(Guillermo Juan Morado/ReL) Una visita pastoral es una ocasión propicia para que el Obispo diocesano tome el pulso a la situación de su diócesis, a cada parroquia, a cada comunidad de fieles. Una tarea esencial para cumplir la misión, propia de los Obispos, de enseñar, regir y santificar al Pueblo de Dios.
El contacto directo con los fieles permite al Obispo escuchar las inquietudes de los mismos y dar una respuesta que siempre estimula a vivir con mayor entrega la vocación cristiana. En la Parroquia de San Pablo, el Obispo, José Diéguez Reboredo, ha optado por un estilo de visita marcado por la discreción. No ha habido grandes masas, ni grandes encuentros. Sí un diálogo sereno con los sacerdotes que están al servicio de la Parroquia. También un contacto con el mundo del dolor y del sufrimiento, visitando a algunos enfermos. Y un encuentro clarificador con los representantes de los grupos parroquiales, en el que habló y se debatió sobre problemas que afectan actualmente a los cristianos como la Educación para la Ciudadanía, la transmisión de la fe de padres a hijos, la financiación de la Iglesia, etc.
Sensible al cuestionamiento que el secularismo ambiental plantea a la fe cristiana, Diéguez Reboredo animó a respetar “los tiempos de Dios”, a cumplir cada uno con su propia misión, sin esperar, a cambio, un éxito inmediato. La situación actual, a su juicio, se parece a la de los primeros siglos del cristianismo. Tiempo de compromiso sereno y de confianza en la ayuda de Dios.
El viernes, 27 de junio, la visita pastoral culminó con la celebración de una Misa solemne en la que el Obispo administró el sacramento de la Confirmación a una veintena de jóvenes. Les animó a seguir el ejemplo de San Pablo, acogiendo en sus vidas el proyecto de Dios y llevándolo adelante con la fuerza del Espíritu Santo.