(Die Tagespot/InfoCatólica) Ante la posibilidad de un nuevo cisma tras el próximo sínodo o ante lo que sucede en Alemania, Mons. Broglio asegura que «sinceramente, no conozco a nadie y no puedo imaginar a nadie que se alegraría de un cisma, con la excepción del diablo u otros enemigos de la Iglesia. El proceso sinodal fue concebido como un tiempo de oración y de verdadera escucha del Espíritu Santo. Ciertamente, el Espíritu nunca contradeciría la Sagrada Escritura o la Tradición, que son fuente de revelación divina (Dei Verbum).
Igualmente apunta a la escasa participación de los fieles:
«He observado demasiados intentos de utilizar este proceso para expresar quejas o para imponer una agenda. Es preocupante que menos del uno por ciento de la población católica mundial haya participado en el proceso»
En cuanto a la situación de la Iglesia en Alemania, dice:
«La Iglesia siempre ha seguido el dicho: "Roma locuta - causa finita". Los fieles católicos alemanes seguirán las enseñanzas del Obispo de Roma y de sus consejeros y se abstendrán de dejarse influir por los concilios sinodales o por cualquier otra cosa que el Papa haya rechazado ("Lumen gentium"). Esto es lo que ocurrió en 1517 con las 95 tesis de Martín Lutero».
Y añade:
«Mientras que en aquella época los príncipes locales tenían un poder de decisión casi exclusivo, hoy los católicos alemanes tienen la libertad de obedecer al Papa Francisco y permanecer en la Iglesia. El esplendor de la verdad debe preservarse y los católicos alemanes deben sentirse atraídos por ella. Quienes decidan lo contrario se colocarán fuera de la Iglesia. Cuando utilizamos la palabra excomunión, casi siempre olvidamos que la persona afectada se coloca fuera de la comunión con la Iglesia y no al revés.
El prelado indica que no tiene sentido que se produzca una nueva división cuando lo que se está buscando es sanar las divisiones del pasado:
«Desde el Concilio Vaticano II, e incluso antes, se han hecho enormes esfuerzos por reunir a las Iglesias y Comunidades eclesiales que se separaron primero en el Gran Cisma entre Oriente y Occidente y luego en la Reforma protestante. ¿Por qué querría alguien retroceder y separarse de la Iglesia católica? ¿Vamos a esperar otros 500 años por intentos de reunificación? Seguramente sería mejor obedecer y evitar una nueva herida en la Iglesia Católica. Creo que el orgullo juega un papel en este proceso. A veces parece que algunas personas se comportan como un niño que quiere salirse con la suya o que no se juegue la partida.
Y advierte que la doctrina de la Iglesia no puede cambiarse:
«La doctrina de la Iglesia, que emana de la revelación divina, no puede cambiarse. Esto debe quedar claro y nadie debe dejarse engañar. Escoger pasajes individuales de la Biblia sin tener en cuenta toda la enseñanza siempre se ha llamado herejía. Seleccionar una verdad excluyendo otras es sencillamente un procedimiento erróneo».
Pone además, un ejemplo
«Un ejemplo sería la misericordia de Dios Todopoderoso. Sí, todos dependemos de Su misericordia, pero sólo se puede pretender obtener esa misericordia mediante el arrepentimiento y la firme resolución de enmendar los propios caminos. Jesús dijo a la adúltera que no la condenaba, pero también le encargó que no pecara más. Las dos partes de esta perícopa son importantes. No se puede destacar la primera parte sin tener en cuenta la segunda».
Y sentencia:
«Jesús nos invita al arrepentimiento y nos da la gracia para hacerlo, pero debemos aceptar esa gracia. No tenemos autoridad para rechazar las enseñanzas de Aquel por quien nos llamamos cristianos. Creo que esto hay que decirlo concienzudamente una y otra vez a quienes exigen que la Iglesia cambie verdades dogmáticas fundamentales. Sencillamente, no podemos si queremos seguir siendo católicos».