «no como un vacío abismal, sino como aquel que nos abre a lo diferente», comentó Lackner.
En total, 43 representantes de las Iglesias locales europeas en el Sínodo Mundial participaron en la conferencia, que comenzó el jueves por la tarde en el Seminario de Linz y concluyó el sábado. La base del taller de tres días fue el documento de trabajo para el Sínodo de Obispos.
Entre los participantes se encontraban, entre otros, el presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), el arzobispo Gintaras Grušas (Vilnius), así como su vicepresidente, el arzobispo Ladislav Nemet (Belgrado). También participaron los presidentes de las conferencias episcopales de Italia, Austria y Suiza: el cardenal Matteo Zuppi (Bolonia), el arzobispo Lackner (Salzburgo) y el obispo Felix Gmür (Basilea).