(InfoCatólica) Mons. Thomas John Paprocki, Obispo de Springfield (Illinois) emitió ayer un decreto de excomunión incurrida latae sententiae (es decir, de forma automática) por Mary F. Keldermans. Además, advirtió a los fieles de que «aquellos que participan consciente e intencionadamente en estas actividades cismáticas también incurren en una excomunión automática».
El obispo escribió a Keldermans en abril, pidiéndola que reconsiderase su plan de participar en el simulacro de ordenación. Ella, sin embargo, continuó adelante con la ceremonia, que tuvo lugar en la iglesia unitaria universalista de Abraham Lincoln. Mons Paprocki había explicado anteriormente que el lugar de la ordenación inválida «es en sí mismo una clara indicación de que no será una ceremonia católica».
Según un artículo escrito por Steven Spearie en el State-Journal Register, la propia Mary Keldermans afirmó que su «idea de ser sacerdote es liderar las oraciones de la comunidad» y añadió que «estoy formalizando lo que siempre he hecho». También señaló que, cuando dejó de ir a Misa hace cinco años, lo que la sostuvo fue el «apoyo espiritual» de la conocida monja heterodoxa Joan Chittister y de un pequeño grupo de mujeres de Springfield.
Parece ser que «la gota que colmó el vaso» fue escuchar cómo se demonizaba a los gays y lesbianas como «moralmente intrínsecos» [sic] y que los miembros de la Iglesia le dijeran a quién tenía que votar.
Keldermans considera que Roman Catholic Womenpriests es «un movimiento en la iglesia. No nos estamos separando. Las mujeres sacerdotes serán la norma dentro de cincuenta años. ¿Por qué no ahora?»
Se da la circunstancia de que estos días se celebra el 20º aniversario de la publicación de la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis, en la que el Papa Juan Pablo II declaró solemnemente: «Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».