(InfoCatólica) El obispo francés recuerda que «incluso si, legalmente, un tribunal de justicia admite un procedimiento, hay que recordar que no debe confundirse lo legal con lo moral. La cuestión es: ¿con qué justificación puede decidirse la muerte de Vincent Lambert y de todos aquellos que, como él, están vivos? ¿Se trata de una acción éticamente justa?»
El prelado sigue preguntando:
«¿En qué criterio objetivo se basa la aceptación de esa muerte? Vincent Lambert no recibe ningún tratamiento y no vive de forma artificial (respira naturalmente). No necesita tratamientos complicados, sólo alimentación e hidratación, que recibe por un medio «artificial», algo que le sucede a todo el mundo cuando se somete a una intervención que así lo precise. En esos casos, es algo limitado en el tiempo; en el de Vincent, se prolonga durante un largo período».
El obispo de Maontauban reconoce que «la Ley Léonetti autoriza a interrumpir tratamientos desproporcionados o no razonables». «Pero», añade, «en este caso se trata de interrumpir la alimentación y la nutrición. ¿Es que no es razonable alimentar y dar de beber a un ser vivo? El problema está en que la ley revisada en 2015 incluye en el concepto de «tratamientos» la alimentación y la hidratación. Se trata de una ambigüedad intencionada que hay que rechazar moralmente, señalando la problemática correspondiente».
Lo que está en juego para la sociedad
Mons. Ginoux asegura que «estamos llamados a permanecer vigilantes, porque lo que está en juego es la forma de tratar la discapacidad, la vida débil y desarmada. Bajo el pretexto de la calidad de vida y el bienestar, se establece un consenso para rechazar las vidas diferentes».
«Además», pregunta, «¿quién puede decidir poner fin a una vida? Incluso la formulación de un «testamento vital» no resolverá la dificultad, porque ese testamento se refiere al final de la vida y Vincent Lambert y otros centenares como él, que están a nuestro alrededor, no han llegado al final de la vida. Por lo tanto, no resulta moralmente justificado matarlo, porque de otro modo cualquier vida «molesta» sería condenable».
Por último el obispo advierte que:
«Nuestra sociedad está avanzando por esta cuesta abajo en nombre de los «derechos del hombre». Tanto los creyentes como los no creyentes tenemos que repetir que la muerte provocada es un atentado contra los más débiles, que sólo necesitan nuestros cuidados fraternos: «lo que hagáis al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hicisteis», nos dice Jesús (Mt 25,40)».
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos permite matar al francés Vincent Lambert