(La Nuova Bussola/InfoCatólica) El evento se celebró en un salón del Hotel Columbus, muy cerca de la plaza San Pedro, organizado y promovido por La Nuova Bussola Quotidiana y Il Timone.
Un congreso convocado por laicos, con oradores laicos de todo el mundo. Fueron muchos los periodistas presentes, entre los que se encontraban los vaticanistas italianos Sandro Magister, Luigi Accattoli, Giuseppe Rusconi y Aldo Maria Valli. También asistió Edward Pentin, del National Catholic Register. Alrededor de 200 personas siguieron la intensa jornada.
Precisamente el papel de los laicos es la nota más relevante a destacar del Congreso A un año de Amoris Laetitia. Para poner claridad, realizado en el hotel Columbus, como acertadamente ha señalado Valli en un artículo suyo antes del Congreso y publicado en su blog.
«Rara vez se ven laicos católicos reunidos por sí mismos, sin la dirección de un cardenal, un obispo, un Monseñor o al menos un simple sacerdote, para debatir temas que afectan principalmente a los contenidos fundamentales de la fe. Y aún más raro es ver a laicos que deciden dar un paso al frente y volverse a sus pastores con una advertencia que suena asi: «Lo sentimos, pero según creemos, en lo que han aprobado hay algo que no funciona y que puede llegar a ser peligroso no sólo en sentido abstracto, sino para la salvación de las almas».
La ponente Anna Silvas, profesora universitaria australiana, en su intervención ha aludido a la gran saga de Tolkien afirmando que los laicos son como los Hobbits de la Tierra Media. «Poco poderosos, pero con un papel clave en la batalla por el triunfo del bien». El director del Congreso, Ricardo Cascioli, ha recordado en su apertura cuáles son las preocupaciones que han animado su organización. «En la disputa sobre la Amoris Laetitia está implicado el significado de tres sacramentos: el matrimonio, la penitencia y sobre todo la Eucaristía. Tenemos conferencias episcopales, obispos y sacerdotes que en las cuestiones más sensibles dan interpretaciones e incluso directrices opuestas. Estamos en el absurdo de que, por poner un ejemplo, las instrucciones a los fieles sobre el acceso a los sacramentos varían no sólo de país en país sino también de diócesis a diócesis y de una parroquia a otra». De ahí la petición de claridad que ha llevado a la presentación de cinco dubia por parte de cuatro cardenales al Papa, a fin de que desate los nudos que hay sobre cuestiones fundamentales relativas a la doctrina moral católica y a la práctica pastoral que de ella se sigue.
Los ponentes que han intervenido, ha dicho Cascioli, «provienen de diferentes culturas, de diferentes experiencias eclesiales, expresan también diferentes sensibilidades e incluso su modo de abordar la actual situación no es idéntica. Pero todos tienen en común la percepción de la gravedad de la crisis en la Iglesia y el deseo de ejercer nuestra responsabilidad personal hasta el fondo, para contribuir al bien de la Iglesia, para reclamar a los pastores el cumplimiento de su deber».
Las exposiciones fueron abiertas por Jurgen Liminski, Director del Instituto de Demografía, bienestar y familia (Alemania), que ha subrayado el valor social de la indisolubilidad del matrimonio. «El matrimonio duradero -ha dicho-, garantiza un clima de confianza en los vínculos afectivos y la confianza es un cimiento de la sociedad. Por ello las relaciones estables y no fluctuantes, son un capital cultural útil a la sociedad y también a la economía».
Ha estado muy bien articulada la relación de Douglas Farrow, profesor de filosofía cristiana en Montreal. Ha recordado algún «riesgo gnóstico en dividir un Dios juez de un Dios misericordioso. Y el desafío para la Iglesia de hoy es el de levantar sus ojos a un Dios que no tiene necesidad de atenuar la justicia para conceder misericordia». Si la tradición «no puede contradecirse, el parágrafo 303 de Amoris laetitia plantea el problema de cómo se entiende la conciencia respecto a lo que enseña el parágrafo n ° 56 de la encíclica Veritatis Splendor de San Juan Pablo II».
También la intervención del filósofo parisino Thibaud Collin ha señalado que esta cuestión de la relación entre la conciencia y la ley natural, entre el orden objetivo y la responsabilidad subjetiva, está en el corazón de las cinco dubia que los cardenales han dirigido al pontífice. «La ley de Dios - dijo Collin- no puede convertirse en un elemento entre otros para reflexionar partiendo de las situaciones particulares». El informe de Collin, muy cuidadoso, se publicará en su totalidad en Italiano en los próximos días, junto con los de otros oradores. El francés también ha abordado la cuestión del posible desarrollo que Amoris Laetitia había aportado en la continuidad de Familiaris Consortio y Veritatis splendor, observando un número de incongruencias que habría que resolver.
Silvas también había insinuado un cierto espíritu de la modernidad que parece ser seguido por muchos pastores, como el de «conseguir fáciles aprobaciones». Parece imperar, ha dicho, «un espíritu hegeliano, el espíritu profundo de la modernidad». Ha concluido su exposición diciendo que hasta que las dubia de los cuatro cardenales no hallen respuesta «será difícil evitar la confusión de interpretaciones, porque el texto de Amoris Laetitia, objetivamente, deja aberturas evidentes.« Entre otras cosas mencionó el extraño caso de la nota 329: »Apela a Gaudium et Spes en un fragmento que se refiere a los novios que se preparan para el matrimonio, pero lo aplica a las parejas que no están casadas. ¿Por qué?».
El profesor Claudio Pierantoni, de Chile, afirmó que, en cierto sentido, las dubia son inéditas, ya que «piden algo sobre lo cual el magisterio ya se había expresado claramente». En Amoris laetitia, segun Pierantoni, «la indisolubilidad del matrimonio se reafirma, pero nos encontramos con renovaciones en la práctica que la contradicen».
La contribución de Jean Paul Messina, profesor de Camerún, se ha centrado principalmente en la cuestión de la poligamia en África como un riesgo real para el Evangelio de la familia y del matrimonio cristiano.
«Este Congreso», reiteró Cascioli, «no es un acto de rebeldía contra el Papa, ni tiene la intención de presentar un ultimátum ni tiene tampoco intenciones cismáticas. La crítica a ciertos pasajes, -especialmente contenidos en el capítulo VIII – de Amoris Laetitia, así como a ciertas interpretaciones de las conferencias episcopales como la de Alemania y Malta y de ciertos cardenales, obispos, religiosos, son simplemente un testimonio de claridad».
Traducido para InfoCatólica por. M. Virginia O. de Gristelli
Publicado originalmente en La Nuova Bussola Quotidiana
La necesaria coherencia del Magisterio con la Tradición, por Claudio Pierantoni
Las raíces de la crisis actual, por Douglas Farrow
A un año de «Amoris laetitia»: una palabra oportuna, por Anna M. Silvas