(Fides/InfoCatólica) Un tiempo atrás, los talibanes prohibieron por completo a mujeres y niñas afganas ejercer su derecho de recibir educación. Desde entonces, ya han pasado más de mil días en los que millones de ellas son obligadas a vivir bajo un régimen fuertemente estricto y discriminatorio, en el que no se les permite estudiar, trabajar o cualquier tipo de participación en actividades públicas.
Sin embargo, según informa el medio «Fondo Malala», muchas mujeres y jóvenes siguen luchando contra esta condena, estudiando y formándose poco a poco a escondidas. Fondo Malala se trata de una organización fundada por Malala Yousafzai, una chica joven de origen pakistaní que sobrevivió a los talibane sen el 2012, así como la más joven en ser galardonada con el Premio Nobel de la Paz. Con su organización, Malala lucha por proveer educación a mujeres alrededor de todo el mundo.
Malala ha anunciado el nuevo proyecto de su organización, el cual consistirá en una donación de más de un millón y medio de dólares, que serán repartidos entre un total de trece organizaciones que se dedican a mantener escolarizadas a mujeres y niñas en Afganistán mediante programas de aprendizaje digital y alternativo.
Sahar Halaimzai, la directora de la iniciativa del Fondo Malala para Asia Central, afirmó al respecto: «Estamos orgullosos de apoyar estas iniciativas innovadoras. Al proporcionar vías educativas digitales y alternativas, garantizamos que las jóvenes afganas continúen su educación a pesar de los desafíos a los que se han enfrentado, especialmente en los últimos tres años».
Se prevé que estos programas beneficien a hasta un millón de estudiantes, quienes recibirán contenidos educativos transmitidos vía televisión satelital y clases en línea impartidas principalmente desde sus hogares.
Afganistán se ha convertido en el único país del mundo que prohíbe explícitamente a las niñas asistir a la escuela. Esta decisión, implementada por los talibanes tras su regreso al poder en 2021, ha hecho retroceder décadas de avances en la educación femenina. Se estima que 1,2 millones de niñas han sido privadas de su derecho a la educación secundaria, sumándose a los 3,7 millones que ya estaban fuera del sistema educativo antes de la toma de poder talibán.
Las consecuencias de esta prohibición son devastadoras. La mitad de las niñas afganas se ven privadas de la oportunidad de aprender y desarrollar su potencial. Esto no solo tiene un impacto individual en las niñas, sino que también frena el desarrollo social y económico del país en su conjunto.
A pesar de las dificultades, organizaciones como el Fondo Malala continúan trabajando incansablemente para defender el derecho a la educación de las niñas afganas. Desde 2017, el Fondo ha financiado y colaborado con organizaciones locales para mejorar el acceso a una educación segura y de calidad, formando nuevas profesoras y promoviendo programas educativos alternativos mientras las escuelas permanecen cerradas.
La comunidad internacional tiene un papel crucial que desempeñar para garantizar que las niñas afganas puedan volver a la escuela de forma segura. Se requieren medidas políticas concretas para presionar al régimen talibán y revertir esta prohibición discriminatoria. La educación es un derecho fundamental para todas las niñas, y no se puede negar impunemente.
A pesar de la sombría situación actual, hay motivos para la esperanza. La resistencia de las niñas afganas y el trabajo incansable de quienes las defienden son un faro de luz en medio de la oscuridad. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de apoyar estos esfuerzos y garantizar que las niñas de Afganistán tengan la oportunidad de construir un futuro mejor para ellas mismas y para su país.