(Actual) El presidente de la organización pro eutanasia «Derecho a vivir Flandes», Marc Van Hoey, se ha mostrado orgulloso de haber sido el brazo ejecutor directo de 140 personas, entre ellas dos amigos suyos y de haber colaborado de alguna forma, directa o indirecta, en la muerte provocada de unas 15.000 personas en Bélgica.
«Ella era una hermosa anciana. El día de su muerte, se peinó en la peluquería, se maquilló y bebió champán con nosotros; luego le pusimos la inyección y murió». Así describe en el diario británico Daily Mail cómo acabó con la vida de una anciana, paciente suya desde hacía 15 años, que sufría un derrame cerebral.
Aunque asegura que «nunca es fácil» tomar parte en este tipo de procesos, Van Hoey sostiene que se trata de «un acto de lástima, un acto de empatía» lo que le aleja del sadismo que le adjudican sus detractores.
En la actualidad, Van Holey está siendo investigado por la muerte de una mujer anciana que amenazó con suicidarse tras la muerte repentina de su hija y a la que le aplicó la eutanasia.
Casi 15.000 personas han sido eutanasiadas oficialmente desde que las leyes cambiaron en este país de 11 millones de personas. Los últimos datos revelaron 2.309 casos en 2017, más del doble que el número siete años antes y casi diez veces las cifras del primer año.