(CNA/Infocatólica) Los resultados de la encuesta proceden de la empresa de sondeos del Reino Unido Ipsos, que encuestó a adultos británicos en julio. Se preguntó a los encuestados si creían que «debería ser legal que un médico ayudara a un paciente mayor de 18 años a poner fin a su vida recetándole una medicación letal que el paciente pudiera tomar por sí mismo si se cumplen ciertas condiciones».
El 68% de los encuestados dijo «sí». Sólo el 17% de los encuestados dijo «no», mientras que el 18% no estaba seguro.
Los resultados de la encuesta, publicados por primera vez por The Guardian, son aproximadamente equivalentes a los de una encuesta similar realizada por la empresa el año pasado, en la que se preguntaba a los adultos británicos si debería «ser legal que un médico ayude a un paciente terminal a poner fin a su vida recetándole medicación para ello». El 69% de los encuestados respondió entonces afirmativamente.
Todo esto llega en un momento en que el Parlamento británico estudia la posible legalización del suicidio asistido, mientras los activistas presionan para que cambie la ley y los críticos advierten contra la legalización del asesinato asistido por médicos.
El Parlamento británico ha estado celebrando a lo largo de 2023 una «investigación sobre la muerte asistida/suicidio asistido», en la que los ministros han estado explorando la posibilidad de legalizar lo que el órgano de gobierno denomina «la participación de profesionales sanitarios en el suministro de fármacos letales destinados a poner fin a la vida de un paciente a petición voluntaria de éste».
Los miembros del Parlamento (MP) celebraron varias audiencias entre mayo y julio en las que diversos expertos y académicos ofrecieron sus puntos de vista sobre la legalización del suicidio. En la actualidad, según la legislación británica, el suicidio asistido puede considerarse asesinato u homicidio involuntario, dependiendo de las circunstancias.
Los políticos británicos rechazaron por abrumadora mayoría un intento de legalización del suicidio asistido en 2015. Una encuesta de YouGov en 2021 reveló que solo el 35% de los parlamentarios apoyaba cambiar la ley británica para permitir a los médicos «ayudar en el suicidio de alguien que sufra una enfermedad terminal.»