(InfoCatólica) Indi sobrevivió durante a la extubación y respiró con mascarilla durante unas horas. Sin embargo el protocolo preveía que el suministro de oxígeno fuera solo durante un tiempo determinado. También estaba prevista la prohibición de la reanimación en caso de crisis. En otras palabras, la pequeña estaba condenada a morir, como así ha ocurrido.
Su muerte se une así a la de Charlie Gard y Alfie Evans, a quienes los médicos y el estado británico privaron de la oportunidad de recibir tratamientos alternativos para sus enfermedades, ignorando y pisoteando los derechos de sus padres. Algo parecido ocurrió con el joven Archie Batttersbee.
Gran Bretaña es hoy un país en el que cualquier niño que tenga una enfermedad mortal sabe que está condenado a muerte porque ni el servicio de salud pública ni la justicia le permitirá salir del territorio británico para buscar una posible solución.
En el caso de Indi, el gobierno italiano le concedió la nacionalidad para facilitar su traslado al hospital Bambino Gesú de Roma.
El Papa manifestó su apoyo a la niña y sus padres: «El Papa Francisco abraza a la familia de la pequeña Indi Gregory, a su padre y a su madre, reza por ellos y por ella, y dirige su pensamiento a todos los niños que en estas mismas horas en todo el mundo viven con dolor o arriesgan su vida a causa de la enfermedad y de la guerra», dijo el sábado el director de la oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
Precisamente el padre de Indi, Dean Gregory, explicó en una entrevista por qué había decidido bautizar a la niña aunque él no es creyente.