(LifeSiteNews/InfoCatólica) Desde que ocurrió el avance de la legislación de eutanasia en Canadá gracias a la sentencia Carter del Tribunal Supremo, se ha podido observar un desarrollo más acelerado en comparación con otros países como Bélgica y los Países Bajos. Mientras que en estos últimos tomó dos décadas alcanzar ciertos puntos legislativos, Canadá ha avanzado significativamente en tan solo cinco años.
Sin embargo, surge una preocupación respecto a la posible ampliación de la elegibilidad para el suicidio asistido en Canadá, específicamente en relación con personas que sufren exclusivamente de enfermedades mentales. Aunque el gobierno de Trudeau ha enfrentado oposición pública en este sentido, su política continúa en discusión, generando un debate sobre las implicaciones y precauciones necesarias en la aplicación de la eutanasia en el país.
La ampliación propuesta del régimen de eutanasia en Canadá bajo el gobierno de Justin Trudeau ha generado aún más preocupaciones y debates sobre sus posibles implicaciones. Se argumenta que permitir la eutanasia por enfermedad mental podría tener consecuencias significativas, como lo señala el Dr. Kevin Hull en un artículo reciente en Spiked:
«Está previsto que Jolanda Fun muera la semana que viene, el día que cumpla 34 años. Como tal, ha podido preparar las invitaciones funerarias con antelación. “Nacida del amor, dejada ir en el amor”, reza la tarjeta. Después de una vida difícil, eligió la paz que tanto anhelaba.
Fun, que vive en Brabante Septentrional (Países Bajos), explicó por qué quiere morir en una entrevista concedida la semana pasada aThe Sunday Times. Aunque está físicamente sana, se siente constantemente “triste, abatida, melancólica”. A los 22 años le diagnosticaron una letanía de problemas de salud mental y desde entonces ha seguido toda la gama de terapias. Como consecuencia, nunca ha podido mantener un empleo. Hace dos años, cuando un consejero le dijo que podía someterse a la eutanasia, decidió que era la única opción que le quedaba. “Quiero salir de la vida”, explica. Sin duda, Fun ha tenido una vida difícil. Sufre un trastorno alimentario, depresión recurrente, autismo y dificultades leves de aprendizaje. Pero sugerir el suicidio como solución a estos problemas es tanto como renunciar a ella».
El debate se intensifica a medida que se acercan las elecciones federales, con algunos ciudadanos expresando su intención de votar en contra de esta medida. Se plantea la preocupación de que la introducción del suicidio asistido para personas con enfermedades mentales podría llevar a un aumento en el número de muertes por eutanasia. En países como los Países Bajos, donde la eutanasia ya es legal, casos como el de Zoraya ter Beek, una joven de 28 años con depresión y autismo que ha decidido morir por eutanasia, arrojan luz sobre las complejidades éticas y emocionales asociadas con esta práctica.
Un punto crucial que a menudo se pasa por alto es que la legalización de la eutanasia se fundamenta en la premisa de que el cristianismo no es una verdad absoluta.
En Canadá, el acceso a la ayuda para enfermedades mentales es notoriamente difícil, lo que lleva a muchos a ver el suicidio asistido como una opción inevitable. Muchas personas han llegado a considerar la eutanasia como la única alternativa disponible, convirtiéndose en el único servicio al que el gobierno puede proporcionar acceso de manera efectiva. Este fenómeno se observa también en otros servicios de atención médica, como camas paliativas u oncológicas, donde fallas sistémicas llevan a personas desesperadas a optar por la eutanasia en lugar de recibir el apoyo necesario.