(Katolisch/InfoCatólica) El prelado no ahorró duras palabras para describir la situación de la Iglesia católica en Europa, diciendo:
«Si debemos concluir que nosotros, como Iglesia en Europa, no somos una luz suficiente para la sociedad, entonces debemos admitir humildemente que también nosotros estamos entre los que han amado la oscuridad porque algunas de nuestras acciones han sido malas».
Graubner señaló que muchas personas en Europa «ya no necesitan a la Iglesia». El mal ejemplo de algunos creyentes y los escándalos sacerdotales les confirmaron en esta actitud. «La única consecuencia correcta en esta situación es el arrepentimiento», añadió Graubner:
«Empieza a pensar de otra manera (...) Deja de pensar en categorías mundanas y adopta el modo de pensar de Dios. No impongas tu visión, sino abraza la visión de Dios».
Mons. Graubner se monstró muy crítico con los resultados obtenidos hasta ahora en la encuesta realizada a todos los fieles católicos para preparar el Sínodo Mundial. Las respuestas revelaron «lo que pesa o duele a muchas personas, lo que necesitan y desean en la comunidad de la Iglesia, lo que les gustaría cambiar». Al mismo tiempo, sin embargo, se pusieron de manifiesto carencias considerables:
«Resulta que muchas personas activas en la Iglesia no conocen ni la Biblia ni las enseñanzas de la Iglesia. Es un mal testimonio del trabajo de los responsables de la Iglesia. Por eso, ahora es necesario escuchar la voz de Dios y preguntar: ¿Qué nos dice Jesús, que fue quien fundó la Iglesia?».
La etapa europea del Sínodo Mundial se reúne en Praga hasta el próximo domingo (5-12 de febrero). Participan varios centenares de representantes de 40 países europeos, tanto en persona como en línea. Las delegaciones de cada país son de igual tamaño y están compuestas por los respectivos presidentes de las conferencias episcopales y un puñado de otros representantes.
También se están celebrando etapas continentales en otras regiones del mundo. Culminarán en un primer Sínodo Mundial en Roma en octubre. El tema principal es la transformación de la Iglesia católica en una comunidad en la que -bajo y con el Papa- no sólo tienen voz los obispos y clérigos, sino todos los católicos maduros.