(Ecclesia) El prelado destaca la importancia de que en el proceso «se mantenga la unidad en Cristo y unidad de los cristianos entre sí», ya que «el caminar juntos no es una invención o una ocurrencia del presente, sino el modo de ser Iglesia, como lo son también la comunidad o la misión»:
«Es lo que san Agustín denominaba el ‘Cristo Total’, cabeza y miembros. No hay unidad entre los miembros sino en Cristo. Y esta unidad es pluriforme, no uniforme»
Una eclesiología de comunión
Otro de los puntos en los que el subsecretario del Sínodo hace hincapié es en la eclesiología de comunión (la disciplina teológica que estudia la Iglesia en todos sus aspectos) especialmente teniendo en cuenta que el Pueblo de Dios «somos todos los cristianos, con distintas funciones y diferentes vocaciones».
El Sínodo no es un parlamento, se trata de discernir
Igualmente, monseñor Luis Marín indica en su comunicado que el Sínodo es una realidad que nos remite a la vivencia de la fe: «No es un evento, sino un proceso: el hecho de hacer camino juntos. Eso es lo que significa Sínodo. Por tanto lo esencial es la autenticidad de la vida cristiana, su coherencia y no debe ser un acto meramente administrativo en el que se reparte el poder, sino un acontecimiento del Espíritu y en el Espíritu», argumenta.
En este contexto, para el coordinador de la Comisión Teológica, el Sínodo «no es parlamentarismo ni confrontación ideológica», sino discernimiento en el Espíritu y corresponsabilidad de acuerdo al carisma de cada uno: «el laico como laico, el clérigo como clérigo».
Y para recorrer este camino -según afirma- «necesitamos no solo un cambio de mentalidad, sino un cambio del corazón», en otras palabras «una conversión».