(ACI Prensa/InfoCatólica) Recientemente el Poder Judicial de Perú, falló a favor de la señora Ana Estrada quien solicita se le permita someterse a la eutanasia a través del sistema de salud pública, a pesar de que en dicho país la eutanasia es ilegal.
Ante ese fallo, la Conferencia Episcopal Peruana se ha pronunciado por medio de un comunicado del día 27 de febrero para rechazar esta medida y recordar que la eutanasia es una práctica contra la vida «siempre será un camino equivocado».
«La Iglesia, a imitación de Jesús, el Buen Samaritano, siempre atenderá, cuidará y acompañará a los enfermos, en la certeza que toda vida humana es inalienable y tiene un valor infinito porque es don de Dios.
La terrible experiencia de la pandemia que estamos sufriendo, y que ha causado la muerte de miles de peruanos, nos ha unido en el incansable esfuerzo por salvar la vida y toda vida hasta el último momento, sin ninguna distinción o excepción, porque nos impulsa el amor al prójimo y reconocer en cada enfermo al mismo Cristo que sufre en la carne del hermano.
Comprendemos el sufrimiento que Ana Estrada Ugarte viene atravesando a causa de su enfermedad, nos solidarizamos con ella, le ofrecemos nuestra oración y cercanía para que en medio del dolor y la angustia que le ha tocado vivir, abra su corazón a la fe, a la misericordia y al amor de Dios.
El 25 de febrero la Corte Superior de Justicia de Lima informó «el Décimo Primer Juzgado Constitucional ordenó al Ministerio de Salud y a EsSalud respetar la decisión de Ana Estrada Ugarte, de poner fin a su vida a través del procedimiento técnico de la eutanasia».
La misma resolución «declara improcedente el pedido de ordenar al Ministerio de Salud que emita una Directiva que regule el procedimiento médico para la aplicación de la eutanasia para situaciones similares a las de la Sra. Ana Estrada Ugarte».
Este caso ha sido muy sonado ya que es el primero que ha llegado tan lejos en la aprobación de la eutanasia en Perú. Se trata de Ana Estrada, mujer peruana por nacimiento de 44 años de edad que sufre desde muy joven polimiositis, enfermedad que la ha dejado postrada en cama, incapaz de mantenerse con vida por sí misma y sin la asistencia de un respirador artificial, no puede moverse del cuello hacia abajo y ya le cuesta mucho incluso poder hablar.
Su reclamo hacia el Gobierno es que le den autorización para realizarse una eutanasia.
Introdujo una acción de amparo en febrero del 2020 por la Defensoría del Pueblo contra el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, el Ministerio de Salud y el Seguro Social de Salud del Perú (EsSalud).
También solicitaba que no se penalizara al personal médico que se involucrara en aplicación de la eutanasia.
En enero de este año la demanda y la posición del Estado Peruano fueron sustentadas.
Muchos juristas expertos del país consideran este fallo «inconstitucional» y opinan que debería ser apelado en el Tribunal Constitucional.
El comunicado de la Conferencia Episcopal continua: «En estas circunstancias es valioso recordar el testimonio de tantas personas que han atravesado el misterio del dolor y de la enfermedad desde la vivencia de su fe, encontrando en ella el sentido a su sufrimiento, transformando la fría cama del hospital o de su casa en un auténtico altar, desde donde se proclama el valor de la vida, junto a sus familiares y los que luchan para brindarle los cuidados que merecen.
Debemos recordar que la eutanasia siempre será un camino equivocado, porque es atentar contra el derecho inalienable a la vida, causa directamente la muerte de un ser humano y por ello es un acto intrínsecamente malo en toda ocasión y circunstancia.
La Constitución del Perú establece con claridad que el fin supremo de la sociedad y del Estado es la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad; esto es cuidar, respetar y promover la vida desde la concepción hasta su término natural; por tanto, ninguna autoridad puede legítimamente imponerla o permitirla.
Es contradictorio y no se debe tolerar que un órgano del Estado Peruano pretenda cambiar una norma constitucional y promueva acciones contra este sagrado principio.
Ante este tipo de ordenanzas que pretenden legitimar la eutanasia o el suicidio asistido, todos debemos negar siempre cualquier cooperación formal o material inmediata y, en el total ejercicio de nuestros derechos ciudadanos, debemos exigir el respeto a la objeción de conciencia, también en el ámbito médico y sanitario, en salvaguarda de los principios de la ley moral natural, de la obligación de proteger la vida y asistirla hasta el final.
Debemos recordar lo que ha dicho el Papa Francisco: “La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta que hemos de dar es no abandonar nunca a quien sufre, no rendirnos, sino cuidar y amar a las personas para devolverles la esperanza”.
La dura experiencia de la pandemia en que nos encontramos nos convoca a seguir luchando por la vida y por toda vida humana; por ello, los invocamos a poner nuestra mirada en el Buen Samaritano, para que en el noble servicio del cuidado de nuestros hermanos enfermos, seamos signo de esperanza y fermento de unidad en torno a nuestros más altos valores».
Monseñor José Antonio Eguren, Arzobispo de Piura, dirigió un mensaje el 27 de febrero al Procurador del Ministerio de Salud solicitando «que presente inmediatamente una apelación a la sentencia del Décimo Primer Juzgado Constitucional, porque los procuradores están obligados a actuar en defensa de la vida y de las leyes, y no por posiciones personales.
Debemos reiterar que no existe el derecho a disponer de la propia vida, no existe el derecho a disponer de la vida de otros. La eutanasia es un crimen contra la vida. Incurable no es sinónimo de “poco valor”, “menos dignidad” o “in-cuidable”».
También solicitó al Estado «buscar los mejores medios que puede dar la medicina paliativa y estar con el enfermo, acompañarlo escuchándolo, haciéndolo sentirse amado y querido, es lo que puede evitar la soledad, el miedo al sufrimiento y a la muerte, y el desánimo que conlleva, son elementos que hoy en día se encuentran entre las principales causas de solicitud de eutanasia o de suicidio asistido.
Como lo hemos expresado los Obispos del Perú en nuestro Comunicado del día de hoy, acompaño con mi oración y cercanía a todos aquellos que padecen la prueba de la enfermedad, para que en medio del dolor y la angustia que les ha tocado vivir, abran sus corazones a la fe, al amor misericordioso de Dios, como lo han hecho tantas personas que han atravesado el misterio del dolor y de la enfermedad desde su fe, encontrando en ella el sentido a su sufrimiento».