(Catalunya Cristiana/InfoCatólica) Hollerich centró la lección inaugural de la FJM en el Sínodo y en el futuro de la Iglesia, ya que precisamente él es el relator general del Sínodo y, por tanto, ha vivido de cerca esta primera fase de la Asamblea que finalizó el mes de octubre.
El protagonista del Sínodo, el Espíritu Santo
Según el arzobispo de Luxemburgo, una de las claves para lograr discernir la voluntad de Dios, que es el principal objetivo del Sínodo, es el Espíritu Santo. Hollerich recordó que el mismo papa Francisco, al inicio del Sínodo, pidió que el protagonista fuera el Espíritu Santo, para que estuviera presente en cada una de las votaciones: «Ahora es el Espíritu el que está guiando a la Iglesia, y nosotros juntos, con toda nuestra diversidad, caminamos juntos para ver lo que Dios quiere para su Iglesia», dijo Hollerich.
El purpurado aseguró que «todos los participantes se reconocen en el documento final del Sínodo». Este texto, que es el resultado de los trabajos realizados hasta ahora, se ha aprobado de manera unánime:
«Me alegré cuando se realizó la votación, porque cada párrafo del documento obtuvo más del 80% de los votos. Al principio, nadie se imaginaba que esto pudiera pasar, y logramos una gran mayoría consensuada».
Una nueva Iglesia misionera
Uno de los principales cambios reflejados en el documento final de esta fase del Sínodo es la apertura de la Iglesia al mundo y a las periferias, un hecho que Hollerich ve como una gran oportunidad para que comience la verdadera misión de la Iglesia:
«Hoy en día hemos perdido nuestra posición en la sociedad, ya no estamos en el centro, y por eso ahora debemos encontrar el camino para ser misioneros, para ser testigos. Ya no tenemos el privilegio de ver a la gente venir a nosotros, sino que debemos acercarnos al pueblo, debemos estar en la periferia».
En la práctica, como explicó el arzobispo de Luxemburgo, esto se verá reflejado en las parroquias, que «cada vez tendrán más vida sinodal, ya que dispondrán de las estructuras necesarias para poder proclamar el Evangelio abiertas al mundo, a los pobres y a las personas diferentes». De esta manera, manifestó, las parroquias podrán salir de las iglesias para ir a encontrar a la gente donde sea.
Los cambios, inminentes
Contrario a lo que muchos podrían pensar, el cardenal Hollerich reconoció que todos estos cambios que se están planteando en el Sínodo comenzarán a verse en los próximos años. «En dos, tres, cuatro años, habrá nuevos criterios, nuevas posiciones muy diferentes a las que tenemos ahora, porque nos guiará el Espíritu y no las leyes y las letras», explicó Hollerich, que añadió que «queremos ser una Iglesia de vida y no una donde solo se discutan los temas sobre el papel».
Por este motivo, el cardenal concluyó la lección inaugural expresando su deseo de que «se implementen los resultados del Sínodo con sabiduría y con una profunda comprensión de las necesidades reales de la gente», y que de esta manera la Iglesia pueda ser un «farol de esperanza y de amor en el mundo».