(Efe/ InfoCatólica) «Las uniones de hecho, en algunos casos llamadas erróneamente matrimonio, parecen engordar más el acta de defunción de la familia», ha afirmado el prelado de la archidiócesis de Toledo. En su opinión, son «muy pocas las veces» que los analistas, sociólogos y expertos en la materia detectan el problema y dan soluciones satisfactorias.
Da la impresión –ha añadido– de que no interesa ir a las causas del problema, de que no es importante educar a los jóvenes en los «auténticos y genuinos valores y que la formación de la voluntad, el equilibrio de las pasiones y de un sano equilibrio afectivo y sexual deben omitirse siempre».
Ha añadido que al mismo tiempo que se «descalifica» la labor evangelizadora en la familia por parte de la Iglesia, a la que se tacha de «manipuladora» y de «imponer» una moral, surgen «grupos ideologizados» que pretenden a «toda costa» educar a los niños desde valores «más que dudosos, por no decir contrarios a la naturaleza humana y a la dignidad del hombre y eso pasa sin crítica».
El prelado entiende que el noviazgo es una «oportunidad magnífica para ahondar y revitalizar la fe que recibieron», aunque reconoce que «en muchos casos esa fe está adormecida, en rescoldo e insuficientemente vigorosa para asumir los compromisos conyugales» que se les avecinan.
Por todo ello, Mons. Braulio Rodríguez ha apelado a hacer uso de las personas, mecanismos e instrumentos que tiene la Iglesia para ayudar a los novios y para evitar el fracaso y las rupturas matrimoniales. Entre estos instrumentos ha citado al catecumenado bautismal, a los monitores de los cursillos prematrimoniales, los centros de orientación familiar y la vicaría judicial.