(Vatican.news/InfoCatólica) «Avanza la cultura del descarte y de la muerte», añade Sturla. Una preocupación compartida por el Arzobispado de Montevideo, la capital de la nación sudamericana, que en sus cuentas oficiales publicas indica: «No queremos sufrir, ni que ningún uruguayo sufra. Tomar contacto con el dolor y con la muerte nos angustia, siempre; pero cuando nos sentimos acompañados, bien tratados y queridos todo se transita diferente. Ttodos deberíamos tener una atención adecuada y eficaz de nuestras enfermedades, hasta el final. Para nosotros TODA vida es digna. Vemos en los otros hermanos, hijos e hijas de un mismo Padre».
Una consternación de la que se hacen eco otros obispos del país, como Monseñor Alberto Sanguinetti, obispo emérito de Canelones, quien, antes del inicio de la discusión, escribió que «los que tienen que defender a los débiles permitirán que los habitantes de este suelo se separen entre los que se pueden matar y los que no».
Por su parte, en una importante reflexión en video, Mons. Jaime Fuentes, obispo emérito de Minas, afirma que esta es «una expresión más de la falta de amor a la vida que quisiéramos que se viviera en nuestro país». Y añade:
«Lo que han demostrado los legisladores que ayer votaron a favor de esta ley es que coinciden con un relativismo ético individualista disfrazado de compasión que es incapaz de proteger la vida de nuestros hombres y mujeres que sufren, que sufren, y pueden sufrir mucho, y por eso necesitan más de todo el apoyo. Un relativismo que es incapaz de legislar para que esas personas puedan ser ayudadas a sobrellevar el dolor que puede causar esa enfermedad».
Mons. Fuentes cree «que se han dejado llevar por un sentimentalismo que no ve más allá de las propias emociones, y es incapaz de valorar la gravedad social que traerá consigo la licencia para matar que han puesto en manos de los médicos, médicos que han sido formados para todo lo contrario, para aliviar el dolor, para curar las enfermedades». «Ya teníamos (ya tenemos) legislado el derecho a matar al más inocente en el vientre de su madre, es una barbaridad. Más de 10.000 niños y niñas que no van a nacer este año, ni el anterior, ni el anterior, ni el anterior», asevera, en alusión a la legalización del aborto, en 2012. Por este motivo, Fuentes sostiene que ya está instalado un clima social de falta de respeto a la vida, que se potenciará si se aprueba este proyecto en Senadores.
Además de los prelados, especialistas de distintos campos se pronunciaron rechazando este paso que confirma una tendencia mayoritaria en contra del derecho fundamental a la vida. Es el caso, por ejemplo, del filósofo Miguel Pastorino, quien subraya que «la manifestación de la fragilidad humana constituye una ocasión para probar la profundidad de las personas». «El desarrollo cívico de una sociedad y del Estado se mide por la protección, el respeto y el cuidado que muestra hacia sus ciudadanos más vulnerables», agrega.
«Afrontar el final de la vida: un aporte al debate público»
La Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) ya ha emitido su parecer sobre este asunto en múltiples oportunidades. Una de las más recientes es el documento publicado en julio pasado, como un aporte al debate público. Es un texto dirigido «a todos los hombres de buena voluntad y a las comunidades cristianas».
Con dicho volumen, la CEU ha querido «hacer pública nuestra valoración sobre la eutanasia y el suicidio asistido, para contribuir al necesario y civilizado debate público sobre un tema tan relevante». No obstante, remarcan que el Episcopado siempre ha hecho oír su voz en defensa de la vida.