(AsiaNews/InfoCatólica) En Pakistán, los individuos culpables de secuestrar a jóvenes de comunidades cristianas o hindúes con el propósito de forzar su conversión y matrimonio han adoptado una táctica creciente: la estrategia de presentar contradenuncias. Esto conduce a una dilación en los procedimientos legales y socava la determinación de las familias de las víctimas por buscar justicia.
En Pakistán, persisten los casos de secuestros de jóvenes cristianas e hindúes, seguidos de conversiones forzadas al islam y matrimonios forzados. El pasado sábado 28 de octubre, Aftab Joseph, padre de Samreen Aftab, presentó una solicitud al Tribunal Superior de Lahore para buscar justicia en el caso de su hija secuestrada. Samreen, una menor de edad, de fe cristiana, fue raptada, convertida por la fuerza al islam y obligada a casarse con su captor, Muhammad Amir, a principios de este año.
Ahora, Samreen lleva el nombre de Kaneez Fatima, y la familia de Amir ha presentado una declaración en la que la niña afirma estar contenta con su matrimonio y su conversión, sosteniendo que tomó estas decisiones de forma voluntaria. No obstante, se alega que estas declaraciones fueron obtenidas bajo coerción.
El padre de Samreen, quien es un maestro empleado en la escuela de un orfanato, y su madre, Ishrat, que trabaja como empleada doméstica, viven con gran angustia y buscan justicia en el caso de su hija secuestrada. El secuestrador, Muhammad Amir, proviene de una influyente familia de la casta Raja y enfrenta acusaciones tanto por el secuestro de Samreen como por su presunta implicación en la quema de varias iglesias ocurrida el 16 de agosto de 2023 en Jaranwala. La policía está en su búsqueda por ambos incidentes.
La familia Joseph, que ya estaba atravesando una situación de extrema pobreza y dificultades económicas, se vio además enfrentada a ataques y acoso por parte de varios grupos de fundamentalistas musulmanes en la región. Paralelamente, la familia de Amir presentó una contradenuncia contra Aftab Joseph, el padre de Samreen, argumentando que este intentó raptar a su propia hija de las manos de su esposo. Esta falsa contradenuncia fue interpuesta con el propósito de disuadir al padre de la búsqueda de justicia y la recuperación de la niña.
Joseph Jansen, quien ejerce como presidente de Voice for Justice, ha manifestado su profunda inquietud ante la estrategia de contradenuncia que están empleando los secuestradores en estos casos, «ya que esto obstaculiza la justicia para las víctimas vulnerables y permite que los verdaderos perpetradores eludan sus responsabilidades».
Jansen también destacó que, según las leyes de Pakistán, las niñas no pueden casarse hasta que alcancen los 16 o 18 años, dependiendo de la provincia en la que residen. Sin embargo, cuando se trata de la conversión de una niña al islam, los tribunales aplican las leyes de la Sharia, que permiten los matrimonios a edades muy tempranas, a veces incluso a los 9 años.
Las niñas que son convocadas a los tribunales para testificar sobre su voluntad de conversión y matrimonio a menudo se encuentran bajo la custodia de sus secuestradores, lo que les dificulta expresarse con libertad. Los secuestradores suelen recurrir a amenazas para forzar a las niñas y a sus familias a hacer declaraciones que favorezcan a sus secuestradores.
Las organizaciones de derechos humanos están arrojando luz sobre una realidad alarmante, subrayando el notable incremento en la frecuencia de los secuestros de niñas pertenecientes a las comunidades cristianas e hindúes en Pakistán. Cada año, aproximadamente, 1,000 niñas son víctimas de estos secuestros, y muchas de ellas sufren además abusos sexuales, conversiones forzadas al islam y matrimonios con hombres musulmanes. «El número real de estos secuestros podría ser incluso mayor de lo que indican los informes internacionales», concluyó Jansen.