(RenL) Según informa Religión en Libertad el impacto de la homilía del P. Scalia ha sido extraordinario. Varias cadenas de televisión retransmitían en directo la misa, y desde luego todas informaron de ella y recogieron lo esencial de sus palabras. El padre Scalia, en vez de centrar su sermón en su padre, lo hizo en la proclamación de las verdades esenciales de la fe, aprovechando la repercusión nacional del acto para un impresionante momento evangelizador. Modelo de pieza oratoria fúnebre, la homilía se ha convertido en noticia por sí misma, siendo reproducida en su integridad, por escrito y en vídeo, por numerosos medios de comunicación.
«En el funeral de su padre, el padre Scalia proclamó el Evangelio ante toda la nación», titula el National Catholic Register en un artículo donde Joan Desmond destaca que «el contenido teológico en las homilías funerarias es más importante hoy, cuando cada vez tienen lugar menos matrimonios por la Iglesia, porque un funeral católico ofrece una importante oportunidad catequética para reflexionar sobre nuestra misión en la tierra y sobre el deseo de Dios de que libremente elijamos unirnos a Él en el paraíso».
«Es difícil imaginar un instrumento de evangelización más poderoso que las palabras fieles y sentidas de un hijo amante, parte de una gran familia católica, hablando de sus padres en el cielo y en la tierra», comenta Kate O´Hare en Catholic Vote tras destacar que toda la ceremonia -«para muchos, la primera misa que veían»- fue «hermosa, solemne, reverente». La información se titula «La vida surge de la muerte: cómo el funeral de Scalia se convirtió en un triunfo de la evangelización».
«El padre Scalia sabía que iba a hablar ante miles de personas en el templo y antes cientos de miles, incluso millones, por la televisión», destaca Michael Pakaluk en Crisis Magazine bajo el titular «La belleza de la homilía funeraria del padre Scalia». La alaba por su estructura en tres partes bien definidas, «invitando a los presentes a reflexionar sobre el pasado con la acción de gracias; a mirar el presente, con el dolor; y a mirar al futuro, con la esperanza». Y destaca varias virtudes de las palabras del hijo ante el recuerdo de su padre: evitó el sentimentalismo «aferrándose a las verdades», no cayó en «el error tan común de canonizar al muerto» (de hecho, recordó que su padre era un pecador y se estaba allí para implorar sobre él la misericordia de Dios) y «estableció una vinculación, tan hermosa como absolutamente apropiada, entre su homilía y el sacrificio de la misa que iba a tener lugar inmediatamente».
Texto íntegro de la homilía del P. Paul Scalia en Religión en Libertad