Los obispos portugueses han reaccionado con una nota en la que se ofrecen los argumentos habituales de la Iglesia para rechazar el suicidio asistido.
Los prelados se hacen eco de las palabras del papa Francisco lamentando la aprobación de esa ley inicua.
Piden además al personal sanitario que ejerza su derecho a la objeción de conciencia.
Nota de la CEP
La Conferencia Episcopal Portuguesa lamenta profundamente la legalización de la eutanasia y del suicidio asistido por la Asamblea de la República, promulgada hoy por el Presidente de la República.
Compartimos la tristeza del Papa Francisco expresada el 13 de mayo, tras la confirmación parlamentaria de la ley sobre la muerte médicamente asistida: «Hoy estoy muy triste, porque en el país donde apareció Nuestra Señora se ha aprobado una ley para matar. Un paso más en la larga lista de países con eutanasia».
Como hemos reafirmado varias veces a lo largo del proceso legislativo que ahora termina, con la legalización de la eutanasia se rompe el principio fundamental de la inviolabilidad de la vida humana y se abren peligrosas puertas a una ampliación de las situaciones en las que se puede solicitar la muerte asistida.
Con la despenalización de la eutanasia, la vida humana queda desprotegida y sufre un grave ataque a su valor y dignidad. La muerte se presenta como una solución al dolor y al sufrimiento, en lugar de promover cuidados paliativos humanizadores hasta el final natural de la vida.
Reiteramos el llamamiento a las familias y a los profesionales sanitarios, que deben tener siempre garantizada la objeción de conciencia, para que rechacen de plano las posibilidades que abre la legalización de la eutanasia.
En la certeza de que la entrada en vigor de esta ley supone un claro retroceso para la civilización, mantenemos la esperanza de que pueda ser derogada y que la vida humana, que es un don inestimable, vuelva a ser valorada y defendida en todas sus fases.
Lisboa, 16 de mayo de 2023