(InfoCatólica) Ayer la Conferencia Episcopal Española (CEE) no solo recibió físicamente el «Informe Cremades», también actualizó su propio informe «Para dar luz» (edición de diciembre) que recopila toda la información recibida en la CEE y que se ha podido contrastar con las distintas fuentes.
La estructura y contenido procura ofrecer todos los elementos necesarios para comprender la situación sobre la realidad de los abusos en el seno de la Iglesia.
A pesar de las críticas que ha recibido la CEE, su informe de 1.039 páginas ofrece enfoques y orientaciones novedosas resoecti a las que se han hecho en países de «nuestro entorno», especialmente en Portugal, Alemania o Francia. Y, al margen de lecturas más detalladas, los dos aspectos que más han llamado la atención –y quizá por eso no son portada de los medios de comunicación– son la explicitación del problema homosexual y un mayor rigor en los datos de las víctimas. Así este informe se acerca más a la referencia pionera de Estados Unidos que a las ideológicas de Francia o Alemania.
El problema de la homosexualidad y los abusos en el clero
En la página 200 del Informe Cremades se afirma:
En cuanto a los datos específicos relativos al sexo de las víctimas y de los victimarios, se indica que los victimarios son varones en más del 99% de los casos, y que las víctimas un 82,62% varones y el 17,38% restante mujeres.
Lo que corrobora los datos aportados por las investigaciones en otros países. Pero es la CEE la que explicita una conclusión de estos datos (pag 164-165 de la edición de diciembre):
En relación a la orientación. La orientación de los abusos es mayoritariamente de carácter homosexual masculino, alcanzando el 81,89 % de los casos. El contexto se produce mayoritariamente en colegios, seminarios e internados. Los abusos de carácter heterosexual alcanzan el 17,69 % de los testimonios recogidos. En un caso hay abusos de carácter homosexual y heterosexual.
En un caso hay abusos de carácter homosexual y heterosexual. Es un dato que debilita mucho el presunto argumento de que son abusos homosexuales por oportunidad no por inclinación sexual.
Así, es de las pocas veces en que se llama al problema por su nombre y se pone encima de la mesa una anomalía, dado que en la sociedad en general la orientación de los abusos es la inversa. El dato más reciente, también confirmado por la investigación al respecto, es el del Defensor del Pueblo (pag 183) que muestra que en la sociedad el 76% de las víctimas de abuso son mujeres y el 24% hombres y los abusos tienen carácter heterosexual. En el caso francés la proporción es del 80-20 y los datos de otros estudios españoles también se acercan más a esa cifra. ¡Es justo al contrario de lo que muestran los datos de abuso en entornos de la Iglesia!
En un momento en personas de ciertas corrientes ideológicas dentro de la Iglesia querrían negar la evidencia, no se puede evitar reconocer y manifestar que ha habido y hay un problema y que hay que afrontarlo. Es una realidad cuantificable, por lo que esconderse detrás de un supuesto e inverificable clericalismo no solo es inútil, sino que suele ser muestra de que en el mejor de los casos solo se quieren decir palabras bonitas, cuando no esconder amigos incómodos.
En 2005 ya lo afrontó Benedicto XVI después del informe estadounidense, «Sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas». Se adoptaron medidas, al menos se determinó adoptarlas, y éstas se han mantenido hasta el presente. Como informa Religión Confidencial, en la reunión que mantuvo el Santo Padre con todos los obispos españoles después de la visita apostólica a los seminarios –un hecho también singular–, y en la que la siempre bien informada publicación afirma que el Papa Francisco les había indicado no dejar entrar homosexuales en los seminarios. Una indicación por otro lado coherente no solo con los datos, también con otros pronunciamientos del Sumo Pontífice como en la 71ª Asamblea General de la CEI.
En una época en la que incluso en un que un distinguido jesuita y consultor del Vaticano, muy cercano al Santo Padre intenta justificar la situación con un «Dios te hizo así», la valentía de la CEE es más destacable aunque no aparezca los en los medios.
El número de víctimas
Otro hecho relevante es que en el caso español se ha puesto a la víctima en el centro, a diferencia de Portugal, Francia o Alemania. Una sola víctima ya es un horror, por eso no da lo mismo una que dos, dos que tres, tres que cuatro… o cuatro que tres.
Cada una es singular, por lo que las sucesivas versiones del Informe «Para dar luz» el equipo de trabajo de la CEE se ha centrado en las víctimas, no en números extrapolados, como en Francia o Portugal y también en Alemania.
La Conferencia Episcopal reconoce 205 casos probados, 70 verosímiles, 75 pendientes de resolución y 280 no probados, entre otros. Números muy lejanos a la investigación fake de «El País», a la chapuza del Informe Gabilondo o a los que ofrece el Informe Cremades. Y desde luego han dejado absolutamente desacreditado el ejercicio de pseudo periodismo de personas como Daniel Verdú, Julio Núñez, Paola Nagovitch, Lucía Foraster Garriga e Íñigo Domínguez en El País.
Tras la presentación del Informe del Defensor del Pueblo se intentó imponer el relato de 400 mil víctimas. Pero pasados los primeros días de la CEE, ha quedado absolutamente desacreditado. A diferencia de otras Conferencias Episcopales y con todo su espacio de mejora, desde la Presidencia, pero también desde los obispados, no se han aceptado unos números inventados, principalmente por esta primacía de poner a las víctimas reales en el centro.
No son buenas noticias para quienes quieren sacar provecho de este drama, sacarle rendimiento ideológico y también económico. Pero sí son buenas noticias para las víctimas, a las que se reconoce derecho al reconocimiento de la responsabilidad personal y a una reparación integral, especialmente por parte de los culpables, y que no puede diluirse en el reconocimiento de responsabilidades o en acciones colectivas e impersonales.
Está todavía por cuantificarse el impacto que ha tenido la «Operación Bollycao», la auditoría de casos que realizó un grupo de católicos (Colectivo Sergio Gámez) y que demostró la falsedad de las proclamas tanto de El País como del Informe del Defensor del Pueblo.
Con ocasión de la presentación del informe han compartido una nota de prensa en la que «agradecen el apoyo de los obispos a su labor verificadora y pide que comiencen el estudio desde cero»:
El informe «Para Dar Luz», publicado hoy por la Conferencia Episcopal Española, asegura que «en el caso de el diario El País, en los últimos tiempos, se ha puesto de manifiesto que su sistema de recogida de información no ofrece garantías suficientes para algo tan delicado como la violencia sexual contra menores, optando por recoger toda la información recibida sin cuestionar la misma. Conocer cada caso, es conocer cada persona, cada historia, cada sufrimiento, y este ha sido el empeño del informe Para dar luz», afirman.
Desde esta plataforma afirmamos que supone un espaldarazo a nuestra labor verificadora que, aunque llega algo tarde después de haber recibido los ataques del diario gubernamental, se agradece, a la par que nos insufla ánimos para seguir trabajando en esta labor de auditoría.
Este diario anticlerical se estaba haciendo trampas en el solitario sin que nadie lo denunciara. Su metodología consistía en recibir una denuncia anónima (víctima sin contrastar), llamar a la diócesis u orden religiosa para hacérsela llegar con el fin de que la investigaran, y a continuación publicar la noticia de que tal institución de la Iglesia estaba investigando tal abuso. Y publicaban el supuesto abuso sin muchos más datos, a la espera también de que la diócesis o institución religiosa les hiciera el restante trabajo de investigación. Un modo impecable de obtener datos sin trabajar mucho. Y, por supuesto, de contrastar lo mínimo posible.
Gracias al caso de la «Operación Bollycao» del personaje abusado inventado Sergio Gámez, se han puesto de manifiesto estas prácticas tan poco profesionales, lo que originó que este diario, en lugar de responder a las dudas sobre su falta de verificación, se dedicara a atacar al periodista portavoz del Colectivo Sergio Gámez.
Respecto a la publicación, también hoy, del informe elaborado por el Despacho Cremades, nos sorprende que, refiriéndose al famoso «Caso Bollycao», afirmen que «no juzgamos ni valoramos la verosimilitud de ningún relato. Del conjunto de las fuentes de información solo han sido retiradas aquellas denuncias que la persona que realizó la denuncia ha solicitado expresamente que se retirara o que existe una causa objetiva, conocida y pública de falta de verosimilitud».
Pensamos por tanto que, ante la falta de rigor en el cribado de los casos de abusos recibidos, tanto el informe de Cremades como el del diario El País y el copia-pega que realizó el Defensor del Pueblo, quedan desacreditados por sí mismos.
Finalmente, por todo lo expuesto y en aras de la verdad, pedimos a la Iglesia que parta de cero si quiere contar con un estudio cabal del problema de los abusos sexuales producidos en su seno.