(NCRegister/InfoCatólica) Hablando en un Simposio Eucarístico en la Diócesis de Arlington el 22 de octubre, el prelado de 78 años también acusó al segundo presidente católico en la historia de los Estados Unidos de «apostasía en el tema del aborto.»
En su discurso, titulado «Haced esto en recuerdo mío: memoria, cultura, sacramento», el arzobispo emérito de Filadelfia habló sobre «los católicos estadounidenses y nuestra lucha de 200 años para encajar en la cultura estadounidense dominante».
«Lo hemos conseguido. Pero en el proceso, hemos sido digeridos y blanqueados por la cultura, en lugar de fermentarla de manera fértil con un testimonio católico distintivo», dijo el arzobispo Chaput.
El arzobispo continuó: «La apostasía del Sr. Biden en la cuestión del aborto es sólo el ejemplo más repugnante. No es el único. Pero en un mundo cuerdo, su singular liderazgo público haría -o debería hacer- inevitables las consecuencias públicas.»
«Cuando se rompe libremente la comunión con la Iglesia de Jesucristo y sus enseñanzas, no se puede pretender estar en comunión cuando es conveniente», dijo el arzobispo Chaput.
«Eso es una forma de mentir. El Sr. Biden no está en comunión con la fe católica. Y cualquier sacerdote que actualemente da la comunión al presidente participa en su hipocresía».
Biden apoya el aborto, a pesar de que la Iglesia católica enseña que el aborto es un mal grave y que la vida humana es sagrada desde el momento de la concepción.
La semana pasada, el presidente volvió a prometer que codificaría el caso Roe v. Wade en una ley en caso de que los demócratas ganen las elecciones de mitad de mandato en noviembre, dejando claro que firmaría la Ley de Protección de la Salud de la Mujer (WHPA), una legislación radical sobre el aborto que prohibiría cualquier restricción del mismo antes y después de la viabilidad del feto.
En su discurso, el Arzobispo Chaput dijo que muchos católicos, «incluso muchos que asisten regularmente a la misa dominical, ya no creen en el Sacrificio Real o en la Presencia Real.»
«Hemos olvidado quiénes somos como pueblo creyente. Esto es tanto una causa como un síntoma del tibio espíritu católico actual, en la cultura de nuestra nación y dentro de la propia Iglesia», dijo. «Pero eso puede cambiar, y tiene que cambiar, empezando por cada uno de nosotros aquí».