(Actuall/InfoCatólica) En el año 2016 Canadá aprobó la primera eutanasia en el país y esta vez ha tenido que cambiar la decisión en un difícil caso.
Katherine, de 83 años de edad, cuyo apellido y otros datos se mantienen en anonimato para proteger su identidad, está casada y ha llevado a los tribunales el intento de eutanasia contra su marido.
En sus declaraciones afirma «que su marido está siendo empujado por su propia mente a querer terminar con su vida. Tiene un estado de ánimo suicida». Llevan 48 años de casados, pero ella se ha mantenido apartada de él desde el 31 de julio, no conoce su paradero y no le contesta las llamadas.
Ella dice que su marido «no tiene la capacidad para tomar una decisión irreversible de ese calado porque sufre de ansiedad e hipocondría y tiene ideas delirantes sobre su condición médica».
La información manejada hasta ahora es que el señor padece una enfermedad pulmonar obstructiva crónica y al parecer se le ha diagnosticado algún tipo de demencia.
Es la primera vez en el país que un juzgado detiene la ejecución de la solicitud de una persona para que se le provoque la muerte bajo el marco legal de la ley de eutanasia.
La fecha ha ido postergada por la titular del juzgado de apelación que revisa el caso y ha señalado el 24 de septiembre para la vista oral del recurso.
La fecha prevista para la ejecución de la eutanasia sería el 3 de agosto. El marido de Katherine había encontrado médicos favorables a esta práctica que firmaran un informe que ajustara su caso a la ley, pero dos de los tres médicos que fueron consultados entonces no apreciaron capacidad para tomar la decisión ni riesgo de muerte inminente, como exige la ley.
El abogado de Katherine, Hugh Scher, declaró a Life Site News: «¿Hasta qué punto una persona podrá seguir buscando un médico hasta que encuentre a alguien que le diga lo que quiere escuchar… incluso después de que se le haya negado porque no cumple con los criterios?»
Katherine es representada por la Coalición para la Prevención de la Eutanasia. Su presidente, Alex Schadenberg, se pregunta: «¿Cuántas otras personas han muerto por inyección letal en Canadá que de hecho tenían delirios sobre sus condiciones de salud que no eran del todo precisas?».