(ACIPrensa/InfoCatólica) El jueves pasado, la sentencia que solicitaba el proceso de la eutanasia para una mujer peruana de 45 años de edad con una enfermedad incurable, llamada Ana Estrada Ugarte, fue aprobada por la Corte Suprema del Perú.
Ana Estrada Ugarte es una mujer peruana sufriente de una enfermedad llamada polimiositis, una patología incurable que la ha llevado a permanecer en silla de ruedas. Ya van varios años desde que comenzó a exigir al Estado peruano la aplicación de la eutanasia, lo cual hace junto al respaldo legal de la Defensoría del Pueblo.
Alberto Gonzáles, abogado y presidente del Centro de Estudios Jurídicos Santo Tomás Moro, declaró mediante una entrevista con EWTN que existe la posibilidad de que la sentencia sea impugnada dado que viola el derecho constitucional a la vida.
Gonzáles explica: «Esta resolución puede ser impugnada desde el punto de vista constitucional por una acción de amparo, siempre y cuando se verifique que ha habido alguna violación a un derecho constitucional. Y nuestra opinión jurídica es que este es el caso».
El experto, además, nos recuerda que el caso «no trata de una modificación de la ley nacional, sino de la respuesta del Poder Judicial respecto a un caso concreto presentado por una persona».
A inicios del 2022, el Juzgado Constitucional de Lima dio la orden «al Ministerio de Salud y a EsSalud [sistema de seguro social de salud del Perú] de respetar la decisión de Ana Estrada Ugarte de poner fin a su vida a través del procedimiento técnico de la eutanasia».
Sin embargo, posteriormente, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, el Ministerio de Salud y EsSalud se negaron a acatar dicha sentencia. Aun así, la Corte Suprema dictó la sentencia definitiva este jueves 14 de julio.
A este respecto, el abogado Gonzáles afirma que la sentencia aprobada «es una resolución que abandona la posición clásica del derecho peruano que protege la vida, no solo en la Constitución, sino a lo largo de toda la legislación sanitaria que establece que el fin de la vida es por la muerte natural».
Una sentencia ideológica
Añade Gonzáles: «En este caso, estamos totalmente convencidos de que es una sentencia ideológica preparada adrede, con la única intención de generar controversia para debilitar la tradición jurídica nacional bajo el criterio de supuestos nuevos derechos. Estamos en contra de este tipo de sentencias».
Según el presidente del Centro de Estudios Jurídicos Santo Tomás Moro, lo que la Corte Suprema ha hecho con su fallo no es más que «establecer criterios nuevos para determinar que la ‘muerte digna’ debe relacionarse con no sufrir, sin embargo, se abandona la posición clásica del derecho, de que el sufrimiento es parte de la naturaleza humana», dado que la sentencia sí conlleva un precedente y que «cualquier juez de primera instancia, en lo sucesivo, podrá aplicar este fallo basándose en los nuevos criterios normativos».
«Lo que genera esta sentencia es una ambivalencia en el sentido que vamos a tener jueces que aplicará el ordenamiento jurídico nacional que siempre hemos tenido, y por otro lado vamos a tener jueces que aplicarán las nuevas disposiciones que vienen direccionadas por parte de la interpretación que hace la Corte Interamericana de Derechos Humanos respecto a los nuevos derechos».
Gonzáles también explica que el Tribunal Constitucional «podría detener el fallo siempre y cuando se plantee una demanda de acción de amparo».
La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) se pronunció también al respecto en el mes de febrero, afirmando que la eutanasia «siempre será un camino equivocado».
Del mismo modo, la CEP recalca que «la Constitución del Perú establece con claridad que el fin supremo de la sociedad y del Estado es la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad; esto es cuidar, respetar y promover la vida desde la concepción hasta su término natural; por tanto, ninguna autoridad puede legítimamente imponerla o permitirla».
Los obispos opinan que resulta «contradictorio y no se debe tolerar que un órgano del Estado Peruano pretenda cambiar una norma constitucional y promueva acciones contra este sagrado principio».
«En estas circunstancias, es valioso recordar el testimonio de tantas personas que han atravesado el misterio del dolor y de la enfermedad desde la vivencia de su fe, encontrando en ella el sentido a su sufrimiento, transformando la fría cama del hospital o de su casa en un auténtico altar, desde donde se proclama el valor de la vida, junto a sus familiares y los que luchan para brindarle los cuidados que merecen», agregan.
«Comprendemos el sufrimiento que Ana Estrada Ugarte viene atravesando a causa de su enfermedad, nos solidarizamos con ella, le ofrecemos nuestra oración y cercanía para que en medio del dolor y la angustia que le ha tocado vivir, abra su corazón a la fe, a la misericordia y al amor de Dios», concluyeron los obispos peruanos.