(AyO/InfoCatólica) Mons. Argüello cree que la fase diocesana del sínodo «enlaza muy bien con el Congreso de Laicos. Es un camino en el que estamos y en el que hemos de continuar. Para que la Iglesia evangelice necesita transparentar comunión».
El prelado constata que «el Sínodo ha puesto de manifiesto algo que ya constatamos en la vida de nuestras comunidades: el desafío de la evangelización y la transmisión de la fe».
Importancia de la liturgia, de la Eucaristía
Preguntado por cómo llegar a los alejados, don Luis indica que en el «camino sinodal ha salido con especial fuerza la conversión personal y la importancia de la oración y la celebración». Advierte que en la liturgia todos deben saber ocupar su lugar:
«Si se comprende bien el significado de la Mesa, el papel que ocupamos en torno a ella presbíteros, laicos y consagrados, también entenderemos nuestro sitio. En la Eucaristía hay tres lugares relevantes: la mesa de la Palabra, la del sacrificio y la sede».
El obispo da el dato de que en las conclusiones enviadas a la Conferencia Episcopal Española, «el tema del protagonismo de la mujer aparece en 50 de las 70 diócesis, el de la Eucaristía en todas».
Ante la pregunta de cómo hacer que la liturgia llegue más y si es necesario cambiar el lenguaje, Mons. Argüello advierte que no se puede desvirtuar la Misa para llegar a más gente:
«Sobre la liturgia hay dos miradas. Una que se fija en los aspectos comunicativos y que se preocupa de cómo hacer que el lenguaje, los gestos, los ornamentos y las oraciones lleguen a los fieles. Aquí aparece la tensión de si para traducir lo que decimos desvirtuamos lo que es. La otra mirada subraya la Eucaristía como misterio, como acontecimiento sacramental».
Papel de la mujer y celibato
El secretario general de la CEE aborda la cuestión del papel de la mujer en la Iglesia situándolo en su justo contexto:
«El subrayado del papel de la mujer se enmarca en de la corresponsabilidad de los laicos. Por ejemplo, se plantea que los laicos puedan participar en los órganos de decisión de la Iglesia».
Y a la vez que apunta la necesidad de tener «el valor profético de expresar el significado de la diferencia sexual y del ministerio ordenado reservado para los varones», apunta un dato ciertamente relevante, que incluye también la cuestión del celibato:
«Un total de 18 de las 70 diócesis han hablado de esto. Solo en cinco se ha hecho una propuesta clara: que se ordenen las mujeres y que se establezca el celibato opcional. En el resto se ha planteado la necesidad de comprender las razones de la Iglesia para mantener la postura actual».
El obispo recuerda la doctrina católica al respecto:
«Tenemos que saber explicar la vinculación entre Jesucristo varón, esposo y cabeza y un humilde varón. Eso es complicado porque hoy ha desaparecido la diferencia sexual. La cuestión de la ordenación de las mujeres no es solo teológica, también antropológica. La gente ha pedido comprender mejor esto».
Clericalismo y pasividad de los laicos
En cuanto a la relación entre los laicos y el clero, dice:
«Hay una tensión entre una Iglesia organizada desde los bautizados y una Iglesia organizada desde los ordenados. Creo que la intuición del itinerario es que la Iglesia es de los bautizados y de los ordenados. Lo que la constituye es el Bautismo y el sacramento del Orden. Aquí aparecen dificultades: el clericalismo y la pasividad de los laicos».
D. Luis cree que los ordenados deben «dedicarse a lo esencial y que los otros miembros del Pueblo de Dios asuman otros ministerios, tareas o servicios sin que eso disminuya lo esencial de la vocación laical: salir al mundo y dar testimonio de la fe». Alerta de que «si el crecimiento del protagonismo de los laicos es solo en el interior de la Iglesia, se produciría un desequilibro, pues habrá una disminución o justificación de su menor presencia en de la misión» y propone «impulsar en los próximos meses los ministerios laicales: lectores, acólitos y catequistas».
Mons. Argüello aborda también la cuestión de la restructuración territoria de la Iglesia en España y la cuestión de los abusos sexuales del clero, sobre la que dice que en el proceso sinodal «no ha ocupado muchísimo, pero sí ha surgido. Hay un deseo de transparencia, de acoger a las víctimas y emprender caminos de formación y prevención».