(Vatican.news/InfoCatólica) Los Cardenales Mario Grech y Jean-Claude Hollerich, Secretario General y Relator General del Sínodo respectivamente, departieron con los periodistas en la Oficina de Prensa de la Santa Sede sobre las principales modificaciones en el camino a la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el mes de octubre del 2023.
La normativa vigente del Sínodo sigue remitiéndose a la Constitución Apostólica Episcopalis Communio. No obstante, la próxima XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, prevista para octubre de 2023, tendrá algunas modificaciones y novedades. Están relacionadas con la composición de la Asamblea y el tipo de participantes, que se justifican en el contexto del proceso sinodal, sin –según los cardenales– cambiar su naturaleza episcopal.
El breve encuentro fue introducido por Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa Vaticana. Los purpurados explicaron los cambios significativos.
En primer lugar, los diez clérigos pertenecientes a institutos de vida consagrada, elegidos por las respectivas organizaciones que representan a los Superiores Generales, ya no están presentes. Son sustituidos por cinco religiosas y cinco religiosos pertenecientes a institutos de vida consagrada, elegidos por las respectivas organizaciones representativas de las Superioras Generales y de los Superiores Generales. Como miembros tienen derecho a voto.
En segundo lugar, ya no hay auditores, pero se añaden otros 70 miembros no Obispos, que representan a los demás fieles del Pueblo de Dios (sacerdotes, personas consagradas, diáconos, fieles laicos) y que proceden de las Iglesias locales. Son elegidos por el Papa de una lista de 140 personas indicadas (y no elegidas) por las siete Reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales y la Asamblea de Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas (20 por cada una de estas realidades eclesiales, de entre los que el Papa elegirá 10). Este miércoles 26 de abril desde el Sínodo enviaron una carta a las Conferencias Episcopales con la solicitud de elaborar las listas de nombres. Tienen plazo hasta fines de mayo para hacerlo.
Se pide que el 50% de estos miembros sean mujeres y que se valore también la presencia de jóvenes. Se tiene en cuenta no solo su cultura general y prudencia, sino también sus conocimientos, tanto teóricos como prácticos, y su participación en diversas capacidades en el proceso sinodal.
En tercer lugar, los representantes de los Dicasterios que participarán son los indicados por el Santo Padre.
Hasta ahora, los Sínodos de los Obispos estaban regulados por el código de derecho canónico, en los artículos 342 a 348. Ius Canonicum explica en este artículo su funcionamiento: Organización y desarrollo del Sínodo de los Obispos.
Por otra parte, la Iglesia, desde sus primeros pasos, entendió que en los sínodos y concilios correspondía solo a la jerarquía eclesial formar parte de las deliberaciones y tomar decisiones, siendo clave el papel del ministerio petrino, mientras que al resto del pueblo de Dios recibía lo acordado. Así ocurrió en el concilio de Jerusalén, tal y como se puede leer en el libro de Hechos:
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés. Y se reunieron los apóstoles y los presbíteros para conocer de este asunto. Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo...
(Hch 15,5-7)
Afirman que es un cambio pero no una revolución
Al comentar estas modificaciones, los Purpurados 'aclararon' que «no es una revolución, sino un cambio importante». Para ello, tras el coloquio, en declaraciones a los medios vaticanos, el Cardenal Hollerich, arzobispo de Luxemburgo, le dio un significado al término «revolución» conveniente. Comentó que, si lee libros sobre la historia francesa, sobre la revolución, hay voces a favor, hay voces en contra, las revoluciones dividen, exigen víctimas. En cambio, «nosotros no queremos víctimas, queremos avanzar juntos».
Asimismo, Hollerich destacó que nos encontramos frente a un desafío mundial: la polarización, un individualismo cada vez más grande, en el que el consenso no existe más. Por tanto, según Hollerich, si la Iglesia encuentra una manera sinodal para gestionar las divergencias en comunión y caminar juntos, está prestando «un gran servicio» al mundo.
«El espacio en la tienda se está ampliando»
El Cardenal Hollerich, quien fue el primero en intervenir durante el encuentro, manifestó su alegría de tener a la Iglesia entera reunida en Roma para el próximo sínodo.
Luego, el Cardenal Grech expresó su satisfacción porque, retomando la imagen de la tienda que es el disparador del Documento Final para la Etapa Continental, dijo que el espacio en esta se está ensanchando.
Los cardenales remarcaron que la participación de realidades eclesiales tan diversas en el sínodo asegura el diálogo existente entre la profecía del Pueblo de Dios y el discernimiento de los Pastores. Una circularidad que, según consideraron, se ha puesto de manifiesto durante todo el proceso sinodal.
Ambos auguraron que estas novedades continuarán enriqueciendo el Sínodo, cuya naturaleza no cambió, insistieron, sigue siendo Sínodo de los Obispos, pero enriquecerá también a toda la Iglesia.
Los facilitadores
Consultados sobre el rol de los facilitadores, subrayaron que la experiencia ha enseñado que un facilitador ayuda a crear una dinámica que realmente puede traer frutos. Como ejemplo, recordaron que han experimentado con la conversación espiritual en las Asambleas Continentales. Todos los que aplicaron esta metodología quedaron muy contentos, aseveraron.
«El Sínodo no es un parlamento»
Tanto los 10 religiosos como los 70 laicos tendrán pleno derecho de voto en la Asamblea, en la que habrá unos 370 miembros con derecho a voto de un total de 400 participantes».
Respondiendo a una pregunta sobre las votaciones finales, los interlocutores fueron claros: «No estamos detrás de los votos». Y se explayaron acotando que la votación es un instrumento humano que ayudará, pero el sínodo «es un discernimiento, es una oración».
No es fácil abstraerse del modo en el que se manejaron los Sínodos de la Familia en el que incluso se cambió el criterio de aceptación de las resoluciones una vez votadas porque no llegaban a los votos establecidos de antemano o la elección discrecional de los participantes.